Capítulo 48: La ciudad que observa

Inosuke no se movía.

Su silueta era exacta.
El rostro, sereno.
La energía, inexistente.

Pero no era una ilusión.

RED lo confirmó.

—No es una proyección.
Tampoco un ente vivo.
Es… un ancla resonante.

—¿Qué significa eso? —preguntó Gerard.

—Es una memoria…
cristalizada.
Un eco atrapado en forma.

...

Gary se acercó, pero no pudo tocarlo.

Cada vez que alzaba la mano, la figura se desvanecía levemente…
y luego regresaba.

Como si el recuerdo se defendiera.

...

La ciudad perfecta ya no lo era.

Las calles comenzaron a reconfigurarse.

No con violencia.
Con intención.

...

Gerard giró una esquina y vio algo imposible:

Carteles de propaganda.
Banderas ondeando.
Su propio rostro.
Uniformes de soldados con su voz como lema:

“Gerard Liar: el pacificador definitivo.”

...

—Esto…
esto nunca pasó…

...

Gary entró en una casa.

Era familiar.

Idéntica a la suya.
O lo habría sido…
si no fuera por un solo detalle.

Todas las fotos estaban en blanco.
Y en ninguna de ellas…
él existía.

Ni como niño.
Ni como adulto.

...

Al fondo de la casa, una grabación resonante decía:

—“Cuando no naciste, la guerra nunca comenzó.”

...

Gary salió, temblando.

—¿Qué es este lugar…?

...

Kael’Thamir se detuvo frente a una pared.

La tocó con la palma.
La superficie se transformó en luz líquida.

—Esta no es una ciudad.

Gary se giró.

—¿Entonces qué es?

—Una bóveda.
Un registro.
Un plano convergente.

...

—¿Un qué?

—Aquí se almacenan las rutas que nunca ocurrieron.
Futuros descartados.
Decisiones rechazadas por la resonancia.

...

RED lo confirmó:

—Esto… no es para vivirlo.
Es para recordar lo que no fue.

...

En el núcleo central de la ciudad —donde la figura de Inosuke seguía inmóvil—, RED detectó una inscripción cifrada.

Lo descifró en silencio.

Y leyó en voz baja:

“Toda decisión no tomada aún vibra.
Toda posibilidad rechazada aún observa.
Y todo lo que no elegiste… aún te espera.”

...

Gary retrocedió.

—Esto no fue creado por la resonancia…
¿verdad?

...

RED lo dijo sin emoción:

—No.
Esta ciudad…

la crearon para nosotros.