El hombre de las barbas.

Lentamente la soga descendía como desciende el hilo de seda de la araña. De forma incrédula esta aquella criatura en su arrogancia. La petulante forma de ella, y su falta de disciplina. La soga esta a medio camino. El silencio esta vibrando en el aire con cierta parsimonia. Puede sentirse la comodidad de las fibras.

La niña, salió de la escuela molesta por la falta de cumplidos de su madre, y la penitencia de sus caprichos. Una distracción de su madre en un negocio, hizo que la pequeña atolondrada se alejase unos instantes ante la mirada de un hombre de barba añeja que pedía limosna. Con travesura de cierta maldad, se acercó a el, y se lanzó a llorar con propósito de pergeñar una maldad. La madre al llegar a ella y verla, se estremece. ¿Que hace con mi hija? La niña lo señala con miedo manifestando que quiso llevarla. El hombre no sabía que decir. No tardó en caer la policía. Las risas burlonas, podían notarse en una sonrisa. La aureola de aquella soga se encuentra justo en la circunferencia de una cabeza redonda. Como un pez tragando a su presa.

Por las noches dicen es bueno cerrar las puertas y ventanas. El hombre de las barbas se lleva a los niños y su maldad, le dijo una compañera de escuela a Rocio que no tardo en reírse de ella, y burlarse.