Reto Peligroso

17.0

 

 

Hunter

 

 

 

 

Las personas tienen la capacidad de causarnos reacciones fuertes con tan solo una mirada, o la más simple de las palabras. Lo mismo ocurre cuando pasa tu tiempo con alguien, los pensamientos van y vienen; sensaciones van y vienen...  Las clasifico en débiles y fuertes.

Existen situaciones que te causan un estremecimiento fuerte, que desencadenan una reacción en ti que no muchas personas son capaces de causar. Se trata de ese tipo de sentimientos o sensaciones que sabes, muy dentro de tu interior que sobrepasan el limite, te llevan a un lugar que pocas veces visitas. La débiles, por el contrario, para mí son aquellas que se sienten a diario, significan algo, son emociones, pero no producen aquella sensación inigualable como las fuertes. 

Ahí es donde entra Samantha White. Sorpresa, intriga, desesperación, frustración, irritación, ira, fascinación, miedo, admiración... Toda ella es un torbellino ce emociones que ha logrado realizar estragos dentro de mi en muy poco tiempo. Siendo sincero, nunca antes alguien me ha hecho sentir tan variadas emociones en lo que han sido casi una semana, y la situación en la que estamos implicados no tiene nada que ver con ello. No sé si tomarlo como algo extraordinario, o extrañamente desconcertante.

He llegado a pensar que la tercera Ley de Newton, esa de acción y reacción aplica en nuestras acciones constantemente.

White pudo haberme hecho sentir muchos sentimientos a lo largo de los días que hemos pasado, pero nada como esta noche. La admiración que siento por ella ahora no podría representarse una recta numérica con facilidad, porque son muy fuertes el viaje de reacciones a las que me ha llevado con sus acciones y palabras. 

Trate de sepultar aquellas emociones muy dentro de mi mientras me encontraba con ella. Soy consciente de que mientras lo hacia llegue a ser prejuicioso, grosero y demás comportamientos para nada agradables. 

La fascinación la oculte a través de lo sucedido hace unos años con el guarda Nichols. En ese tiempo en mi vida había visto a Samantha, pero cuando escuche de los labios de un amigo de mi padre como uno de los guardias más amables y trabajadores había sido despedido a pedido de Samantha White por una razón desconocida, no me embargo un sentimiento bueno. Tal vez no hable demasiado con Nichols, pero en ese entonces, me agradaba como amigo a pesar de que me llevara por delante varios años de edad. 

Samantha tiene razón, las personas te sorprenden cuando menos te lo esperas. Muchas veces aquellas que crees mejores son las que tienen su lado perturbador. Ahora que sé la verdad, me doy cuenta de cómo las personas que menos crees son capaces de todo, eso y que soy un completo imbécil.

Ella no tiene la perspectiva mental ni física que suponía que tendría.

Es extraño cómo la mente te juega malas pasadas. Cuando la vi lucia sencilla, llámenme estúpido pero en mi imaginación la imaginaba un poco más como su madre o su padre. No espere encontrarme con una chica en vaqueros ajustados, converse, y un sweater que le rebasaba ligeramente de talla.

Piel clara, cabello castaño, ojos verdes con un poco de marrón en ellos, mejillas sonrosadas, y labios rosados y rellenos. 

Lo esencial es su comportamiento. Puede que lleve poco tiempo con ella, pero he llegado a descubrir que Samantha White es toda una sorpresa, nunca se sabe qué esperar de ella, nunca sabes qué es lo que va a suceder y cómo vas a reaccionar; sin embargo, es como si de alguna manera ella, con aquellos ojos verdes que la caracterizan, tuviera una idea de lo que haces o sientes. Lo comprobé esta noche, me tomo desprevenido y para nada listo; aun así, su tranquilidad nunca se fue al decirme todo lo que siempre he sabido y no he aceptado.

Es alguien reservada, lo he notado, pero no teme dar a conocer temas pasados. Más que superarlos, los acepta, y en el momento en que se aceptamos los sucesos más duros de nuestra vida, somos capaces de contarlos; estar orgullosos de nosotros mismos y de nuestra capacidad de mantenernos fuertes mentalmente. 

Cuando hablo de lo sucedido no estaba avergonzada, tampoco triste y, a pesar de que sabia que le costaba hablar del tema, lo hizo a sabiendas de que eso ya había pasado hace tiempo, y que aunque deja un gusto amargo en su boca, llorar por ello no serviría de nada ni eliminaría los hechos como por arte de magia.

Se trataba de mi mente luchando contra la realidad. Mi cerebro quería crearse la idea de ella siendo una niña mimada y extremadamente irritante, y sí, es un total dolor en el culo, pero parte de mi comportamiento fue lo que desencadenó su reacción, no puedo hacer más que aceptar mi falencia y la de las circunstancias que nos acechan hasta ahora.

Observo su expresión relajada mientras duerme con su cabeza recostada en la mochila. Me doy cuenta de que no ha protestado por nada. De hecho, ambos nos salvamos entre nosotros continuas veces, es preciso decir con efectividad que cualquiera de los dos hubiera muerto sin la compañía del otro. Luego estoy yo como un total idiota que decía que ella no era más que un estorbo.

No protesto por las horas en las que estuvimos caminando en este húmedo bosque. No protesto por las pocas horas de descanso debido a la situación. Muchos menos protesto por la ropa sucia que viste ahora.



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En el texto hay: peligro, accion, aventura

Editado: 24.08.2018

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