Reto Peligroso

21.0

 

 

—¿Qué sucede? —cuestiona.

Frunzo el ceño mirando de lado a lado otra vez.

—Creo que no hicimos bien en salirnos de los bordes del lago.

—¿De qué hablas?

—Hablo de que entre más lejos del lago, más cerca estaremos de la carretera. Ellos son más, probablemente pudieron haberse dividido en dos y buscarnos en los dos lugares —explico.

Faltan unas horas, dos si tratamos de ponerle números, pero por alguna razón algo me dice que esto nunca puede darse tan fácil. Simplemente me pone los pelos de punta.

Malditos presentimientos de mierda...

—Es increíble cuán grande puede ser la línea de ambición que cruzan las personas  —sueno totalmente enojada y no me molesto en ocultarlo—. Quieren más y más dinero y no prestan atención a los límites. La sociedad se aplaca y se vuelve fría a través del deseo monetario que llegan al punto de tratar a las personas como un fin para volverse ignorantemente obesos de dinero —me trago un gruñido de irritación—. Tal vez nunca haya tenido problemas  económicos pero estoy muy segura de que no es para nada ético y moral utilizar a alguien. No quiero imaginarme la cara de papá cuando sepa que Bryton estuvo detrás de todo esto.

—Te molesta eso o te molesta la tradición.

—La traición no molesta, hiere. Afortunadamente no soy de las que va cogida de la mano con todos; sin embargo, para papá Bryton era un hombre muy importante, su amigo. No le encargas a tus hijos a una persona que conoces de apenas un mes, Bryton lleva bastante tiempo siendo, más que un empleado de mi padre, su amigo —por unos instantes desearía tener justo enfrente de mi a Bryton el imbécil para poder cortarle las bolas y patearle el trasero—. Además, su rango es de un nivel superior a cualquier otro, eso quiere decir que hay muchos ceros en su salario mensual. Más de los que salen en el mío podría decirse.

—Sam, nunca se puede saber cuándo alguien te va a traicionar.

—Si se puede, sólo que hay personas que ocultan mejor sus malas intenciones que otras. O a veces somos nosotros, sabemos lo que hay detrás pero en nuestro afán nos cegamos, de cual... —la mano de Hunter se presiona contra mi abdomen obligándome a mantener mi espalda pegada a su anatomía. La acción me saca de balance y me pone alerta en partes iguales. No digo absolutamente, puedo sentir su respiración acelerada cerca de los vellos de mi nuca.

Con lentitud veo como mueve su pie, e instantáneamente procedo a hacer lo mismo. Actúo según sus movimientos, cuidadosos y pausados. Poco después, mi espalda es presionada contra el tronco de un árbol al tiempo que su cuerpo queda frente a mí; sin embargo, no me ve, su vista está en un punto detrás de nosotros. Como puedo, estiro mi cuello hacia delante. Las alarmas que se encontraban encendidas explotan.

Es uno de los que nos buscan, no parece advertir nuestra presencia pero nosotros sí de la de él.

Y si él esta cerca... entonces muchos otros también lo están.

Vuelvo a mi posición inicial e inconscientemente mi mano va al pecho de Hunter. No quita sus ojos de aquella persona a juzgar por el sonido de la hierba debido a sus pasos se va alejando.

Guardamos las armas en la mochila, así que, con el menor ruido posible, y en vista de que Hunter se encuentra cerca de mí, comienzo a bajar el cierre de uno de los bolsillos del maletín. Lo único que puedo sacar es un arma pequeña que, comparado a la que cargaba aquella persona que nos buscaba no es absolutamente nada. No estoy muy segura de cuántas armas tenemos cada uno de nosotros en nuestras maletas, pero espero que sean bastantes.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que alguno de nosotros habla, pero nos aseguramos de no escuchar ningún ruido.

—¿Qué es lo que sugieres que hagamos? —susurro.

—Quedarnos aquí no es buena idea, pero tampoco lo es movernos —contesta, sus ojos yendo de lado a lado en busca de algún alma que se encuentre por estos alrededores—. Esa persona caminaba a la derecha, como si supiera que vamos directo a la carretera.

—Pudieron haber encontrado restos nuestros en la cabaña —sugiero—. Ahora saben que estuvimos cerca del lago durante un buen tiempo y por eso creen que nos dirigiremos hacia la carretera para poder mantener rumbo al norte.

—La única opción sería seguir nuestro camino con el riesgo de ser encontrados. Quedarnos aquí haría que los que vengan detrás se den cuenta de nuestro paradero.

—No podremos correr, avanzar sí, pero si están repartidos nos alcanzaran en algún punto.



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En el texto hay: peligro, accion, aventura

Editado: 24.08.2018

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