Relatos en 30 líneas

En penitencia

Arrodillada sobre maíz, sosteniendo dos libros en cada brazo extendido, Victoria miraba el rincón, soportando las burlas de los chicos.

            Algún tirón de cabellos, alguien que le tiraba con las tizas, otra que arrojaba gotas de saliva utilizando los dedos como catapulta y alguna chica, probablemente envidiosa de la sedosa cabellera, le había pegado un chicle, con vehemencia.

            Victoria cerraba los ojos y trataba de soportar estoicamente, ignorando las burlas y los insultos que intentaban vejar su amor propio.

            -¡Asterpi! ¡No baje los brazos! ¡No le dije que descansara! ¿Qué dijo? Ah, mejor así. Me pareció que estaba rezongando, o quería decir algo. ¡Cuéntele a la clase, así nos reímos todos! -se mofaba la vicedirectora, esperando a la máxima autoridad de la institución.

            -¡Asterpi! ¡Deje los libros y ponga los dedos sobre el escritorio! ¡Y sin chistar!

            Con las lágrimas enturbiándole la mirada, Victoria obedecía, mordiéndose el labio inferior, intentando no emitir el más mínimo quejido.

            -¡Siempre lo mismo con esta chica! ¡No voy a permitir que una manzana podrida estropee el cajón! -espetó la recién llegada, la directora Pérez González Smith de Nepotti Vazquez, mirándola por encima de los lentes, colgados casi al borde de la nariz.

            La pesada regla de madera que utilizaban para trazar líneas rectas sobre el pizarrón cayó una, dos, quince veces sobre los dedos extendidos de la silenciosa y estoica Victoria, que intentaba no prolongar la situación.

            - ¡Ya no sé cómo hablar con usted! ¡A ver si se da cuenta! ¡A esa chica que usted reprobó en matemáticas porque dijo que dos más dos es igual a cincuenta y siete, y que cinco dividido cinco es Júpiter, es la hija del presidente de la Comisión Directiva! ¡Si los padres ven que los chicos no sacan promedio diez en nuestra excelsa institución, los retirarán y perderemos las matrículas! ¡Tiene que nivelar para abajo, Asterpi! ¡Para abajo! ¡Sólo a usted puede importarle que los chicos aprendan! ¡En pleno 2018, todavía pretenden enseñar! ¡Habráse visto! ¡Que sea la última vez! ¿Me entendió?

            Los alumnos estallaron en aplausos de ovación, registrando la reprimenda en sus celulares de alta gama y subiéndolas a las redes sociales, pletóricas de fatlas ortográficas.




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