Me desperté alarmada y desorientada, todo estaba oscuro y el reloj del móvil indicaba que eran las cuatro y treinta y tres de la mañana.
La causa de que me hubiera despertado de golpe y tan agitada, era una pesadilla, la misma que se repetía noche tras noche desde que ocurrió el accidente.
Apenas había pasado una semana desde que ocurrió, nueve días para ser exacta, pero se me estaba haciendo eterno, la tarde siguiente del desastre que me dejó completamente hundida, puede ver a Eric, tal y como Rosa la enfermera me dijo.
Pensé que sería reconfortante verlo y que me aliviaría, pero fue más bien lo contrario. Nada más verle en esa camilla, lleno de cables conectados a su cuerpo y totalmente inmóvil, me quedé paralizada, se me vino el mundo encima, no podía aceptar todo lo que había pasado.
¿Porque a mí? Me iba bien, tenía un novio que me quería muchísimo y al que yo lo quería de igual manera, me había ganado un hueco como una gran patinadora, estaba rodeada de gente maravillosa, y era segura de mi misma, en resumen; estaba en mi mejor momento, pero de repente y sin previo aviso todo lo que había construido a lo largo de mi vida, se destruyó.
Los médicos me dijeron que iba a estar un tiempo sin poder patinar, me había fracturado la tibia, por lo que tendrían que operarme y después de eso tendría que ir a fisioterapia, el problema vino cuando me dijeron que podría tardar en recuperarme de tres a seis meses con suerte¡¡SEIS MESES!! Y ¿COMO QUE CON SUERTE?Sí, podía llegar a tardar incluso un año en recuperarme al cien por cien. La sensación de vacío y desesperanza que sentí al saber que podría estar un año sin ponerme los patines me desanimaba muchísimo. En ese momento necesitaba el apoyo de Eric, le necesitaba a mi lado más que nunca, así que cuando no podía más iba a su habitación y le contaba como me sentía, el seguía sin despertar y no me podía responder, pero sabía que podía escucharme, estaba segura de ello.
El resto del día lo pasaba en aquella habitación de colores monótonos, viendo antiguos videos de cuando patinaba, anhelando volver a hacerlo.
O en la cafetería del hospital, recordando momentos vividos con Eric. Y eso era lo que estaba haciendo ahora, hacia ya muchas horas que desperté y como no pude retomar el sueño espere a que abrieran aquel comedor.
- Andy corre ¡cogelo! - gritó cuando lanzó el frisbee al aire.
Cuando lo intenté coger salté tan alto que lo acabé parando con la frente. Me tiré a la arena para dramatizar un poco lo ocurrido y así excusarme de no haber cogido el fresbee. Eric vino corriendo, se lanzó sobre mi sin pensarlo, y me abrazo tan fuerte que hizo que me costara coger aire.
- Si sigues abrazandome así me matarás - reí al soltar aquella barbaridad
- Sabes que en el fondo te encanta - se separó de mi haciendo que esa sensación de protección se desvaneciera pero no del todo, con el simple hecho de su presencia hacía que me sintiera a salvo, como la persona más feliz del mundo. Después se sentó sobre la toalla junto a mi y entrelazó su mano con la mía mientras me acariciaba el pelo con la mano que tenía libre.
- Sabes, me podría tirar horas y horas contemplando el atardecer contigo al lado - dije apoyando mi cabeza en su hombro - Te quiero - le expresé seguido de un corto beso en los labios.
- Yo también te quiero - y me abrazó más.
- Ey, hola ¿Y esa sonrisa? - estaba tan centrada en mis recuerdos que ignoré el hecho de que había un chico delante de mí hablándome.
- Hola, perdona estaba algo despistada - no le conocía, le había visto esta mañana andando por el pasillo pero ya está - ¿Te conozco? -
- Me llamo Ethan, Ethan Wise. Llegué aquí hace un par de días y me pareció curioso como cada vez que te veía sonreías a pesar de estar aquí sola - curioseaba aquel chico pelirrojo, sus ojos fueron lo que más me llamaron la atención, eran de un tono marrón intenso, pero tenían algo que enganchaba y te obliga a mirarlos.
- Yo soy Andrea, estoy aquí desde hace un par de semanas. Y no siempre estoy sola, la mayoría de veces vengo a comer con mis padres - dije eso un poco más sería pero sin sonar borde.
- ¿Y.. por qué estás aquí? - preguntó sin rodeos mientras se sentaba en la silla de enfrente mia. No parecía tener vergüenza, es decir, no es que sea malo hablar con gente nueva, pero no sé, me sorprendió que no me conociera de nada y se sentara a comer conmigo, pero más me sorprendió que preguntara porqué estaba aquí, a ver puede ser que sea porque yo me he acostumbrado a rodearme de gente un poco más sería y reservada.
- ¿Enserio vas a comer conmigo, sin conocerme de nada? -
- Te llamas Andrea y tu sabes también mi nombre, así que ¡Claro que nos conocemos! No mucho, pero sí lo básico - dijo riendo mientras embadurnaba las patatas en keptchup - Bueno espero que no sea nada muy grave el motivo por el que estás aquí - apoyó la bandeja del desayuno en la silla de ruedas (al igual que yo el también iba en una) - Me tengo que ir, hasta luego.
- Adiós, encantada de conocerte...«supongo» - tal y como llegó se fue. Parecía tener prisa, porque se fue en cuanto miró su reloj.
No me iba a quejar, para una persona con la que había hablado un rato sin necesidad de una pantalla o internet.., bueno si a eso se le puede decir conversación porque apenas hemos dicho cuatro palabras.
En todo este tiempo habían venido familiares a verme, y algunos amigos pero estábamos en época de exámenes y no tenían mucho tiempo.
Mis padres habitualmente se iban turnando para venir al hospital, exceptuando los días que tenían libres, en los que podían venir los dos.
Les he insistido en ocasiones que no importa si alguna noche la paso sola, tengo dieciocho años, dentro de nada diez y nueve así que podía quedarme sola, pero ellos preferían estar conmigo. Y en el fondo se lo agradecía porque así al menos no estaba tan sola.
Editado: 07.01.2022