Desde el Cajón. Apenas un poco de oxígeno. -

Me tomaré unos momentos para contarle como llegue aquí, fue todo pergeñado de forma que pudiera terminar mis días pronto. Deje un recado a ellos, para que luego de mi deceso pudiera transitar en paz al otro lado. Como verá, querido lector, soy un escritor de terror, con una vida de terror, ánimos de terror. He pasado por varios hospicios, por medicamentos, y he sido transportado a las atrocidades de los neurosiquiátricos que lo único que hicieron de mi es darme algunos fármacos. En la calle era el paria por excelencia, y el día llego con ganas insólitas de concluir mi mandato en mi ser con una entierro prematuro.

Intenté entre los medios que se me otorgaron buscar el sueño profundo, engañando al corazón con sus latidos, de forma que la medicina moderna no pudiese encontrar prueba alguna de que en el cuerpo haya vida, y así descansar hasta despertar donde me descubro, como se descubre el mundo al abrir los ojos, con la claridad de un lado de la luz, y aquí desde la oscuridad.

¿Qué es eso? Parece que una araña, me hace compañía. Otro ser condenado por el desquicio de ser enterrado vivo.

Aquí, no veo cosas, ni oigo cosas, ni huelo cosas. Los seres que me perseguían se fueron. Están allá fuera molestando a otros. Son de carne y hueso le aseguré a todo el mundo pero no me creían. Les dije que venían de muy lejos para llevarme, para torturarme, para llevarme a su mundo. No me creían. Y me obligaban a los más siniestros eventos a realizar. En fin decidí escapar de esta forma. Soy uno de muchos que sufre. Yo descubrí su secreto de ellos, y logré dormirme, engañando a la muerte por un tiempo. Y aquí estoy. El secreto no lo revelaré. No es enfermedad. Es algo alquímico que no comprenderían. Continuemos con esta aventura de miedo es turno del espacio exterior. Allí también se esconde lo místico y macabro.