Como la espina que en la rosa queda
cuando los pétalos han caído ya,
permanece este dolor en mí como una prueba
de lo que fue y ya nunca más será.
“Nunca más” se dice, pero en secreto se espera
que haya una cuota de mentira en la verdad,
y que regrese alguna vez la primavera
como tras cada noche está la claridad.
Ese perfume que una vez vino en el viento
se hace un recuerdo de dolor, de soledad;
como luchar en las noches por dormir -y estar despiertos-,
contemplando la inmensa oscuridad.
“No volverá, no volverá” repetir eso
es acabar con la última esperanza,
mientras siente el corazón la ira punzante
de la espina que lo hiere en su labranza.
En el pasar del tiempo que se lleva
las cosas que fueron, las que son,
no hay nada que resista al final y que nos queda,
ni siquiera un latir del corazón.
Y como ésta espina que en la rosa queda,
y que me causa hoy tanto dolor,
se irá el recuerdo también de aquella farsa,
que un mal día erré al llamar amor…