Isabella Jones.
Apenas abrí los ojos noté que estaba sola en la cama, me quedé unos segundos tratando de terminar de despertarme y observar a mi lado con una pequeña esperanza de encontrar a Gael, pero no había nadie más en ma habitación como tampoco estaba su ropa.
Aparte las sábanas y me coloqué ropa para ir directo al baño y empezar a prepararme. Tarde poco minutos en terminar de arreglarme, salí de la habitación y escuché como mi móvil sonaba por la llegada de mensajes iba a acercarme pero varios toques en mi puerta me hizo apartarme para abrir y observar a Ian.
─ Hola isabellita.
─ Hola Ian.
─ Gael y Thomas se fueron con stefan. ─note como miraba sus zapatillas. ─ ¿Quieres desayunar conmigo?
─ Claro.
Me aparté de la puerta y agarré mis cosas para salir junto a él.
─ Stefan también dijo que no podemos salir del hotel por unas horas.
Lo observé confundida.
─ ¿Ha pasado algo?
Ian se removió el cabello lleno de pequeños rulos, llevaba un buzo amarillo con unos pantalones deportivos negros.
─ ¿No lo sabes?
─ ¿Saber qué?
Él me observó unos segundos tratando de descifrar si metía o no, pero era verdad, no sabia que estaba pasando y por sus actitudes sentía que no era nada bueno.
─ No creo que me corresponda decírtelo, creo que deberías esperar a Malik.
─ ¿Qué tan malo es?
─ No lo sé.
Llegamos al restaurante y caminamos a una mesa contra la ventana, me senté enfrente suyo y tomé la carta para ver que pedir.
─ Yo quiero una chocolatada con crema arriba y unos tostados rellenos. ─pidió Ian con una sonrisa.
─ Un jugo de naranja y unas tostadas. ─le devolví la carta al chico y me acomodé observando el central park.
─ ¿Crees en la vida después de la muerte? ─preguntó el chico que estaba enfrente jugando con una servilleta.
─ No, pero en ciertos momentos me da intriga saber que es lo que pasa cuando uno muere, ¿y tú crees en eso?
Él hizo un mohín con sus labios.
─ No pero a la vez si, es confuso.
─ ¿Y crees que hay vida en el otro planeta?
Ian me observó con una sonrisa.
─ Me encanta hablar de esos temas, yo creo que sí, si existimos nosotros que les impide que existan más personas en otro planeta.
─ Creo lo mismo, pero es un poco difícil descifrarlo si no tenemos una gran tecnología avanzada.
─ Me caes muy bien, eres genial.
─ Tú también me caes bien, eres un gran chico. ─él negó suavemente con su cabeza.
─ No, no lo creo.
─ ¿Por qué?
Ian suspiró antes de responder.
─ Cometí y sigo cometiendo muchos errores, soy culpable de muchas cosas. ─respiró hondo antes de seguir hablando ─. Siempre intento encajar en muchas cosas pero no lo logro y el que Gael o Thomas estén encima mío tratándome como si fuera un niño jugando con tijeras lo demuestra.
─ Todos cometemos errores en la vida pero en esos momentos debemos aprender y tratar de no volver a equivocarnos. Y seguro los chicos quieren protegerte.
─ Me he drogado ¿sabes?
─ Gael me lo ha comentado pero nunca lo profundizó porque no le corresponde a él.
─ Hay momentos donde anhelo volver a hacerlo, pero quiero dejar de comportarme como un adolescente entrando a la pubertad.
─ Y eso está bien, supongo que debe costar mucho el desprenderse del todo de esas cosas, no estoy muy informada en ese ámbito. ─lo miro ─. Pero si estoy segura de que eres increíble de alguna forma quieres mejorar tu vida y eso no lo hace cualquiera. Todos decimos que queremos hacer tales cosas pero la diferencia está en esas personas que lo ponen en práctica.
─ Siento que si lo vuelvo a hacer sería porque me siento asqueroso de mi mismo.
Estire y mi mano y acaricie la suya sobre la mesa.
─ No pienses en los motivos por los cuales deberias hacerlo, piensa mejor en lo que te motiva, ¿qué es lo que más te apasiona?
─ ¿No te burlaras?
Sonreí levemente.
─ Claro que no.
─ Muchas veces he cocinado, podría decir que se me da bien, puedo combinar cosas de la música y llevarlas a la cocina.
─ Eso es increíble, ¿cuál fue la última cosa que has hecho?
─ Hice diez cupcakes.
Me acomodé en el asiento cuando dejaron el desayuno y observé a Ian cuando se me cruzo una idea en la cabeza.
─ Mira, me dieron dos días de descanso, podemos ir a mi de departamento y te ayudo a que hagas mil cupcakes.
Él me observó atentamente con un brillo de ilusión en sus ojos.
─ ¿Y qué haremos con esos cupcakes? ─preguntó.
─ Podemos ir por la ciudad y regalárselo a personas en situación de calle, yo se hacer pasta.
─ Me agrada la vida, ¿podemos hacerlo?
─ Claro que sí, terminemos de desayunar y vayamos a mi departamento.
Ian asistió y comenzamos a desayunar en silencio, no lo conocía mucho pero sabia que le habían hecho daño y no quería que este pensado en ese tipo de cosas, quería que su energía la gastara en cosas que lo motiven.
Terminé primero de desayunar y observe como la pantalla se iluminaba con el nombre de Gael, deslicé el dedo y atendí.
─ Hey, ¿todo bien?
─ Si, ¿y tú? ─se le notaba un poco agitado.
─ Si, he venido a desayunar con Ian, ¿dónde estás?
─ Em... tuve una pequeña reunión con Stefan, te quiero ¿lo sabes?
─ Y yo a ti.
Gael respiró hondo.
─ ¿Qué está pasando? ─le pregunté.
─ Algo está sucediendo y quiero llevarlo lo mejor posible, me alegra muchísimo saber que el cariño que nos tenemos es mutuo.
─ ¿Es algo malo?
Él tardó unos segundos en responder, sabia que no había colgado porque seguía escuchando su respiración.
─ No, luego hablaremos bien y prometo contarte todo pero ahora debo irme.
─ ¿Dónde?
─ Te quiero Isa.
Iba a decir algo pero sentí como había colgado la llamada y observé la pantalla del móvil, sabia que estaba pasando algo y que nadie quería decirlo, pero no quería estar preocupándome por cosas que seguro no me involucraban.