Era tal como el cielo una palabra suya,
consiguiendo hacerme suspirar,
y sin quererlo, sin apenas darme cuenta,
me hizo capaz de amarlo y de soñar.
Y fui feliz, mucho, en ese tiempo,
mi pequeña gran eternidad,
la que vino y se fue en sólo un momento
cuando a mí se enfrentó la realidad.
Detente tiempo por favor, torna tus horas
a aquellos días en que todo andaba bien;
devuélveme su amor, ese que ahora
se ha transformado en un súbito desdén.
Si no está él se me acaba la esperanza,
junto con las ganas de vivir,
porque mi entera existencia se halla atada
a este insensato y estúpido sentir.
Era tal como el cielo una palabra suya,
pero a un infierno su adiós me condenó,
porque el vacío que me deja con su ausencia
muestra el eterno sufrimiento que empezó.