9. Harry, pero no Potter
Clary
—¡Mateo! —grité en cuanto llegamos a la parte trasera de los salones de primer grado.
Ahí estaba el azabache, rodeado de tontos de nuevo ingreso, a los cuales les entregaba cajitas iguales a la que le había encargado esta mañana a Joshua.
—Clarissa, un gusto verte.
—¡Ustedes se largan! —Me dirigí a los más jóvenes, quienes me miraron desafiantes —.O le diré a la directora lo que están haciendo aquí.
—¿Y exactamente qué estamos haciendo? —cuestionó Mateo poniéndose de pie y acercándose a mi rostro.
—Lo mismo que hacías el día en que casi mueres.
Su rostro cambió a uno más serio y, con una mirada, hizo que los chicos se retiraran. Claro, no sin antes cobrarles.
—¿Qué quieres?
—Que dejes de molestar a Joshua.
Pareció percatarse de su presencia hasta que lo nombré. Con una sonrisa burlona lo analizó y sin dudarlo soltó una carcajada.
—No sabía que necesitabas que te defendieran.
—Lo único que necesita es que te alejes de él.
—¿Segura? Porque el último chico del que me pediste que me alejara me fue a buscar hace un par de días, y si no mal recuerdo tú ibas con él.
Mordí mi labio, molesta por cómo podía hablar de lo que había pasado esa noche como si nada.
—¡Él estaba en un mal momento! —grité molesta al recordar como, días atrás, luego de que Victoria y Drew pelearan, mi amigo deseó ir a casa de Mateo, el ahijado de su difunto padre, en busca de droga.
Claro que cuando lo acompañé yo no conocía con qué intención iba a casa de Brown.
—¡Yo también estaba en un mal momento cuando me dejaste!
—Sabes que no fue así.
—¡¿No?! —gritó provocando que diera un par de pasos atrás, hasta toparme con las manos de Joshua, las que no dudaron en detenerme por los hombros —.Yo estaba en la mierda, y a ustedes no les importó.
—Mateo, te ofrecimos nuestra ayuda y lo único que hiciste fue desaparecer por tres malditos meses.
—¡Tres meses en los que no se preocuparon por mí!
—¡Tres meses en los que Andrew y yo te buscamos desesperados! —Me quise acercar, pero el agarre de Joshua no me lo permitió —.Tú fuiste quién nos dijo que no volviéramos.
—Y aún así lo hicieron un par de días atrás. —El sarcasmo en su voz era notorio —.Tenías razón, creo que deberíamos dejar de relacionarnos.
Esta vez sentí una pizca de culpa al ver sus ojos un poco brillosos por las lágrimas que amenazaban con salir.
—Sólo deja a Joshua en paz, ¿sí?
Sonrió de lado, con una leve pizca de tristeza, luego de unos segundos asintió.
Sin pensarlo me di la vuelta para salir de ahí, pero antes, de poder retirarnos, Mateo tomó a Joshua del brazo y por un momento me hizo creer que lo golpearía.
—Cuídala Miller, me hubiera gustado que alguien se preocupara así por mí cuando inicié en esto —suspiró, y me miró forzando una sonrisa —.El día en que te vea con un cigarro en la mano, te mato.
Asentí, y no supe qué más hacer.
Ese día no pude hacer más que pensar en cómo él segundo chico que me había gustado, había reemplazado sus verdes ojos por unos rojos.
No pude dormir, mi mente ansiaba abrazarlo y hacerle saber que yo aún me preocupaba por él. Y siempre lo haría.
—Señorita King —comentó la profesora —.Llega dos minutos tarde y aún así tiene el descaro de entrar bebiendo una leche de caja, cada día me sorprende más su falta de vergüenza.
—¿Puedo pasar? —pregunté sin ponerle atención a sus quejas.
Asintió y señaló la banca de atrás, era el único lugar disponible. En esa clase siempre nos sentábamos por parejas.
Me senté sin decir nada, mientras caminaba a mi asiento sentí la vista de Joshua sobre mí, me regañaba con la mirada.
—Hola King —saludó Harry, un obsesionado con los videojuegos —.Polo es tu amigo, ¿cierto?
Asentí, supuse que quería saber el porqué mi amigo no había asistido a su tutoría matutina.
—¿Sabes por qué no vino?
—Posiblemente esté en la cárcel con Andrew y Nathan. —Traté de sonreír amablemente.
Me miró confundido, era más que obvio que intentaba descifrar si era una broma y mi sentido del humor era pésimo o sí realmente mis amigos estaban en la cárcel.
Negué con una pequeña risita.
—Quisieron ir a visitar a sus abuelos —dije como si fuera lo más normal del mundo, es decir, ¿no se supone que todos los amigos comparten a siete abuelos?
Su mirada de confusión no se hizo de esperar. —¿Estás drogada?
—No —reí acomodando mi cabello, levanté un poco la mirada y me percaté de que Joshua me miraba como si deseara regañarme —.Lo que pasa es que hace dos años ellos solían ir a visitar al abuelo de Nathan en ese asilo, por lo cual terminaron haciéndose amigos de todos los señores de ahí; Por eso es que hasta la fecha los siguen visitando aunque el señor O´Brien ya no resida en ese lugar.
—Lamento lo del señor O´Brien —comentó apenado mientras fingía tomar notas.