Capítulo 15
- ¿De verdad que puedes andar con esos zapatos?
Amy, Sarah y yo vamos andando por el campus de camino a nuestra primera clase del día, Historia de la Economía. Sí, es tan malo como suena y si vieseis al profesor que la da, terminaría de confirmároslo. Es el típico señor mayor que parece pesarle la vida y solo viene a clase a soltar su maravilloso discurso y volver de donde sea que venga.
Amy y yo solemos venir con vaqueros y jerséis cómodos, estar tantas horas sentadas en clase no vale la pena por tanto trabajo de arreglarse, soy demasiado vaga para eso. Sin embargo, Sarah viene que ni una pasarela de moda. Incluso lleva unos super tacones que, sumados a su altura y a la de Amy, parezco una hormiga acompañándolas. Todo el mundo que pasa, dirige sin remediarlo la vista a la morena que va en el centro, escaneándola de arriba abajo, creando envidia en todas las mujeres y miradas un tanto depredadoras rodeadas de deseo en la mayoría de hombres.
- Por supuesto que puedo andar – aclara como si fuese muy obvio, yo no podría, pero oye – Ya conocéis mi lema: “antes muerta que sencilla”.
- Que envidia – dice Amy con un puchero en sus labios – Ojalá tener esa fuerza de voluntad para poder hacerlo yo. En cuanto veo mis queridas zapatillas ya no hay vuelta atrás.
- Yo tampoco puedo dejarlas, son demasiado cómodas – miro mis zapatillas negras que ya van dejando mucho que desear con el desgaste del tiempo, quizás debería jubilarlas, han hecho un gran servicio – Por lo menos tú ya eres alta, no como yo que parezco un pitufo ahora mismo.
- Anda ya exagerada – exclaman al unísono.
- Ojalá tener tu culo, mira que bien te quedan esos pantalones – mi mirada se fija en esa parte del cuerpo de Sarah que destaca sobre muchas otras cosas.
- Cierto – dice Amy dirigiendo su mirada hacia allí.
- No tenéis nada que envidiar chicas – aclara Sarah mientras nos pasa un brazo a cada una por nuestros hombros atrayéndonos a su cuerpo – Somos tres malditas diosas, miradnos. ¿Quién no nos querría en su vida?
- ¿Tú no necesitas abuela no? – exclama Amy entre risas.
- Solo soy realista – aclara encogiéndose de hombros – Se tenía que decir y se dijo.
- Bueno, bueno, no te vengas arriba que no todas entramos en ese saco – digo en un tono más bajo y la mirada perdida. Sarah para en seco mirándome como cuando una madre está a punto de regañar a su hijo por algo gordo, con los brazos en jarra y un pie aporreando el suelo.
- ¿Tú eres tonta o qué?
- Yo no sé porque preguntas si ya sabes que si – le contesta Amy adoptando la misma postura a su derecha.
- Solo soy realista – me encojo de hombros y le dedico una sonrisita satisfecha por haber usado su propia técnica – Se tenía que decir y se dijo.
- Uy … uy … uy… - lentamente va pronunciando cada sílaba a la vez que su ceja derecha se va elevando con un tono de advertencia – A mí jueguitos no y tonterías las justas.
- Tienes que aprender a quererte un poquito más Kara – dice Amy manteniendo su postura mientras su voz indica algo muy distinto, mucho más dulce – No eres realista porque tus pensamientos están muy lejos de lo que es verdad.
- Para nada – exclamo contradiciendo con la cabeza – Soy del montón y eso no es malo, todo lo contrario. Tiene que haber gente normal para que otras destaquen.
- ¿Qué tú eres del montón? Y una mierda – de repente cambia su dirección a mi lado y agarra del brazo a un pobre chico que iba andando tan tranquilo, atrayéndolo a su lado mirándome de frente y señalándome con la mano – Una pregunta, ¿dirías que mi amiga es guapa?
- Eh, si claro – dice algo confuso.
- Pero no lo digas por presión – demanda Amy – Di lo que pienses de verdad, no pasa nada.
- He dicho la verdad – aclara un poco perdido.
- ¿Dirías que es guapa del montón o por encima de la media? – vuelve Sarah al modo interrogatorio sin soltarle el brazo.
- A juzgar por lo que se ve por aquí, diría que es bastante superior a la media – esta vez el desconocido me mira a mí con una pequeña sonrisa. Esto no puede ser más embarazoso de lo que ya es.
- ¿Ves? – exclama Sarah subiendo el tono mientras Amy la apoya asintiendo con la cabeza.
- Esto … bueno si quieres mi número por mí encantado… – el desconocido empieza a hablar mirándome con la misma sonrisita mientras mis ojos parece que se van a caer de la impresión del rumbo que está tomando la conversación.
- Adiós – dice Sarah devolviéndolo fuera de nuestro círculo con un leve empujón y volviendo a retomar el camino a nuestra clase – No somos exageradas por ser tus amigas ni nada de eso, siempre lo he pensado desde el momento que te vi entrar en clase el primer día.
- Yo también, Kara – aporta Amy con su característica mirada cariñosa – De hecho, admito que me dieron envidia tus ojos verdes, yo siempre quise tenerlos claros y aquí estamos.
El móvil dentro de mi bolsillo vibra con un correo del profesor, sacándome de la conversación por completo.
- Chicas, han cancelado las clases de esta mañana – digo transmitiendo lo que leo – Lo que quiere decir que hasta las doce no tenemos nada que hacer.
- Tengo una idea – exclama Sarah mirándome a mí fijamente – ¿No nos dices siempre que no sabes que ponerte ni estás segura con tu ropa? Pues vamos a averiguar qué es lo que te gusta. Nos vamos de compras.
- Mañana de chicas – Amy salta y aplaude con emoción como un niño la mañana de reyes.
- Bueno, venga, ¿por qué no? – digo distraídamente.