Tenían una particularidad en el contorno de sus de sus rostros. No eran así como una forma definida. Un hilo conductor delimitaba la frontera entre las orejas y el mentón. No hablaban con nadie en la escuela. Se apartaban de todos. Sus padres, eran unos excéntricos. El inconveniente se suscitó cuando la burla de una de las niñas vecinas golpeo con su palma de la mano a Beth. Su hermano Keane la abrazo para que no la vieran. Unos moradores se acercaron, y vieron apenas un rostro a desfigurar. No tardo el populacho en las quejas gubernamentales a fin de verificar lo que eran los tres niños en la familia.
La vecina no volvió a jugar con ellos, y en la escuela hubo un deceso de los hermanos Mc Collin. Una visita social a la casa, investigó la verdad, de que los niños nacieron con sus semblantes desfigurados. Esto colmo de aberración a una comunidad de elite oligárquica que no aceptaba a la familia que en silencio permanecía.
- Son monstruos. No quiero que mis hijos se acerquen –
- En efecto. – comentaba la doña en un almacén del barrio
Esto no fue más que una advertencia a abandonar la urbe, que no era muy extensa. Tenía las dimensiones correspondientes a un pueblo en auge que estaba creciendo con industrialización.
La mudanza se produjo pronto que la familia se trasladó a una tierra despoblada, sobrepasando las afueras de la mini ciudad.
El inconveniente se gestó cuando ya preparados para irse de allí, Beth estaba llorando, su hermano Brad se acercó a ella. No quería manifestar la niña lo que le ocurría. Las puntadas de su rostro estaban fuera de lugar, y su ropa rasgada. El bribón y vándalo del poblado, Cloud, había hecho de las suyas con sus amigos, encerrando a Beth en un callejón sin salida. El ultraje se ejerció en su máxima expresión, y no pudo gritar ante el morbo de los malvados. Los padres no sabían nada. No debían entesarse, ya había demasiados problemas Solo ella, Brad, y Keane. La furia de Brad no tardó en su maquiavélica expresión, cuando tomo la cuchilla bien afilada de su padre, ninguno de los demás se impuso ante tal manifestación, incluso estaban listos para lo que fuere. Esperaron a que la oscuridad se adueñara de todas las luces. Fueron paso por paso,
Keane y Brad, ingresaron burlando al perro de la casa, con la ayuda de su mascota, abrieron la reja sin hacer un mínimo ruido hasta la ventana donde estaba una de la habitación. Lograron con cierto artilugio abrirla. Eran sombras que se movían en el silencio que apenas podía interrumpirlos. Éste ingresó cuidadosamente al cuarto de Cloud. Eran las doce de la noche, partirían mañana, pero antes harían algunos arreglos al poblado. Keane tomó del cuello a Cloud para que no gritase.
- ¡Shh! querido amigo, tenemos algo para ti – Le dice Brad. – con cuidado lo golpean hasta dejarlo inconsciente, y lo llevar a la salida, muy a lo lejos, cerca de un maizal libre de pecados. Ahí el espantapajos los observa con cara de terror.
- Tranquilo, pronto veras lo hermoso que eres – Le dice Keane. – en cuanto el palo ingresa por su orificio, lo dejaremos aquí quieto – No te muevas ya regresaremos. -
Su hermana estaba allí con el hilo lista para coser. Los hermanos retornaron con una buena cacería.
- No me hagan daño – grita, otro de los vándalos. –
Los niños descocieron las puntadas del cuero que los cubría. Esto aterró más aún a los casí extintos.
Eran tres esas sabandijas que lloraban sin cesar como cerdos en el matadero. Con cierta sensibilidad Keane pasa el cuchillo por el rostro de Cloud. El corte arranca por el cuello. No morirá, lo torturaran desollando cada parte de la piel. Quiero su rostro y su pene, dice ella. Tus deseos son órdenes. El miembro de aquel es desollando, y cercenado, mientras la sangre y el dolor se escapan de la boca de Patán. Ella lo guarda en su bolsillo, en su flacidez.
- ¿Les gusta? - le dice Brad. – que introduce un vara larga por el ano de aquellas alimañas. Dejaremos que disfruten un poco antes de matarlo. Keane terminaba de cortar la piel de un Cloud empalado. Luego Beth comenzó a gusto a coser parte de los músculos con los nervios. Era una experta en sufrimiento ajeno, y desde allí lo colgaba junto al espantapájaros que se mofaba de su miseria.
A los otros les fue mejor, mientras sus pieles iban siendo cortadas como sus miembros arrojados al suelo para que las oscuras criaturas de la noche cenen. A uno lo dejaron a
merced de los cuervos que picaban sus ojos, al otro metieron su cabeza en un pequeño lago lleno de peces hambrientos que devoran la carne viva.
Interesante lo que ellos eran capaces de hacer. –
Los niños tomaron los rostros de cada uno de ellos para hacer unas redes para cazar en su nuevo hogar mariposas y otros insectos. Luego jugando quitaron sus caras, se pusieron las de los malhechores,
- ¡Suena divertido! – se alegra la pequeña aplaudiendo.
La noche concluyo en el escándalo de los crímenes que se produjeron en la noche.
Era interesante saber que La doña del almacén estaba desollada, en su carne. Su marido dentro de la heladera en partes. La familia de la elite con sus cabezas en picas en una plaza. Desde la más chismosa, hasta sus hijos, sin importar edad. La vecina estaba con su rostro a medio concluir junto a su hija. Un pordiosero como testigo aseguro que la muerte vino y se los llevaba. Eran cosas con ojos saltones, y sin piel en ciertas partes, como si estuvieran despellejados. Era un borracho con un testimonio inverosímil, y falaz en todos sus aspectos. La muerte vino por ellos, y nada más. -
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Editado: 25.04.2024