Relatos de Muerte con Sabor a Vida

SIMPLEMENTE MURIO (PRIMERA PARTE)

ESTEB RELATO ES MUY ESPECIAL, FUE FINALISTA EN EL CONCURSO LITERARIO "LUCHA LIBRO AYACUCHO 2018" ES CORTO Y TE LO RECOMIENDO QUE LO LEAS CON CALMA. EN LOS DETALLES SE ESCONDE LA ESCENSIA DE LA BUENA LITERATURA. 

 

1

La neblina caía sobre una verde ladera envolviendo con su enigmática blancura a un joven que contemplaba una tumba. El frio de esa mañana penetraba en la piel y mordía los huesos, ese frio se reflejaba en los ojos de Raúl al leer el epitafio de la lápida que tantas veces había visitado.

“simplemente murió”

Dos palabras que separadas no significaban nada pero si se unían eran el calvario de un joven estudiante. Una vez terminado su semestre en la universidad alistaba las maletas y se enrumbaba en un viaje de más de quince horas, donde dejaba el pesado y plomizo cielo de la capital por el fresco y azulado cielo de su tierra natal.

Algunas gruesas gotas de lluvia se desprendían del cielo anunciando un fuerte aguacero. Raúl dejo el ramo de flores amarillas, que tanto le gustaba a su papá, frente al lugar donde descansaba eternamente o eso quería creer.

Paso frente a Francisco, este lo esperaba en la salida apoyado en una pala esbozando una retorcida sonrisa. El odio entre ambos era mutuo y no necesitaba palabras para hacérselo saber.

— Que tengas una bonita mañana Raúl, y dales mi saludos a tu familia ya que tú eres el único en venir a visitar a tu padre. Creo que tienen miedo de que su mala reputación también los salpique.

Las palabras irónicas y burlescas resbalaron de sus oídos como las gotas de lluvia. Sin siquiera mirarlo paso junto a él.

Después de unos treinta minutos de caminata llego al pueblo que lo había visto crecer. El aguacero no aminoraba.

Su casa aún se mantenía en pie después de tantos años, una ráfaga de sensaciones y recuerdos inundo su cuerpo súbitamente.

Su madre entre horrorizada y compungida le vio entrar, y sin importar que su hijo era un manojo de barro y ropa húmeda lo abrazo con fuerza. Le tendió una manta y sin decirle una palabra se internó en la cocina para preparar algo de chocolate caliente, conocía con suficiencia a su hijo y sabia del largo silencio que profesaba al volver del cementerio, tal vez dejaba enterrada las palabras en aquel lugar o solo necesitaba un poco de calma, o simplemente no tenía nada que decir.

Lo vio de reojo deambulando por la casa arrastrando una mano por los cuadros y fotos familiares, era una costumbre que había mantenido desde muy pequeño. Pasaron algunas horas antes de que el silencio se dispersara.

— Simplemente murió— susurro— ¿la vida de papá no significó nada? Y si todo lo que se dice de él es verdad

— ¡tu papá puedo haber sido muchas cosas pero jamás un asesino!

La voz de Verónica retumbo por la casa y por un segundo acallo al aguacero.

Por más de diez años convivio con su esposo bajo el mismo techo, quizá no era suficiente tiempo para desenmarañar una vida pero si algunos valores y pensamientos, con toda seguridad podía decir que Raúl Torres Guerra había sido un gran hombre.

Se le acusaba de un genocidio suicida en una época innombrable que azoto con fuerza al país, una época donde ideas revolucionarias hicieron estremecer la tierra. Según los rumores se decía que Raúl pertenecía a los revolucionarios y en forma de protesta se había abalanzado a una escuela con una bomba atada al cuerpo, asesinando a desenas de jóvenes estudiantes, las personas que lo conocieron se negaban rotundamente a aquellas habladurías pero al no conocer lo que verdaderamente paso aquella fatídica mañana, el paso del tiempo logro convertir aquel rumor en una inexorable verdad.

— siéntete orgullosos al llevar el nombre de tu padre y de tu abuelo, ambos fueron grandes hombres digan lo que digan.

Las ultimas gotas de lluvia cayeron en el rostro de Raúl cuando salió de casa— voy a dar un paseo— dijo antes de marcharse. Su madre asintió. Aunque quisiera no podía detenerlo.

Camino hasta llegar al único parque del pueblo. Los oxidados columpios aún permanecían milagrosamente de pie, dudo en sentarse pero cuando lo hizo el armatoste resistió su peso, cerró los ojos y recordó las palabras de su papá cuando jugaban por las tardes.

— la vida es como este juego, algunas veces estará arriba y otras abajo pero, sin importar las circunstancias, mantén la cabeza en alto y da tu mejor esfuerzo.

“mi papá fue un gran hombre, incluso cuando estaba borracho no peleaba ni discutía como los demás, contaba esos chistes e historias que tanto alegraban la noche”



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En el texto hay: desamor, amor, esperanza y conflictos

Editado: 11.12.2021

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