Braulio conducía el auto mientras que Rebeca y yo íbamos en el asiento de atrás. Como de costumbre, estuve mirando por la ventana a mi costado, pero en realidad estaba inmerso en los recuerdos que el anillo en mi dedo índice me hizo evocar de hace treinta y cinco años atrás.
—Tío, sígueme contando de Mariana –Rebeca me tiraba suavemente la manga del chaleco.
—¿Qué? –parpadeé y la miré atentamente.
—Que me cuentes más de Mariana –sonrió.
Reí con un poco de nervio al ver por el retrovisor los ojos serios de mi hermano, quien detuvo el auto al llegar a una esquina.
— ¿En qué me quedé? –me volví hacia mi sobrina.
— En que te dio su número de teléfono –aplaudió.
— Ya recordé –sonreí y tragué saliva.
«Pasé todo el bendito fin de semana tratando de hacer el relato de Estrabón, pero finalmente conseguí hacer algo medianamente creíble. La entrega, sin embargo, la hice al inicio de la ayudantía de Geografía, en la cual fui “elogiado” por Mariana debido a mi ensayo sobre los geógrafos, destacando que tenía buenos argumentos y un nivel de análisis un tanto más avanzado del requerido.
El lío vendría ahora con otro trabajo que se trataba de una ficha bibliográfica sobre un geógrafo que dio una conferencia tiempo atrás y que la misma profesora presenció, actividad que odié durante toda la semana al no poder encontrar datos sobre el conferencista y menos aún del contexto en el que se desarrolló, viéndome en serios aprietos el día antes de la clase. Tratando de no perder la calma, decidí llamar a Mariana para consultarle, esperando no importunarla.
— ¿Aló? –para mi suerte, fue ella quien contestó.
— Hola, Mariana –saludé-, soy Carlos del curso de Geografía.
— ¡Ah, hola! –me ubicó al instante-. ¿Cómo estás?
— Liado –reí nervioso-. A regañadientes te llamo porque nunca había hecho esto con un ayudante, pero los problemas con la biografía del conferencista y el contexto me tienen bien complicado.
— No te preocupes, háblame por aquí nomás si somos compañeros –rió-. Ya, veamos primero. ¿Cuál es el problema con la biografía?
— No logro dar con datos del doctor –le comencé a explicar-. Los chicos decían que había algo en el texto que nos dio a trabajar la profesora, pero en lo que leí no me asomaba nada que fuera acorde.
— Mmm… Ya –se quedó pensando unos segundos-. ¿Te puedo llamar luego?
— Mientras me puedas responder, claro –ambos reímos.
— Dame tu número –parecía que Mariana tenía una libreta y cambiaba de hoja.
En seguida se lo di.
— Listo, déjame buscar el texto y te llamo –dijo.
— Gracias –colgué en tanto ella lo hizo.
Volví a la mesa del comedor para buscar en el texto alguna información útil para el trabajo y en eso el teléfono sonó, por lo que me levanté rápidamente para contestar.
— ¿Aló?
— Hola –era ella-. Ya, en el texto sale el Instituto Panamericano de Geografía y va muy acorde con él porque fue director de éste instituto mucho tiempo. Él es un geógrafo y a lo que se dedica éste instituto son a dos cosas: en primer lugar, tiene una fuerte crítica social hacia cómo es Latinoamérica. ¿Captas? La geografía que se practica en Latinoamérica. Por ejemplo, tiene una fuerte crítica hacia la regionalización en América, la manera de organizarse los países por la cual, más que unirlos, los desune. Tal como en el caso chileno, vemos cómo las regiones más alejadas de nuestro país no se sienten parte. Finalmente, el Instituto tiene otro aspecto y es que ellos se dedican a ver los distintos métodos de estudio en que se puede hacer geografía, lo que tiene mucho que ver con los “cinco ciclos de la geografía” porque lo que él hace es toda una evolución desde los principios hasta la manera actual de verla. ¿Captas? Por eso tiene algo que ver. Si buscas más información detallada de él, es un autor bastante escurridizo, no se sabe mucho. Eso.
Me quedé pensando en la tamaña explicación.
— ¿Aló? –al parecer se preocupó al no escuchar una palabra-. ¿Qué sucede?
— Es que… –buscaba cómo responder sin sonar idiota-. Sale más fácil buscar el cometa Halley.
Para mi suerte, se lo tomo bien y rió.
— Sí, a mí también me costó encontrar de él –dijo-. ¿Pero te quedó claro para dónde va?
— Con todo respeto –tragué saliva-. Ideota la tuya pedir una ficha de un tipo así, te creo si fuera de Humboldt, Ratzel o Ritter.
— Punto menos por sin respeto –dijo ofendida-. En primer lugar, le voy a decir, mi querido Carlos, que no tuve la idea, fue la profesora, así que lo voy a acusar…
— ¿Me has visto temblar? –sonreí-. No, pero en serio, se pasaron.
— Bienvenido a la universidad –dijo-. Así es siempre.
— ¿Gracias? –levanté una ceja.