Relatos De Terror Y Misterio

Los juguetes de Jacinto.

Era pobre por naturaleza, y desgracia. En el vecindario se han burlado de sus harapos. Era un tanto loco en su actuar al salir a recoger basura por las noches. Su padre, un constructor aficionado a la madera, y el metal se encerraba en su cuarto, transformando la basura en arte. Entre la muchedumbre los tenían como parias, desconocidos a la vida. No son permitidos los Smith en este recinto. Querían convencer aquel hombre de vender su casa con miserias de dinero que no alcanzaban para ni siquiera rentar.

 

 

Las amenazas, se hicieron presente, con palabras en las paredes, vidrios rotos, de rocas que golpeaban. Maltrato en la escuela, y el desempleo de aquel. La comida escasea, como los corazones de la externa plebe que crean miseria.

 

 

El padre armará juguetes bellos para su pobre hijo con dedicación. Algo notable, cuando un gigante matón del empresario de la comarca, entró por detrás de la casa, asesinando sin piedad, mientras armaba unas piezas en su taller. El cuerpo se había desplomado en seguida, y con un poco de fuego la casa ardía, sin importar quien más estuviera en ella. Lo consiguieron mencionaba entre lágrimas Jacinto, que por milagro se había salvado. Lo consiguieron se dijo cuando comenzaron los atroces asesinatos. El cuerpo sin cabeza de un alcalde yacía colgado en un árbol. Qué horror decía la chismosa Anne

 

 

- ¿Quiere hacer más chismes señora? Dice la voz mientras la forma amorfa, y sin capacidad clavaba una aguja oxidada del fuego en su ojo derecho.

 

 

A la forma le gusta sentir el sufrimiento. Siente placer al ver como los músculos de aquella dama se desfiguran. En tanto el Empresario, y su matón. Están siendo cortados en partes, por el hombrecito de madera. Procura que no mueran porque si no la carne se endurece.

 

 

- ¡Duele!, ¡Duele mucho! – Grita el empresario Xavier

 

 

 

El hombrecito, no sabe distinguir, en ello. Tiene una pierna a su lado, y la arroja a unos perros de metal que degluten todo a su favor. El matón logra zafarse de las cuerdas, y apenas puede moverse. El hombrecito dirige su vista muy lentamente hacia la dirección en que una sierra lo atraviesa, y lentamente la fricción de aquel metal lanzando humo de motor, corta desde el estómago cayendo los intestinos separados para ser devorados por

 

 

otras maquinaciones. El torso es bello en dos partes, mientras chorrea sangre. Quedan otros pueblerinos atados en fila en el suelo. La cosechadora de almas se acerca. Pueden notarse el movimiento de los dientes apretados de aquellos seres paralizados por las cadenas que sujetan los cuerpos. Lentamente. Muy lentamente se siente el filo, que corta parte de un rostro. Pequeños trozos que se escapan, en todas direcciones. Pequeños partes, comienzan los alaridos en canticos. Uno a uno se van descuartizando, y detrás del aparato, solo carne en pedazos.

El pueblo tuvo para divertirse bastante con estos juguetes que alegraban la vida, y la muerte. El niño pobre juega con su carrito de madera que lo lleva a todos lados, mientras sus amigos creados en vida por la sangre de su padre hacen su trabajo de limpiar todo lo que la miseria generó. En algunos rincones se escapaban personas que no entendían los sucesos. No llegaban muy lejos, pues los juguetes nos los querían, y las bolas de centinelas vigilaban cada paso. El fuego que alguna vez formó parte de la casa del niño, ahora era parte de todas las casas. Era divertido saber que quienes se mofaban de las cenizas ahora, eran parte de ella. Un cuerpo color carbón se estaba vistiendo con el atuendo de las quemaduras de grados incalculables. Apenas las cuerdas vocales podían expresar algunas palabras hasta que se desplomó en partes en el suelo de tierra donde no crecerá nada más que las almas que merecen sin merecer el purgatorio eterno por su mala fama hecha, y de derecha.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.