Reto Peligroso

10.0

 

 

Mi respiración es acelerada, los latidos de mi corazón son tan fuertes que temo que se me vaya a salir con exhalar una vez más. El dolor en mi cien es palpable, no tengo que tocarme la cabeza para saber que estoy sangrando por el previo enfrentamiento entre yo y ese gigante que pudo habernos matado de no ser por el rápido movimiento efectuado por nosotros. Sangre no es lo único que cae por mi frente, puedo sentir con claridad las gotas de sudor cayendo.

—Esperen —susurro. Se supone que ellos deberían estar a cargo. Que los policías deberían de estar frente a mi protegiéndome; en su lugar, soy yo quien dicta las ordenes, y todos parecen estar a gusto con ello. Todos parecen darse cuenta de que, a pesar de que esto esta sucediendo por mi, estoy manteniendo todo bajo control, y hasta ahora, ninguno de nosotros a muerto.

Sí, Hunter logro con gran agilidad hacernos movilizar hacia la parte trasera, pero lo que no se imaginaba es que estamos rodeados. Si hay algo que realmente no me puede gustar, es que a pesar de que la preocupación mayor aquí es que ninguno de los policías muera, estoy pensando en él. La última vez que le dirigí la mirada fue hace unos diez minutos; se encontraba disparando contra los otros a manera de distracción. Ahora estoy aquí con un grupo de alrededor de cinco personas, contando conmigo seis, pegados a la pared en espera de lo que se veremos cuando salgamos por la puerta trasera.

Nos enfrentamos a un soldado en medio del pasillo que logramos hacerlo a un lado. No tenemos idea de cuántos hayan afuera, o de lo que haremos según lo rodeados que estemos. Por lo que se, es toda una mafia la que trata de capturarme, y la mafia no es algo ligero, dd las personas que nos esperen allí, dependerá nuestra suerte. 

Le dirijo una última mirada a los policías señalando silencio, todos ellos acceden. Agudizo mi oído mas allá del bombardeo que se escucha en la planta en la que antes nos encontrábamos.

No escucho nada...

—¿Qué es exactamente lo que hay afuera? —mi voz es fuerte, sin ningún signo de vacilación o duda. Estoy imponiendo firmeza y orden, como suelo hacer en este tipo de situaciones.

—Diez autos de policia, podríamos salir y refugiarnos en ellos —informa la ofical Andrews—. También hay algunos postes, si nos esperan lo más seguro sería ocultarse detrás de ellos o de los autos.

—¿Alguien tiene un espejo? —cuestiono, recibiendo miradas confundidas de los presentes. Me obligo a adquirir un semblante más neutral y firme—. Pregunté  si alguien tiene un espejo —practicamente gruño, el primero en despertar es un policía sacando del bolsillo de su camiseta un espejo pequeño con forma redonda.

Lo tomo entre mis manos, lo alzo y lo acomodo en una posición en la que pueda ver a través de éste el panorama que se nos presenta en el presunto estacionamiento. Esta vacio. Ni una sola alma se encuentra ahí, excepto... Frunzo el ceño al tiempo que muerdo la parte interna de mi mejilla derecha. Justo ahí, escodido en un poste blanco, vislumbro una tela estilo militar. Agudizo la vista, intentando mirar a través de los otros postes, y en definitiva se vislumbran algunas que otra telas, parte del cuerpo, e incluso partes de armas.

Devuelvo el espejo y acomodo mi arma, mis acompañantes también lo hacen. Sé que no es tiempo de demorarse. Sé que si Hunter esta ahí, dentro, tratando de detener su paso hasta donde estamos nosotros no llegara muy lejos, así que tendremos que apurarnos.

—Bien, saldremos a mi señal. Resguardense detrás de los autos que se encuentran al frente, traten de disparar hacia los postes ya que ellos se esconden en espera de nosotros ahí —en esta última puedo observar con claridad como se tensaban. Algunos demuestran el miedo, otros endurecen su expresión, y la mayoría se estremece ante lo que va a pasar—. Todo el mundo listo —más que preguntar, ordeno, y efectivamente todos asiebten. Expulso un suspiro tembloroso pegando más mi anatomía a la pared, asomando un parte de mi cabeza por la puerta. Entonces, lo hacemos—. Ahora.

El grupo rapidamente comienza a salir por la puerta en grupos de dos, uno a la izquierda y otros a la derecha para ubicarse detrás de los autos; sin embargo, durante el pequeño y rapido proceso los disparos de nuestros enemigos no se hazen esperar, aquello queda demostrado en el momento que uno de los oficiales es disparado directo a la cabeza. El resto alcanza a resguardarse a la perfección detrás de los autos para comenzar a disparar.

Durante unos momentos, me siento conforme con el hecho de que cayeron cinco contrincantes de los ocho que eran; pero toda la conformidad se va directo al traste al darme cuenta que también hemos perdido a unos de los nuestros. De cinco de nosotros quedan a penas tres, contando conmigo. Me resisto a mirar a sus cuerpo y a seguir disparando. La oficial Andrews acerta a uno de ellos, éste cae de repente pero no podemos permitirnos celebrar, tenemos que seguir porque, por más que odie admitirlo, tienen una puntería de los mil infiernos.



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En el texto hay: peligro, accion, aventura

Editado: 24.08.2018

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