Capítulo 38:
Verdades
Lo primero que siento es una suave puntada en la cabeza, y conozco la razón del dolor. No fue la caída en ese pueblo, fue el golpe que me dio Romina para dejarme inconsciente en el momento en que llegamos. Abro los ojos, me siento un poco desorientada, me incorporo despacio. Es la misma habitación en la que he estado estos últimos días.
—Lamento haberte golpeado —una disculpa de parte de Romina me extraña. Está inquieta al pie de la cama.
—¿Escuché bien? —pregunto aún con la vista un poco borrosa, y bastante desconcertada—. ¿Te estás disculpando?
—No me hagas repetirlo —dice entre dientes.
Por primera vez desde que la conozco, que no es mucho tiempo, muestra su debilidad, la fragilidad que oculta debajo de esa coraza hecha de rudeza y frialdad.
Por primera vez veo miedo en sus brillantes ojos. Un miedo que no puede enfrentar a golpes, y que ni siquiera sabe cómo expresar. Sus labios se mueven nerviosos intentando explicar algo a lo que no está acostumbrada: pedir ayuda.
—Bien, obviemos tu repentino cambio, e inesperada disculpa —digo para tratar de tranquilizarla, o más bien para tratar de generar un poco más de confianza. La vampira es muy cerrada, una persona que no comparte sus sentimientos, sus temores… las palabras hay que sacárselas poco a poco—. Dime exactamente lo que ocurre.
—Es Dimas —dice mirando a todas partes como si esperara que él se apareciera en la habitación en cualquier momento. Me parece que ya sé por dónde va la situación.
—Te has enterado que él y yo compartimos un pasado no muy ameno, ¿cierto? —Ella afirma—. ¿Cuál es el problema?
—¿Cuál? —dice exasperada—. Estuvo muerto, dentro de una caja por mucho tiempo y luego… no sé exactamente lo que ocurrió después, pero es tan absurdo todo y al mismo tiempo tan real. —Se deja caer en el borde de la cama—. No sé cómo digerir toda esta información.
Ella no buscó a la persona adecuada para que la aconseje, yo apenas he intentado analizar mi propia experiencia.
—¿No te has dado cuenta de que tu dieta incluye la sangre fresca?
—¿Qué hay con eso?
—¡Vamos, Romina! ¡Por Dios! Dimas está vivo ahora, no es como si pareciera un cadáver andante.
—Ya lo sé, pero…
—Solo no pienses mucho en ello, es su pasado, no deberías darle mucha importancia. —Definitivamente no soy buena para esto—. ¿En qué te afecta su extraño regreso?
Ella arquea las cejas, como si yo no pudiera comprenderla. En realidad, no lo hago. No comprendo por qué su pasado le afecta; somos nosotros los que tenemos esas imágenes tan vívidas y escabrosas en nuestras memorias. Esos recuerdos que te hielan la sangre.
—¿Cómo asumes que tu novio estuvo muerto? —Ahora quien arquea las cejas soy yo. ¿De verdad me está haciendo esa pregunta? Sí, definitivamente Romina no se encuentra nada bien. Todo esto del pasado de Dimas la está afectando demasiado. Además…
—Primero, ¿acabas de aceptar que Dimas es tu novio? —Mueve los labios para defenderse, pero se lo impido alzando la mano—. Segundo, ¿te has dado cuenta de a quién le estas preguntando? Porque, si mal no recuerdo, todos ustedes conocían mi pasado primero que yo. No ha sido nada fácil asumirlo. ¿No te has preguntado cómo se siente él con respecto a todo? Él ha estado solo, y muchos fantasmas del pasado lo persiguen. ¿Quién crees que tiene más problemas con eso?
Su piel se vuelve un poco más pálida de lo normal, su ira de hace unos pocos minutos se ha esfumado, es más, me atrevo a decir que no tiene ningún tipo de argumento para continuar con esta conversación. Se encorva, con las manos en la cabeza sosteniendo su corto y azulado cabello.
—Ahora me siento mucho peor —admite en voz alta, se da cuenta demasiado tarde—, no debí haber dicho eso.
—Sabes, Romi, en ocasiones es bueno expresar lo que sentimos —digo. Yo debería aplicar mis propios consejos, claro que eso no es algo fácil de hacer.
—¿Cuántas veces has puesto en práctica ese consejo?
—Nunca, creo —digo dubitativa. Mis recuerdos son bastantes escasos, así que es difícil saberlo.
—Eso pensé.
Se levanta. Da vueltas por delante de la cama por unos minutos, balanceándose de un lado al otro, como pensando en los próximos pasos que dará al cruzar la puerta.
Yo solo puedo pensar en Santiago y Ronald, ¿estarán bien? ¿Qué habrá pasado después de que Dimas y yo nos fuimos? Hay tantas cosas que aún siguen estando ocultas ante mis ojos que no sé por dónde comenzar. Mi pasado cada vez es más presente, y asumirlo es cuestión de tiempo. El tiempo es sabio y capaz de sanar todas las heridas. Ahora lo más importante es encontrar a esa tercera persona que comparte un pasado semejante al de Dimas y el mío, e intentar comprender por qué estamos aquí, cuál es la razón por la cual se tomaron tantas molestias para devolvernos a la vida. Son respuestas que solo el tiempo podrá resolver. Como siempre, el tiempo es un factor importante en cada paso que damos.
—Geraldine está aquí, y quiere hablar contigo —anuncia.
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Editado: 27.07.2021