Va a ser suficiente una sonrisa lejana
cuando llegue el momento de decirnos adiós,
y sin embargo aún espero más que una caricia
que allí a la distancia nos reúna a los dos.
Nada ha terminado cuando aún no se acaba,
cuando tu mano me alcanza en vez de verme partir.
Una sola palabra, incluso una mirada,
bastaría en este instante para hacerme desistir.
Me ausento y mis pasos guardan ese eco
de la voz que nunca se atrevió a volar,
por encima del orgullo, con la fuerza del viento
que arrastró sin cuidado su ansia de gritar.
Cobardía en el tuyo, indiferencia en el mío,
aunque en el fondo de ambos la vestidura es igual;
y cayó el corazón ante el poder del hastío,
envuelto en el paso de la brisa matinal.
Callarás ahora, lo harás toda la vida,
y yo la vida entera te lo he de reclamar,
porque esa decisión que hoy nos abre una herida,
va a quitarnos por siempre el privilegio de amar.