Alberto no era un niño tranquilo; siempre estaba molestando a alguien en su escuela. Las maestras habían hablado una y otra vez con él para que corrigiera su conducta, pero no lo hacía. Así transcurrieron los años hasta que llegó a quinto grado. La situación era insoportable para las maestras y para los alumnos; realmente no sabían qué hacer, principalmente porque su mamá y su papá no le daban la disciplina que necesitaba.
Algunas de las niñas a las que había golpeado se juntaron un día para hallar una solución.
- ¿Qué haremos? -pregunto la más grande.
-Quizás lo podamos emboscar y pegarle entre todas – dijo una de las más pequeñas.
-Nada de eso servirá; es urgente invocar al comebullying- dijo Carla una niña a la que constantemente molestaba.
- ¿Quién es el comebullying? – preguntaron las demás con curiosidad.
-El comebullying es un demonio, ayudante de Belcebú – explicó Carla-Dicen las leyendas del infierno que cuando el comebullying era pequeño un demonio abusón siempre lo torturaba con un trinche. Un día Belcebú pasó por el lugar y se dio cuenta como sufría con el bullying, y para ayudarlo le dio el poder para deshacerse del demonio abusador.
Cuando las niñas escucharon la historia se emocionaron y decidieron llamarlo. Cuando apareció le contaron lo que pasaba y estuvo de acuerdo en ayudarlas. Pasaron dos días y Alberto comenzó a insultar a Carla y a su amiga; ellas solo dijeron:
- ¡Comebullying, comebullying, ayúdanos! – gritaron las niñas.
Al instante el comebullying apareció y comenzó a devorar a Alberto quien, al ver esto, suplicó por su vida. El demonio lo vio con sus ojos rojos y le dijo:
-No hay perdón para los abusadores y este es tu castigo.
Al otro día lo único que encontraron de él fueron sus dientes, su ropa y sus tenis, y es que el comebullying solo come carne y huesos.