『Capítulo 1:Dibujar con la voz』

–Abuelo –El menor de todos llamo al hombre – ¿Quién es el príncipe A?

–No te puedo contar el final de la historia sin haber empezado aun –Dijo riendo.

“Capitulo uno, dibujar con la voz.

La princesa Chiara despertó en un día de lluvia, y ese día le dio la necesidad de, por primera vez en su vida salir de su castillo, el castillo en el que vivía con sus padres se encontraba lejos del palacio sin reyes, pero sentía unas ganas inexplicables de ir. Salió en hurtadillas, con ropa de plebeyo y un peinado que no llamaría la atención, sabía que sus amigas iban  regularmente  al palacio, pero a ella sus padres si las dejaban, a ella nunca la dejaban salir.”

– ¿tiene dibujos el libro? –Interrumpió Pablo, Arlet sonrió.

–En realidad sí –Giró el libro y les mostró que, efectivamente, había un dibujo de una princesa –los hizo la tía Anto.

– ¿La tía Anto lo escribió? –Arlet quedó en silencio y dando una sonrisa decidió seguir leyendo.

“El palacio sin reyes era un sitio hecho por y para los príncipes y princesas de todo el mundo, un lugar donde se sintieran cómodos sin necesidad de comportarse de la manera “perfecta” en la cual fueron criados, se llamaba Missea, y era manejado por una princesa llamada Isabel.

La princesa Chiara llegó emocionada al lugar, todo le parecía fascinante, en especial el hecho de que no existieran reyes, no sentir a sus padres encima le quitaba un peso de los hombros. Al llegar vio en el balcón del hermoso palacio al que recurrían sus amigas, la princesa Micaela y la princesa Antonella, quienes hablaban cómodamente, Chiara rápidamente se fijó en sus vestimentas las cuales no eran la de una princesa, o por lo menos no de la que estaba acostumbrada, vestían cómodos y ligeros vestidos que resaltaban sus todos de piel.

>>Chiara, ¿te dejaron venir?<< había preguntado Anto con sorpresa apenas la vio, sus amigas enserio no la esperaban ver ahí, en especial porque la nombrada no era de romper las reglas y escaparse.

>>Me escape <<susurró con picardía.

Bailaron y rieron en su grupo, la princesa Chiara disfrutaba como nunca lo hizo, conoció a más príncipes y princesas que iban a relajarse un poco de sus deberes, todo iba bien.

El príncipe A llegó algo tarde, estaba en el otro palacio sin reyes en el cual lo tomaron a él como el elegido para llevar a cabo su plan; el otro palacio sin reyes era conocido como “Santos” también tenía un encargado llamado Erick, pero era todo lo contrario a la encargada del Missea, él era cruel y alguien ansioso de poder, no era rey ni príncipe de nada y estar rodeado de príncipes todo el tiempo lo enfermó. Queriendo ser el dueño del único palacio sin reyes de todo el mundo, decidió llevar un infiltrado, el príncipe A, el cual iría para buscar todos los defectos que tenían y así acabar con el palacio. El príncipe A era simplemente un novato en el palacio “Santos”, al igual que la princesa Chiara, él solo escapaba de sus padres y su reino, con la mala suerte de encontrarse con Erick, quien le prometió que si lograba hacerse amigo de los del palacio “Missea”, sin contarle todos sus planes, se ganaría un lugar importante en Santos.

Con lo que ninguno contó fue con el flechazo de Cupido. 

A entró con curiosidad, algo embobado con los colores y la alegría que irradiaba el sitio, luces por todos lados, pinturas súper elaboradas en sus grandes muros, música que ambientaba el sitio y constaba con dos pisos superiores que tenían una vista perfecta a esa planta. Se quedó buscando a los más importantes en el palacio, o sea, los príncipes, ya que no solo iba la realeza al palacio, iban muchos de los plebeyos…”
– ¿Por qué interrumpes tanto, Pablo? –Preguntó Germán algo alterado cuando Pablo alzó la mano con una duda en la cabeza, el menor la bajó con rapidez.

–No importa, Germán –Dijo Arlet con una sonrisa –Dime, Pablo ¿Qué pasa? 

– ¿Por qué es príncipe A?

–Su nombre es un secreto hasta el final del libro –respondió con lentitud y soltando un suspiro -¿sigo hasta el final del capítulo y ya? 

–Sí, por favor –dijo Angélica con rapidez. 

– “Iban muchos de los plebeyos, y solo unos cuantos eran los verdaderos príncipes,  camuflajeados en su  vestimenta casual y la ausencia de corona, pero según le dijo Janice, una de sus mejores amigas que, además, compartía sus ganas de pertenecer al palacio sin reyes Santos, los príncipes son los que siempre estaban en la planta superior, donde la vista era la mejor y donde podían sentarse a hablar. Un canto lo detuvo, eran tres voces que llamaron su atención al segundo uno, estaban sin ningún tipo de acompañamiento instrumental, solo sus voces eran suficientes, pero en especial una de ellas resaltó. Decidió ignorarlo, en sus planes no estaba quedarse parado en las escaleras.

>>Oh, hola <<Escuchó a sus espaldas mientras caminaba al piso superior, giró, encontrándose con tres chicas >> ¿sos nuevo acá, no? << Él asintió levemente, algo nervioso, y, por primera vez, sus ojos conectaron con los de Chiara. Fue un cambio repentino, a ambos el tiempo se les hizo lento, mientras no apartaban la mirada del otro.

Ese fue el inicio de una conexión extraña, que al principio pareció magia, o el destino que los quería juntos a juro…a veces a la princesa Chiara el destino le parecía muy raro, hacía lo que quería cuando quería, sin importarle si alguien iba a salir herido…

>>Soy Chiara <<Fue la primera en presentarse ante la atontada mirada del príncipe A, obviamente era la voz que resaltó, se notaba bastante.

>>soy A <<Hizo una reverencia >>Príncipe del reino Xammar<<Tomó la mano de Chiara y dejó un beso en el dorso, luego lo hizo con las otras dos chicas ara disimular un poco.

>>soy Antonella, princesa del reino Greco<<Habló la que llamó su atención primero preguntándole si era nuevo. Era hermosa, ojos que hipnotizarían a cualquiera  y de un aura realmente amigable, pero la chica rubia resaltaba de una manera gloriosa.