Narrado por Isabella
El viaje de regreso a la villa en Sicilia fue silencioso. Mis hermanas, acostumbradas a mi comportamiento reservado, no preguntaron nada, pero sentía sus miradas sobre mí. Sofía fue la única que se atrevió a romper el silencio.
"¿Es él, verdad?" preguntó en voz baja mientras el auto recorría las oscuras carreteras italianas.
No contesté de inmediato, fingiendo que el paisaje era más interesante de lo que realmente era. Pero Sofía siempre había tenido una habilidad especial para leerme, incluso cuando yo misma no quería enfrentar la verdad.
"Es Alekséi," dijo, respondiéndose a sí misma. "¿Qué hará él aquí después de tanto tiempo?"
"Eso es lo que pretendo averiguar," respondí finalmente, mi tono más frío de lo que pretendía.
La villa estaba tranquila cuando llegamos. El personal se retiró a sus habitaciones, y mis hermanas hicieron lo mismo, dejándome sola en la biblioteca. Era el único lugar donde podía encontrar algo de paz, pero esta vez, incluso las paredes llenas de libros no lograban calmarme.
Me serví un vaso de whisky y me dejé caer en uno de los sillones de cuero. La imagen de Alekséi en el balcón, su voz, su mirada... todo seguía persiguiéndome. No podía evitar recordar los momentos que habíamos compartido dos años atrás, el fuego que había consumido todo entre nosotros.
"Dos años," murmuré, observando el líquido ámbar en mi vaso. "¿Por qué ahora?"
No había respuesta, pero la inquietud en mi pecho era suficiente para decirme que esto no sería sencillo. Alekséi Romanov no era el tipo de hombre que aparecía sin motivo, y si estaba de vuelta en mi vida, debía haber una razón poderosa detrás de ello.
A la mañana siguiente, desperté temprano. Sabía que Alekséi no se quedaría mucho tiempo en Roma sin hacer un movimiento, y no podía permitirme estar desprevenida. Pedí que trajeran informes sobre los recientes ataques, intentando identificar cualquier patrón que pudiera vincularlos a su organización.
"Esto no tiene sentido," murmuré, hojeando los documentos en mi oficina. "Los rusos nunca atacan sin dejar un mensaje claro. Esto parece algo diseñado para culparlos."
La idea me inquietó aún más. Si alguien estaba intentando enfrentar a nuestras familias, el riesgo de una guerra era inminente. Y en medio de todo esto, Alekséi estaba aquí, como si supiera que lo necesitaría.
"¿Qué opinas?" preguntó Sofía, entrando a la oficina con una taza de café en la mano.
"Que esto apesta," respondí, dejando los papeles sobre la mesa. "Alguien está jugando con nosotros."
"¿Y crees que Alekséi está detrás de esto?"
Lo pensé por un momento antes de negar con la cabeza. "No. Esto no es su estilo."
Sofía levantó una ceja, sorprendida. "¿Defendiendo a un Romanov? Eso es nuevo."
La ignoré, concentrándome en el mapa que tenía frente a mí. Los ataques estaban demasiado dispersos, como si quien los orquestara no buscara un objetivo en particular, sino sembrar el caos.
Esa tarde recibí un mensaje de Alekséi.
"Reunámonos. Sin intermediarios. Hay cosas que necesitas saber."
No supe si sentir alivio o inquietud. Aunque no quería admitirlo, había estado esperando algo de él. Pero la idea de volver a verlo, sola, me ponía en un estado de alerta que hacía tiempo no sentía.
Respondí con un lugar y una hora, eligiendo un viñedo apartado en las afueras de Palermo. Era un lugar neutral, donde sabía que tendría ventaja si algo salía mal.
Llegué al anochecer, acompañada de dos de mis hombres, quienes permanecieron cerca pero fuera de vista. Alekséi ya estaba allí, apoyado contra su auto negro, con una calma que me sacaba de quicio.
"Siempre puntual," dijo cuando me acerqué, una leve sonrisa en sus labios.
"Siempre sospechoso," respondí, cruzándome de brazos.
Alekséi dejó escapar una risa suave y dio un paso hacia mí. "No he venido a jugar, Isabella."
"Entonces ve al grano," respondí, tratando de ignorar cómo su cercanía hacía que mi corazón latiera más rápido.
"Alguien está manipulándonos," dijo, su expresión seria. "Los ataques recientes no son obra de mi gente. He investigado, y creo que es un tercero intentando enfrentarnos."
"¿Por qué debería creerte?"
"Porque si fuera yo, ya habrías tenido pruebas contundentes. Esto no es mi estilo, y lo sabes."
No quería admitirlo, pero tenía razón. Alekséi siempre había sido directo, incluso cuando éramos enemigos.
"Si esto es cierto, ¿quién está detrás?" pregunté, mi voz más suave ahora.
"Todavía no lo sé," admitió. "Pero si seguimos enfrentándonos, ellos ganarán."
La idea de trabajar con Alekséi era tan tentadora como peligrosa. Había una parte de mí que quería rechazarlo, mantener la distancia y resolver esto por mi cuenta. Pero otra parte, más profunda y más honesta, sabía que lo necesitaba.
"Bien," dije finalmente. "Pero si esto resulta ser un juego más, Alekséi, no dudaré en eliminarte."
Una sonrisa apareció en sus labios, esa sonrisa arrogante que tanto me irritaba y me encantaba al mismo tiempo.
"No espero menos de ti, Isabella."
Mientras nos alejábamos del viñedo, no pude evitar preguntarme si había tomado la decisión correcta. Alekséi Romanov estaba de vuelta en mi vida, y esta vez no había marcha atrás.