Relatos intermitentes de una muerte predeterminada

El Aeropuerto

“Y no le tengo miedo a la muerte, en cualquier momento llegará,
no me importa, ¿Por qué debería tenerle miedo a la muerte?
no hay razón para ello, tendrás que irte en algún momento”

Mateo a rastras, cansado y con los pies adoloridos llegó al aeropuerto, su condición física no era ni cercana a la promedio por lo que el recorrido desde donde lo dejó el bus hasta el aeropuerto le resultó extenuante; llegó a las 6:30 AM (tuvo que levantarse a las 5:00 AM, tomar el autobús y esperar una hora de su largo recorrido por la ciudad. Esta lucía apagada, dormida, recorriéndola pegado a una ventana con las curiosas vistas de las personas que también requerían transporte, el simplemente escuchaba la armonía de la tranquila madrugada)

Entrando al Aeropuerto sintió una extraña sensación de reconforte, lucía tranquillo, limpio, bien estructurado, inorgánico y aún más importante, lucía muerto, como un hospital, como aquellos lugares donde Mateo pasó gran parte de su vida. El Aeropuerto al igual que el hospital estaba cargado de silencio, no incomodo si no respetuoso, era un lugar donde el estar callado y sentado en una silla mirando al vacío existencial o a una revista era bueno, era lo correcto (o por lo menos así era a las 6:40 AM).

Tan repentino como el pronto despegue, el se encontraba en el avión, solo venían pequeños deslumbramientos de su memoria (tal vez por la temprana hora o por su enfermedad) sobre cómo le gustaba esperar en la fila, donde un niño de unos 8 años le preguntó porque no tenía cabello él con una sonrisa respondió “no tengo que peinarme si no tengo cabello” el infante tomó el pequeño rizo que se formaba en su frente y lo contempló hasta que su madre lo jalaba del brazo con pena y cólera. El avión despegó arrancándole de ese recuerdo, sujetando fuertemente los reposabrazos, sentía como su mano se alejaba al igual que las sensaciones, era como si su mente ya no se encontrara en su cuerpo, entrecerrando los ojos y con pequeñas dificultades para respirar, perdió la consciencia. Recobró la lucidez cuando el avión se encontraba estable en el aire; débil y con la cara aún más pálida, sentía una debilidad casi extrema, la azafata se acercó para preguntar si estaba bien, si requería algo, él solo contestó “nada que un desayuno no puedo arreglar guapa” Y tenía razón, alimentar el estómago después de tiempo en ayunas es como un placer cósmico; terminó el desayuno para proceder a dormir el resto del vuelo 

Después de llegar al aeropuerto internacional de El Paso, Texas, todos los viajeros fueron procesados y cuestionados en el control migratorio, todos pasaban rápidamente, él era el último de la fila (y el que poseía menos equipaje) al estar frente a frente con el inspector aduanero, ambos se miraron y analizaron, Mateo vio a un hombre alto y fornido de dos metros de alto, calvo al igual que él, con una pequeña cicatriz en la mejilla (tal vez de un combate o de un accidente de cocina) con una piel poco bronceada, lucía como Vin Diesel pero con mas cachetes y sin el balbuceo inentendible; el agente preguntó

-¿a qué vienes? –Dijo con un porte erguido y de modo intimidatorio
-A tirar mi dinero en las mayores atracciones de Texas compadre –Respondió Mateo con un pésimo acento de vaquero
-Quítate el gorro –indicó el agente después de bufar y molestarse.
Mateo se lo quitó, el agente (el cual se llamaba Cole, o por lo menos eso decía su gafete) quedó sorprendido, acomplejado y un poco intrigado al ver la carencia de pelo
-¿cuál es tu propósito aquí? En Serio –Con un tono un poco más comprensivo preguntó Cole
-Un viaje
-¿Qué tipo de viaje?
-Un viaje suicida –El agente Cole quedó anonadado
-¿Planeas morir?
-Si…bueno, es un poco más complicado que eso, voy a morir…eso es obvio, no hoy, espero, pero si pronto, lo he aceptado, pero no significa que deba quedarme tirado en el sillón llorando y lamentando mis problemas, no quería morir antes de tiempo, no sin hacer algo, así que tomé mis cosas y dije “al carajo” y vine, es arriesgado, digo, podría quedarme en un hospital atado a una cama y a cientos de medicamentos pero sería como prolongar la muerte, evitarla…al igual que la vida, entonces lo acepté, decidí que no me iba dar miedo la muerte así como no me daría miedo la vida, carajo, si que es arriesgado, es suicida, dejé todo atrás, pero…por primera vez me siento lleno –Cole sintiéndose sin palabras, solo dio una pequeña sonrisa para después decir
-¿Harás ese viaje suicida con Sexo, Drogas y Rock and Roll? –con una pequeña carcajada, Mateo respondió
-El rock and roll pasó de moda, aunque a mi me gusta, he tenido suficiente de las drogas, digo, estuve un par de años recibiendo una cantidad insana en quimio, y el sexo…bueno, soy mas virgen que la madre de Jesús –Tomándose unos instantes para pensar mientras respiraba profundamente y mirar alrededor, Cole preguntó
-¿Has bebido cerveza?
-Nop señor –El agente, después de tragar saliva, sacó de su bolsillo un billete y le dijo
-Ten, no puedes irte sin probar la de Downtown… no debería hacer esto, pero si te vas a ir, vas a hacerlo como Dios manda, dame el honor de invitarte tu primera cerveza… –Mateo sorprendido tomó el billete y abrazó al agente, este lo retiró amablemente y dijo
-Haz que valga la pena –Mateo se despidió diciendo
-Claro, haré que mi muerte valga la pena

Mateo salió del Aeropuerto con pasos largos y alegres, se detuvo y quedó con la boca abierta al ver lo que le esperaba justo afuera




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