Introducción
Este relato es un relato de dos personas que no se conocen, los personajes son reales y existen en este mundo, pero la historia es falsa. Nada tiene que ver con la realidad. Nada de lo que pasa acá es verdadero.
Relato
Ella tenía el corazón de hielo, lo tenía congelado, alguien se lo había sacado, lo había puesto en un congelador y se lo había devuelto. El día que le devolvieron el corazón, su cuerpo sufrió inmensos cambios, uno de esos cambios fue que el cuerpo mantenía la temperatura del corazón que era de algunos grados bajo cero. Tener el corazón tan frío, al principio, hizo que ella se enfermara más de lo habitual, hasta que el cuerpo se acostumbró al cambio de temperatura y dejó de enfermarse con tanta frecuencia.
Él era un hombre incoherente, sus ideas eran incoherentes, sus pensamientos no tenían ninguna línea de coherencia. Alguien en algún momento de su vida le había arrebatado el don de la coherencia pero esto no significaba que estuviese loco: significaba que no era coherente, que era un hombre incoherente. Al principio, cuando le sacaron la coherencia, actuaba como un loco, hasta que su mente se acostumbró a no tener coherencia y dejó de actuar como un loco y simplemente fue incoherente.
Ella era fría y él incoherente, sus vidas todavía no se habían cruzado. Ambos habían escuchado hablar del otro, ya que en la ciudad donde vivían eran conocidos por sus cambios de personalidad, pero nunca se habían visto. Es posible que alguna vez se hubiesen cruzado por la calle, antes o después de haber sufrido los cambios, pero ninguno de los dos se había reconocido, y claro, porque no se conocían, era imposible reconocerse.
Un día, él estaba sentado en la computadora intentando escribir algunas incoherencias que subía a un blog que nadie leía. Ella estaba sentada frente al teléfono al cual la gente la llamaba para descargar su ira. Comenzaron a hablar. Esos eran sus trabajos: él escribía cosas que nadie leía y ella atendía gente que se descargaba. A él no le preocupaba que nadie lo leyese porque no afectaba su ego que tampoco era coherente y a ella no le preocupaba que la gente la llamara para maldecirla, para maldecir a algún vecino, para maldecir a la sociedad, porque su corazón era hielo y nada ni nadie podía afectar sus emociones.
Ese día las conexiones se cruzaron y por alguna razón comenzaron a hablar. Ella por teléfono y él por el micrófono de la computadora. A ella no le importaba cómo había pasado eso y a él nunca se le cruzó por la cabeza preguntarse por qué hablaba con alguien si lo que quería era subir uno de sus textos incoherentes al blog.
Habían pasado varias horas y seguían hablando, él repetía una y otra vez incoherencias y ella lo escuchaba sin importarle absolutamente nada de lo que él le decía. Más tarde, por alguna razón irrazonable, tomaban un café en un bar y seguían charlando. En realidad hablaba él, ella escuchaba y asentía sin importarle, quizás ni siquiera prestara atención.
Ella era una mujer hermosa, una de esas mujeres de las que cualquier ser humano podría enamorarse. Su pelo era castaño claro, los ojos color verde y un cuerpo precioso, aunque no era alta. Él era un hombre incoherente, alto, pelo negro, ojos verdes y flaco, extremadamente flaco, muy parecido a mí. Ella tenía una mirada fuerte, fría, él desorbitada, casi como yo.
Él, quizás por su incoherencia, la veía hermosa, por fuera y por dentro, una de esas personas que es muy difícil de encontrar. Ella veía en él la incoherencia, pero dentro de esa incoherencia veía ternura, la ternura que puede tener un niño, la incoherencia que puede tener un niño. Él parecía tener un retroceso mental, algo que lo volvió niño aunque no lo fuera. Era adulto pero no podía ser coherente. Ella parecía haber congelado su corazón para no sufrir más. Pero ya todos sabemos que no fue así, que alguien le arrebató a él su coherencia y alguien le enfrió a ella el corazón. Esto pudo haber sido porque no quisieron luchar para quedarse tal cual estaban.
Él, por una razón que una persona coherente desconoce, le dio un beso en la boca. Ella, con la mirada fría, se quedó quieta, sin mover ningún músculo, ni siquiera parpadeó. A él mucho no le importaba en ese momento, quería besarla y lo estaba haciendo. Así pasaron algunos minutos, el besándola apasionadamente y ella inmóvil.
De pronto ella movió sus labios, muy de a poco, casi sin que se notara, pero él lo notó y su pasión aumentó. De a poco ella se soltaba y él se emocionaba hasta que por fin el beso se volvió un verdadero beso, todavía no de amor, pero un beso que podrían darse dos amantes que aún no se aman.