Prólogo

Desgraciadamente no todos tenemos una buena vida. 

Algunos tienen vidas peores que la de otros pero a final de cuentas, todos tienen un vida de mierda. 

Trato de verle el lado positivo y creer que otras personas tienen una peor vida que la mía, que yo solo soy un simple cobarde sin futuro. Creo que por esa razón he decidido no terminar con mi vida.

Vuelvo a levantarme y suplico no volver a caer. Mi padre vuelve a golpear mi rostro y mi cuerpo cae nuevamente en la losa dejando manchas de sangre en ella. Siento una mezcla de sentimientos en mi interior, una ola de ira, odio, tristeza, dolor y miedo se funcionan permitiendo que me vuelva a levantar. 

Empujo con fuerza a mi padre antes que volviera a pegarme. Quería llorar, pero sus golpes ya no duelen, creo que mis lágrimas se han gastado desde hace mucho tiempo y lo único que queda es sacar todo el coraje que tengo.

Mi padre me grita infinidades de cosa, sin embargo, uno de sus golpes me ha dejado con un sonido agudo el cual no me deja escuchar muy bien sus palabras. Sujetaba con fuerza su cinturón, en cualquier momento llegará el golpe y para eso mi mente y cuerpo ya está preparado. 

Tenía coraje, cierro mi puño con fuerza clavando mis uñas en la palma de mi mano. Agradezco a Dios que nunca he tenido un ataque de ira cuando de mi padre se trata. Solo pido que ese día nunca llegue. 

Siento como mi brazo comienza a quemarse, mi padre pegada sin piedad en mi brazo y espalda. Duele, pero duele más saber que nunca voy a poder sentir lo que es que te amen. 

Hasta que llego ella.