Esteban llevó las planillas a su jefe quien se lo veía en el despacho A, desde el otro lado del vidrio tecleando en su ordenador un correo dirigido a lo sector de la empresa a fin de autorizar unos pagos. Al ingresar Esteban tocando la puerta, saluda a quien no levanta ni siquiera la cabeza concentrándose en su pantalla de monitor. Los papeles forman parte del escritorio. Éste no dice palabra alguna, y luego se retira por donde llegó. Al sentarse en su cubículo, estira sus brazos llenos de pereza.
- Le diste los papeles al viejo?
- Si, ni siquiera se volteó a ver lo que le daba
- Típico – comenta su compañero que se retira a otro cubículo.
Esteban cliquea las noticias. Incendio destruye totalmente un edificio, pocas solas las personas que lograron salvarse. Apenas pudo leer la misma cuando, una cierta inseguridad se dibujó en Esteban por la falta de la hoja número diez que podía ver a todas luces en su escritorio. Se levantó de inmediato a llevársela a su jefe. Desde el otro lado del vidrio no se veía al viejo tecleando rápidamente. Este ingresa, y deja los papeles con cuidado como antes de que llegue. Al salir su jefe le pregunta.
- ¿Usted ingresa si llamar antes?
- ¡Perdón! – expresa con asombro – disculpe – y frunce el ceño un tanto pensativo
– ¿no lo vi!
- ¿No me vio? Mmm se encuentra bien. He estado aquí todo el día sin salir.
- Disculpe.
- Vaya.
Esteban no entiende la situación, y se voltea a verificar que del otro lado del vidrio, no había más nada que solo un vacío. El vidrio comenzó a empañarse, y en la mente de Esteban se dibujaban formas amorfas que falazmente comprendía.
Al regresar a su sector, tomo asiento y observo el techo, la alarma de aviso de fuego que perdía unas gotas de líquido. Sandra pasa cerca de éste, quien atina a tomar su mano, pero ella sigue de largo sin voltearse.
- ¡Sandra! ¡Sandra! ¡Sandra!
Ella velozmente pasa, y no presta atención. Toma asiento en el cubículo escondido de la derecha, donde su amigo. Esteban se incorpora y va hacia ella, al llegar no encuentra nada. Para sorpresa, solo un papel mojado con un teléfono en una tinta borrosa. Del otro lado dos de sus compañeros salen por la puerta corriendo.
- ¿Qué rayos está pasando? ¡Algo no está bien!
Sandra de repente se levanta de otro box, lo que confundió a Esteban. Él, intenta llamarla, ella se va por una salida al ascensor.
- ¿Sandra? - la llama. Ella no presta atención. Al abrirse las puertas del ascensor, ella ingresa. Del espejo del mismo un blanco maravilla con su luz la visión de Esteban que pone su mano en su rostro. Al ladear la cabeza. Nota un aroma característico que invade su pesar en un escalofrío. Inmediatamente fue por su amigo Ernesto que estaba en la otra punta de aquella extensa habitación del edificio de la Empresa, parado frente a una gran ventana. Allí impoluto sin. Se acerca lentamente hacia él. Al avistarlo, se coloca a la par de éste, y le dice es una gran postal, él lo mira, y sin aviso previo, y nada que decir, rompe el vidrio de la ventana y se arroja, esto genera un fuerte golpe de aire que voltea a Esteban que grita de desesperación ante la locura de su amigo. Esteban cae al suelo con una lluvia de cristales que de a poco se va quitando de encima de su chaqueta.
- ¡Ayuda! Ernesto se acaba de arrojar al vacío. – Grita aquel, que al levantarse puede ver la niebla de un humo que en su espesor mantiene lo mantiene cegado. Intenta moverse, y llega el despacho de su jefe, el mismo aún teclea en su computadora. Éste lo llama, y golpea la puerta, pero no hay respuesta. La abre con fuerza, y no encuentra nada. Su desesperación lo traslada a correr frente al ascensor que abre sus puertas. Puede notar algunas personas corriendo por la puerta. Sandra está allí mirándolo, él se le acerca.
- ¡Sandra! ¡Tiene que ayudarme! – solo unas palabras, y ella se desvanece como arena, y las puertas del ascensor se cierran, pero no dejan ingresar a Esteban, el humo se disipa, mientras el goteo del agua de la alarma se hace mayor.
- ¿Qué ocurre? ¿Qué sucede? Esteban cae al suelo, y comienza a sentir un calor en su cuerpo, su piel se resquebraja como brazas, y la intensidad del dolor en sus músculos revelan cada fibra que se va desmembrando, quien fuera su compañero se consume quebrándose en partes de carbón, incinerándose. Todo se consume, y se convierte en una oscura zona. Esteban se levanta del suelo, y aun está allí su jefe. Sandra se dirige al Ascensor, dos de sus compañeros que corren hasta la puerta de emergencia. Ernesto allí parado frente a la ventana. Una y otra vez, cada uno tendrá su función.
En la madrugada de un 13 de noviembre del corriente año. Un incendio devoró todo el edificio de la zona céntrica. La habitación del quinto piso producto de un escape de gas, recibió una explosión. Quienes estaban cerca del despacho A, murieron en el acto. Y quienes nos, fueron consumiéndose de a poco, otros intentaron salvarse arrojándose, y procurando salidas inmediatas, llamados a teléfonos descompuestos.
Algunas almas dicen que algo no está bien.
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Editado: 25.04.2024