Henry
Los rayos de luz entran por la ventana obligándome a despertar. Aunque las cortinas están cerradas, la claridad asoma haciendo que abra los ojos con pesadez. Verla tumbada a mi derecha con la cara enterrada en la almohada y la boca medio abierta es la imagen más adorable del mundo que consigue sacarme una sonrisa la cual cualquiera calificaría como tonta. Pero esa es la realidad, cada vez que me acerco a ella todos mis sentidos se atontan y me vuelvo un idiota de dimensiones épicas.
Me tumbo de lado apreciando como duerme – sí, parezco un poco psicópata – y los recuerdos de anoche me avasallan. Cuando decidí serle sincero y teniendo en cuenta todo lo que me costó ser capaz de hablar de mis sentimientos, no pensé que llegaría a terminar así. Después de la fiesta y de ser el mayor capullo del universo, pedí ayuda a Tony para enmendar mi error. Fue a él a quien se le ocurrió que fuese en el día de su cumpleaños. Lo malo era que me tocaba fingir durante días para que pudiésemos prepararlo todo.
La cosa es que, aunque los tres estaban convencidos de que todo saldría perfecto, yo habría puesto la mano en el fuego por que Kara pasase de mí y me echase a patadas de la habitación. No os podéis imaginar mi alegría cuando pasó todo lo contrario. De hecho, jamás esperé que en ningún momento cercano fuese a enseñarme todo lo que le asusta de sí misma. Y no os lo voy a negar, verle con el pelo suelto ya se había convertido en una fantasía recurrente en todos mis sueños. Tocarlo e imaginarme haciéndolo en otras circunstancias la convierte en la protagonista de cualquier fantasía que mi cabeza pueda imaginar. Bueno y tener gafas hace que, sin que yo mismo lo comprenda, la haga todavía más irresistible.
No se lo digáis a nadie pero, aunque ella dice que soy mucho mejor, todos sabemos que soy yo el que no la merece. Es tan buena que ni siquiera ha tenido problemas en escucharme y entenderme.
Puede parecer un poco pronto o absurdo, pero siempre he estado acostumbrado a que pasen olímpicamente de mí o que me persigan. El caso de Kara es totalmente distinto porque no se aleja, pero tampoco se arrastra. Y eso lo hace todavía más interesante, tanto que siempre tengo curiosidad por saber qué hará. Me tiene enganchado, en palabras suyas, como a un idiota y lo peor es que me encanta estarlo.
Lo más gracioso es que en mi cabeza yo tenía super estudiado mi estúpido discurso y toda la conversación, pero todo lo que ha venido detrás no estaba preparado. Por lo tanto, ahora no tengo ni idea de qué hacer. No sé si haga lo que haga me estoy pasando o quedando corto, no quiero cruzar un límite del que no pueda volver y odio no tener el control de la situación.
Que Kara esté en un sueño profundo me da tiempo para pensar qué hacer. Claro que mi tiempo se acaba cuando alguien llama a la puerta. Kara frunce el ceño y abre los ojos poco a poco. Lentamente se incorpora mirándome con cara de confusión mezclada con sueño. Pero sin más se levanta a abrir la puerta.
Kara agacha la cabeza un poco sonrojada y Amy la rodea con un brazo diciéndole algo al oído que le saca una sonrisa.