Relatos del Alma

Camino de amapolas

Camino descalza por este gran campo de amapolas mientras el sol se pone. Mis manos acarician los rojos pétalos en busca de energía. ¿Es normal que me sienta tan tranquila? Comienza a enfriarse el ambiente. Pareciera que estuviera perdida, pero solo sigo mi instinto de buscar algo que esta al otro lado de ese campo. Camino y camino, pero no avanzó. Grito hola y mi voz se va difuminando a lo lejos. ¿Hay alguien que me escuche? Me tropiezo con un tronco que aparece de la nada, el blanco vestido se ensucia y pierde su pureza. Miro de un lado a otro buscando vida, pero lo único que se movía eran las flores con el viento. Mi piel se siente fría. Me cuestiono qué es lo que busco, entonces una lágrima comienza a recorrer mi mejilla. ¿Qué es esto? Es como si una pena me comenzará a embargar, una que no puedo evitar. Lloro hasta que las estrellas dominan el cielo, pero una presencia hace que levante la mirada. Mis pupilas se dilatan ante la belleza de las pequeñas luces que comienzan a surgir de las flores, era como si cada una de esas luciérnagas quisiera reconfortarme. Me levanto y limpio mi vestido. Admiro el espectáculo nocturno con tranquilidad, era como si lo que buscaba apareció. Esperanza es lo que comienza a surgir en mi. Sin embargo, todavía había algo de instinto que me decía que necesitaba seguir caminando. Miro a todos lados buscando si había algo, entonces veo acercarse un hermoso caballo blanco, el cual con cada paso iba iluminándose con las luces. Me quedo sin palabras ante la belleza que aparecía ante mi. Cuando llega a mi lado mueve su cabeza con un bufido que llena mi corazón. Ahora estaba tranquila con su compañía. Abrazo su cabeza suavemente y me lleno de energía, entonces miro sus negros ojos y es como si el universo se reflejara en ellos. Comenzamos a caminar y con cada paso iba sintiendo como la vida tomaba un nuevo significado. Ahora me sentía fuerte y capaz de salir de este campo para recorrer el mundo sin ningún miedo. Pronto salgo de aquel lugar que me retenía y siento como mis labios dibujaban una sonrisa. Miro al animal, quien con un nuevo bufido alegra mi corazón. De repente acerca su cabeza a mi rostro, era claro que había una despedida. Miro como se va alejando, pero no había tristeza sino agradecimiento. Me habían dado el empujón que necesitaba y ahora solo quedaba avanzar ante las miles de luces nocturnas, ya no estaba sola.



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En el texto hay: relatos, alma, vida

Editado: 14.02.2024

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