Resplandor entre Tinieblas

Capítulo 24. Carrie White

Resplandor entre Tinieblas

Por
WingzemonX

Capítulo 24.
Carrie White

Matilda no podía creer lo que acababa de ocurrir en aquella cafetería. Caminó apresurada por los pasillos silenciosos del hospital, con sus tacones resonando sobre el linóleo pues todo se encontraba bastante callado. Caminaba firme y decidida por fuera, pero por dentro… sentía como si estuviera huyendo. Había empujado a ese hombre varios metros hacia aquella mesa sin contenerse; ¿cómo es que eso ocurrió? Ya habían pasado años, muchos años, desde la última vez que perdió el control de sus poderes de esa forma. O… ¿acaso no había perdido el control en realidad? ¿Acaso lo había hecho conscientemente porque lo deseaba?

No sabía cuál de las dos posibilidades la asustaba más, y esa idea hizo que la cabeza le diera vueltas.

Estaba cansada, estresada y preocupada; era eso, de seguro. Su humor estaba por los suelos como para que viniera un completo extraño a picarle sus botones, especialmente el botón llamado Carrie White.

¿Por qué últimamente todo el mundo se la recordaba?, como si se tratase de algún tipo de complot. Primero Eleven, luego Samara, Cody, y ahora este policía salido de la nada. Todos hablándole de ella, todos recriminándole de alguna u otra forma, todos presionando y presionando con eso hasta llevarla al límite de su paciencia.

¿No había pasado ya por demasiado ese día como para que vinieran a seguir ahora con eso? ¿No tenía ya demasiado en qué preocuparse con Samara, Lily Sullivan y esa tal Leena Klammer? Pero nadie pensaría en eso para nada. Sólo sería una histérica que sobe reaccionaba a todo, y quien había dado el primer golpe sin detenerse a considerar las consecuencias. Si Eleven no había hecho todo lo que tenía en sus manos para quitarla del caso, de seguro ahora sí se las arreglaría.

Salió al patio, casi azotando las puertas. Era el mismo espacio al que había salido hace un tiempo con Samara a ver el amanecer. No se había dirigido ahí por ningún motivo en especial, salvo la necesidad de tomar algo de aire y despejarse. Ya estaba anocheciendo y los faroles de luz blanca estaban encendidos, aunque dejaban igualmente una parte considerable en relativa oscuridad. Caminó hacia una de las bancas, que le daba la espalda a la puerta, y se allanó en ella. Recargó su cabeza hacia atrás, y comenzó a respirar lentamente, intentando normalizar su estado… pero no funcionó. Inevitablemente se le vino a la mente que había sido ahí mismo en donde Samara le había hecho aquella inesperada pregunta.

“¿Quién es Carrie?”

 Se inclinó hacia al frente, sosteniendo su celular apagado entre sus manos, y pegando sus mentón contra él. No sabía ni porqué lo había tomado si de todas formas estaba averiado; un simple reflejo, suponía.

“¿Y lo lograste? ¿Pudiste ayudarla?”

“Hice mi mejor intento”

“Pero fallaste. Fallaste, ¿verdad? No pudiste ayudarla. ¿Vas a fallar conmigo? ¿Me dejarás también?”

Sus dedos se apretaron con más fuerza alrededor del teléfono. Apoyó ahora su frente contra sus manos y cerró con fuerza los ojos, intentando contener las ganas de llorar. Sí, falló, falló como nunca. Matilda Honey, la chica perfecta, la favorita de Eleven, la que lo sabía todo y lo podía hacer todo, le falló a Carrie White…

****

Un poco después de haber terminado su Doctorado en Yale (el mismo Doctorado en el que su camino se cruzó con el de Doug Ames), Matilda volvió a California con su madre por un par de años. Su residencia en dicho sitio, sin embargo, era más que nada simbólica pues fue en ese momento, con sus estudios superiores terminados, cuando comenzó a ayudar más activamente en la Fundación Eleven. Debido a ello, durante esos dos años estuvo viajando bastante a diferentes puntos del país, a veces pasando cortas temporadas en dichos lugares. Conoció a bastantes personas en ese trayecto, sobre todo niños y niñas que resplandecían. Antes de ello ya había conocido a otros como ella en la Fundación, entre ellos a Cody; pero fue hasta que comenzó a actuar ya no como una paciente o beneficiaria de las actividades de la organización, sino como una rueda activa del funcionamiento de ésta, que fue consciente de la cantidad de niños que había allá afuera, y de lo mucho que podía hacer por ellos.

Luego de esos dos años, tomó la decisión de mudarse por su cuenta a Boston y abrir su propio consultorio privado en dicha ciudad. La decisión no agradó del todo a su madre, pero al final la apoyó tal y como siempre lo había hecho. Pero, de todas las ciudades posibles, ¿por qué Boston? No había ningún motivo en especial que a ella se le ocurriese. Mientras estudiaba en Yale la visitó frecuentemente, pero también New York (y quizás más). Estaba relativamente más cerca que Indiana, y por lo tanto de Eleven, si algo se ofrecía, pero igualmente estaba a una distancia considerable de unos miles de kilómetros. El clima estaba bien, pero tampoco le parecía perfecto. Cada aspecto positivo que ella intentase atribuirle a la ciudad, estaba a su vez acompañado de un “pero”, no tan importante pero igualmente suficiente para no considerarla del todo su “ciudad perfecta”.




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