Resiliencia

『Epílogo』


–El último capítulo, el último capítulo –Gritó el menor de la familia jalando a su abuelo de la mano, el hombre suspiró algo cansado, ese día no se sentía muy bien pero igual quería leerles el cuento porque pareció unir un poco a la familia.

–Para un poco –Dijo en medio de risas mientras detenía a Pablo –Nadie nos está apurando.

–Quiero escucharlo rápido –El niño empezó a saltar –Quiero saber que pasa.

–Puedes esperar unas horas más –Dijo riendo y acarició el cabello del chico –Comemos la merienda y vamos ¿ok? –El pequeño asintió muy a su pesar y se fue lentamente.

–Papá –Gastón llegó a sus espaldas con una sonrisa.

–Qué bueno que estas acá –Sonrió y tomó el brazo de su hijo.

– ¿Me buscabas? –Preguntó algo extrañado.

–Aun no, pero llegaste justo.

Ambos fueron hasta el cuarto que servía de almacén en la casa, estaba lleno de cosas viejas y cajas llenas, miles de recuerdos de la infancia de cada uno de los hijos y toda la juventud de Janice y Arlet retratada ahí mismo. Arlet nunca iba a esa habitación, pero le parecía justo poder entregarle a su hijo algo que siempre fue suyo.

–Cuidado con un golpe –Dijo algo alarmado cuando Arlet escaló un banquito para tomar una caja que se encontraba algo alta. El viejo lo ignoró y tomó la dichosa caja, una pequeña, de madera color blanco, con decoraciones bastante extravagantes y una pequeña foto en la tapa.

–Esto es un regalo de tu tío Miguel y de la tía Anto –se lo ofreció, Gastón lo miró extrañado mientras tomaba la caja –Te lo regalaron cuando aun eras muy pequeño.

–No la recuerdo.

–Nunca te la di –Confesó apenado y Gastón abrió la caja, con lo primero que se encontró fue con una foto –Nunca te di nada que tuviera que ver con tu madre –La foto era de Arlet, Chiara y un pequeño bebe en un parque, jugando.

–Si te hace mal…

–No, yo ya te hice mucho daño a vos –Gastón enmudeció mientras tomaba lo que estaba debajo de la foto, un mini lienzo, no más grande que la palma de su mano y con un dibujo de animales –Lo hizo Chiara cuando cumpliste un mes.

–Papá –Dijo con lentitud viendo además un brazalete, uno que también tenían su tía Anto y su tía Micaela, por lo que sobre entendió que era de su madre –Hay algo que nunca he entendido.

–No tengas vergüenza, dímelo –Gastón dejó salir un suspiro.

– ¿Alguna vez olvidaste a mi mamá? –Arlet dejó salir una carcajada algo triste.

–Olvidar a Chiara es un trabajo imposible, nadie puede hacerlo ni aunque quiera. Su luz es una que solo se ve una vez en la vida, yo fui de los pocos que la disfrutó.

– ¿Aun la amas?

–Como el primer día.

– ¿Y Janice? ¿Qué pasa con ella? ¿Nunca la amaste?

–A Janice la amo, como un loco, es la mujer de mi vida y madre de casi todos mis hijos –Lo tomó de la mejilla –Pero nadie se compara a Chiara, hijo. Busque a alguien igual pero nunca la encontré, a los años empecé a sentir cosas por Janice.

–Ella… ¿ella sabe eso?

–Mientras mi vida ha estado con el dolor de la muerte de tu madre, la de ella ha estado con el dolor de no poder darme lo que quiero, ella sabe que la amo y ella me ama a mí, pero desde el principio ambos sabíamos que yo quería era a Chiara –Suspiró –Siempre intente hacerla sentir mejor, le demostraba todo el amor que le tenía, pero ella se sentía mal pensando que el amor que tengo era solo para Chiara.

–Debió ser horrible para ella.

– Cuando ya vivíamos juntos, la encontré un par de veces… -Ignoró lo que decia su hijo –Hablándote…diciéndote que tu madre y yo éramos almas gemelas y que ella solo era mi acompañante en el viaje.

Se quedaron un rato en silencio y luego salieron, ya todos estaban en la sala esperándolo, así que Arlet solo se sentó en su sitio de siempre, tomó el libro y aclaro su garganta, intentando desaparecer el nudo que se formó en la misma.

–Capítulo final –Dijo en un susurro –Capítulo 5, la unión del cielo y el mar.

“La princesa Chiara había despertado feliz ese día, ya no habían problemas, ya nadie la molestaba por estar con el príncipe A y la semilla G crecía cada vez más, llenando a la pareja de emoción. Pero no todo era color de rosas.

El príncipe A cansado de múltiples amenazas que recibió por parte del jefe del palacio sin reyes rival, ya que violó su trato y nunca les llevó información de nadie, decidió ir y hablar personalmente con Erick  para decirle que se iría de todo eso y que nunca regresaría al palacio de Santos. Pero sus planes no fueron como él esperaba, lo que recibió fue una paliza y un aviso.

>> Si para dentro de tres días no tienes información que me sirva yo mismo iré a donde tu princesa y te mandare una señal << Dijo viéndolo a los ojos >> Sal de acá que me estorbas <<

Obviamente el príncipe A tenía que correr y decírselo a su princesa, la misma que cuidaba a G.

No perdieron el tiempo, avisaron a sus amigos lo sucedido y corrieron a un escape. Viajaron por horas los tres, pasaron por tierra, mar y nieve. Cuando llegaron a un sitio seguro la princesa Chiara tomó un lienzo que cargaba de emergencia, era grande y A no sabía en donde la había guardado, pero no importaba ya que ella empezó a cantar, su voz inundando el silencio que había en donde se encontraban, G quedó encantado con la voz de su madre y A sonrió cuando la nube los abrazó. Aparecieron en un palacio, con vista a una playa y un hermoso atardecer en tonos anaranjados.

>> Aquí estaremos bien por un tiempo << Chiara dejó sus cosas a un lado y cargó a G. los tres se acomodaron en los pies del impresionante ventanal, mirando al horizonte con los ojos brillosos.

>> ¿Y si es para siempre? << Preguntó con la vista fija en G >> él solo nos necesita a nosotros, a más nadie, y yo solo los necesito a ustedes<<

>> ¿Para siempre? ¿Te parece buena idea? <<Él asintió.



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En el texto hay: principe, princesa, cuento de hadas

Editado: 01.02.2021

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