Relojes: Corriendo

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Recordando todo lo que habían hecho el día anterior casi perdió el color y esperaba que su día no fuese tan malo como imaginaba, sin embargo el mundo parecía ir en su contra, ese día compartieron la pequeña aula del inspección con Dorian Santorski y sus compañeros, los cuales estaban mojados, todos  menos Dorian.

En inspector solo temblaba de ira mientras los miraba, por lo que joule y sus compañeros de quemados solo se agruparon en una esquina en silencio.

El hombre, que probablemente se iba a quedar calvo pronto, grito mucho esa mañana, se detenía para mirarlos mal y luego siguió gritando mientras llenaba los llamados de atención y despachaba al primer grupo, y como si Dorian tuviera algo contra ellos, sonreía de vez en cuando haciéndolo enojar aún más.

Cuando solo quedaron los cuatro ninguno se atrevió a mirarlo a la cara y aun sin verlo sentían su mirada iracunda sobre ellos.

-Todos –dijo con voz asesina -¡Mañana quiero ver a su representante!

Los cuatro asintieron con la cabeza en silencio.

-¡Ninguno podrá entrar a clases hasta que los vea!

Volvieron a asentir.

-Yo personalmente hablare con ellos de sus asistencias, comportamiento y de lo que rompieron ayer.

Ni Cristopher, que siempre había sido un bocón, se atrevió a refutar y todos volvieron a asentir en silencio.

-Recojan todo, lo roto pónganlo en ese cartón y lo que se puede reparar déjenlo en mi mesa.

Asintieron una vez más pero no se movieron por que no sabían por dónde empezar,  las cosas se rotas cubrían gran parte del piso detrás de la mesa, y eso le dio el tiempo a que Cristopher se llenara de valor y abriera la boca.

-¡Había un ratón! ¡Una rata! ¡Y era enorme! ¡Rasguño al Bocha y casi salta encima de Joule! ¡Cuando salimos corriendo el armario de cayo solo!

-¿Una rata?

-¡Si! –gritaron los cuatro.

-Además la jaula de pelotas estaba cerrada con un alambre –dijo joule mirando un pedazo de alambre que había sido olvidado entre todo el desorden que el armario roto dejo, el inspector también se dio cuenta de lo que ella estaba mirando, y eso hubiese podido pasar desapercibido si el inspector no fuese un compulsivo que tenía la inspección bien ordenada y sabía todo lo que tenía ahí.

-¡Eso es verdad! Cuando estábamos desenredando el alambre apareció la rata.

-Nunca he visto ratas y llevo años aquí.

-Pues ayer apareció una y ya le dije que rasguño al pobre bocha.

-¿Dónde?

-Solo me raspo la pierna, mi mama me puso alcohol pero a Joule casi le salta encima.

El hombre no les creyó hasta cuando el Bocha se levantó el pantalón y revelo tres marcas rojizas idénticas.

-Creo que Leónidas también se lastimo.

-Solo me raspe un poco, no es nada.

De alguna manera habían logrado aligerar el ambiente, el inspector ya no estaba tan enojado pero aun no tenía motivos para creerles.

-¿Los cuatro no me están mintiendo?

-¡No!

Los miro a los cuatro y reflexiono la situación durante unos segundos.

-Nunca he visto una rata aquí –dijo serio –ni siquiera un ratón, hablare de todo esto con sus padres y…

-¿Y eso que es?

El bocha era el tipo de alumno gracioso pero también valiente, ella sabía que si hubiese visto a la cosa antes de que lo mordiera lo hubiera enfrentado, es por eso que no se sorprendió cuando el chico vio a la nueva rata y no se asustó. El animal no era grande pero tampoco tan pequeño, y se deslizo por la pared lentamente, pronto los gritos volvieron a estallar y los cuatro niños salieron corriendo dejando al inspector atrás, se escucharon varios golpes, un crujido y una ventana rota.

Cuando volvieron a la hora del recreo el inspector no los miro ni volvió a tocar el tema de sus representantes, solo llegaron a enterarse después por la profesora Beatrice que tuvieron que llamar a varios profesores para sacar al animal y cuando habían intentado reparar el mueble este se había vuelto a partir, dejándolos libres de toda culpa.

 

A Joule en realidad dejo de importarle ese problema rápidamente, en su lugar se concentró en pasar un recreo junto a Leónidas. Desde el año pasado se habían acercado un poco ya que pasaron un par de meses sentados uno detrás del otro hasta que Miguel se interpuso con la excusa de que no veía bien.

Ella aun no sabía si podía llamarlo un enamoramiento, pero le gustaba ver a Leónidas y seguido pensaba en él, el chico también ayudaba a la causa siendo comprensivo y sonriendo siempre. Con todos esos atributos Joule sabía que el chico estaba varios niveles por encima de ella y eso de alguna manera no le molestaba, solo era feliz mirándolo y hablando con el de vez en cuando.

-No creí que los del sexto a fueran tan tontos, el inspector les grito hasta que le salió un gallo.

-¡Argh! Hasta creo que Dorian nos odia, hacerlo justo hoy.



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En el texto hay: infancia, infantil, magi

Editado: 20.02.2021

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