1
Narra Will:
Mis ojos analizan toda la sala, estoy nervioso, no quiero que se note, pero siento una gota de sudor caer deslizarse por mi frente. La limpio con mi mano, asegurándome de que nadie me haya visto.
El profesor dice mi nombre y yo debo ponerme de pie. Quiere que escoja a alguien para que sea mi compañero de trabajo, pero simplemente no puedo, no conozco a nadie y tampoco quiero hacerlo.
—¿Señor Anderson...? —El profesor arquea una ceja y presiona la punta de su boligráfo en la planilla que tiene entre sus manos.
—Eh, yo...
—Yo trabajaré con él —Una voz hace presencia detrás de mí, volteo sorprendido y me encuentro con el chico del autobús.
—Muy bien... Anderson y Foster, anotado —Pronuncia el profe y pasa directamente al siguiente estudiante.
Me siento en mi lugar al mismo tiempo que el chico de cabello bello castaño oscuro se acerca. Él imita mi acción y después, me muestra una sonrisa.
2
Es viernes por la noche, la temperatura afuera es cálida, muy peculiar para la época del año en la que estamos. Es una noche perfecta para realizar una fiesta, salir con amigos o simplemente disfrutar de una buena gaseosa al aire libre.
¿Y qué estoy haciendo yo? Bueno, estoy en el living de la casa, viendo un maratón de Teen Wolf mientras acaricio la cabeza de Oddie.
Papá y Mary ya están arriba, cenamos mucho más temprano porque mañana tenemos un importante almuerzo que requiere que todos estemos descansados.
Pero yo no tengo sueño, y no pienso ir a mi cuarto a caer rendido en una depresión.
Lanzo una carcajada debido a un chiste de Stiles y tomo un par de pochoclos. Es entonces que el timbre de la entrada suena, miro en esa dirección, ¿Acaso alguien espera visitas? Oddie baja del sillón y corre ladrando hacia la puerta. Lo sigo a paso lento y me detengo al tomar el picaporte.
Abro la puerta, encontrándome con Nicky y Riley, ellas me saludan con un beso en la mejilla y entran a la casa.
—Hola, ¿Qué hacen aquí? —Pregunto con un tono amistoso.
—¿Tú hermano está en casa? —Cuestiona Riley mirando escaleras arriba.
—Si... —Bajo la cabeza. —No ha salido de su cuarto en días.
—Pues eso se acabó... —Afirma Nicky subiendo las escaleras.
Riley la sigue a la misma velocidad y yo me quedo esperando en el vestíbulo, si hay alguien que puede sacar de la cama a Finn es Nicky, su mejor amiga.
Nicky fue a la segunda persona que conocí después de Nate, ella y Finn son mejores amigos desde que tienen cuatro años. Es una persona cálida, alegre y que desde que me conoce, se ha preocupado por mí.
Me tiro en contra del sillón y vuelvo a poner play a la serie, escucho algo de alboroto en la segunda planta, pero por experiencia, sé que debo mantenerme a raya.
En unos cuantos minutos vuelvo a escuchar sus pasos bajar la escaleras, me asomo de forma discreta desde el sillón. Como siempre, tenía razón, Finn aparece en el vestíbulo, con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha.
—Vamos... —Nicky me lanza una de mis camperas de jean. —¿Piensas que voy a dejar que te quedes aquí un viernes por la noche?
Miro a Finn, sé que no quiere que vaya, por lo que termino negando con la cabeza.
—Lo siento Willie, pero no era una pregunta —Su mano toma la mía y me obliga a levantarme. —Ahora salgamos de aquí.
Me encojo de hombros y paso mis brazos por las mangas de la campera. Echésmole un vistazo a esa famosa feria.
3
Nicky detiene el auto en el estacionamiento. El cielo está despejado, y corre una extraña brisa calurosa que me recuerda el verano antes de que todo se fuera a la mierda.
Los tres bajamos del vehículo, gritos, risas y música hacen presencia. Respiro profundo, quizás esta no sea una mala idea después de todo.
—¡Ya era hora! —Exclama Ethan levantando los brazos y esbozando una sonrisa.
—Dijimos nueve en punto, no... —Leo revisa su reloj. —Nueve y cinco.
Riley, Finn y Nick se aproximan a ellos, y yo me mantengo junto al auto, observándolo todo.
—Sabía que vendrías —Le dice Leo a mi hermano, él se rasca la nuca y todos juntos, se adentran en la feria.
Me apoyo en el capo y miro mi celular, es temprano, debería dar una vuelta.
Comienzo a caminar por la feria, oliendo diversos aromas, la mayoría de ellos, de cosas dulces; algodón de azúcar, caramelo derretido, malvaviscos, banderillas. Paso junto a los puestos y me detengo en la cabina, aprovecho la promo de diez boletos por diez dólares y exploro hasta encontrar algo que me llame la atención.
El puesto de competencia de tiro se ve atractivo, además el ganador se lleva un oso-pato de peluche gigante. Le entrego el ticket al encargado y tomo el rifle de balines.
Respiro profundo, espero que las expediciones a cazar con papá tengan frutos. La campana suena y yo comienzo a dispararle a las latas, no pierdo un segundo en ver a mis contrincantes, tengo que concentrarme en ganar.
Una lata, dos latas, tres latas, cuatro latas, apunto a la quinta y última, pero mi mano derecha tiembla y la mira se desvía, el balín choca contra la pared de madera color blanca.
Gruño e intento apuntar, presiono el gatillo levemente, y antes de poder disparar, el encargado grita "¡TIEMPO!".
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Editado: 13.08.2021