Retratos Oscuros

Capítulo 10: El Impostor

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1

Los seis estamos parados uno al lado del otro, formando una extensa fila horizontal frente al agente, quien se mantiene a unos cuantos metros de la entrada, observándonos a cada uno con sus imponentes ojos oscuros, como si nos estudiara.

De vez en cuando lo veo bajar la mirada, como si buscara algo en nuestros bolsillos, ¿Quizás cree que estamos armados?

—¿Quién dijo que era? —Riley abre la boca, y el resto de nosotros la miramos al unísono.

—Soy el agente Chad Coleman, de Winston. —Responde, nombrando una pequeña ciudad a unos cuantos kilómetros de aquí.

—¿Y quiere...?

—Que respondan unas preguntas. —Completa la frase, mostrando una pequeña sonrisa.

—Nosotros... Ya hablamos con la policía —Comento cruzando miradas con Cece y Finn.

Él lanza una pequeña carcajada.

—Lo sé, digamos que esta es una investigación a parte, nos gusta llevar los casos de forma particular. —Hace una pausa. —Y este, sobre todo, resulta muy interesante para nosotros.

La forma en que lo dice, su voz grave soltando aquella última frase, provoca un escalofrío que recorre todo mi cuerpo.

Pasan unos cuantos segundos más, todos nos miramos mutuamente y finalmente, cedemos ante aquellos imponentes ojos marrones oscuro. Cece extiende su brazo, señalando los sillones y haciendo que todos nos sentemos allí. El agente es el último en hacerlo y toma un lugar perfecto para vernos a todos.

Trago saliva, todos se ven igual de nerviosos que yo, pero Chad no muestra ninguna expresión, él retira una pequeña libreta de su bolsillo derecho, mismo lado del que cuelga su arma.

—¿Todos eran amigos de Ethan Park? —Él hace su primera pregunta, todos asienten menos yo. Lo cual provoca una mirada de su parte hacia mí.

—Él es mi hermano, acaba de mudarse —Finn se apresura a responder, como si supiera que yo no estoy preparado para hacerlo.

Chad anota en su libreta.

—¿Notaron algún comportamiento extraño de su parte? ¿Quizás discutió con alguien...?

—Ethan no tenía problemas con nadie —Responde Leo, lo observo, su mirada no transmite miedo, sino más bien, enojo.

—Vamos chicos... Todos sabemos que eso no es verdad.

—¿Disculpe? —Nicky arquea una ceja.

—Son adolescentes, y en esta etapa una pequeña discusión, incluso una pequeña broma puede desencadenar muchas cosas —Continúa.

—No comprendemos... —Anuncia Cece.

—Sé que Ethan tenía fama de bufón, hacía muchas bromas, quizás...

—Espere —Riley lo interrumpe. —¿Está insinuando que Ethan fue asesinado por una broma?

—Estamos evaluando todas las posibilidades... —En cuanto él termina de hablar, la puerta principal es abierta, todos miramos en esa dirección, excepto él, que extrañamente observa nuestros torsos.

—¿Qué está sucediendo aquí? —La Sra. Waterson entra en la sala de estar, Chad se pone de pie y extiende su mano.

—Chad Coleman, FBI. Un gusto.

—¿Qué hace aquí? —Pregunta de forma brusca, mirándolo de arriba abajo.

—Solo vine a hacerles unas preguntas a los chicos...

—¿Sin un mayor presente? —Él no responde. —¿Acaso tiene una orden?

—Son solo unas preguntas de rutina...

—No me interesa —Lo interrumpe. —Soy abogada y acaba de violar los derechos de estos jóvenes.

—Señora...

—Salga de mi casa si no quiere una demanda —Ordena señalando la salida.

Chad asiente, mierda, le lleva más de una cabeza de altura a la señora Waterson. El hombre se encamina hacia la puerta y antes de salir nos mira a cada uno de nosotros.

—Pronto volveremos a encontrarnos, buenas tardes.

Suspiro aliviado, la madre de Cece cierra la puerta con llave y vuelve hacia nosotros.

—¡No vuelvan a dejar entrar a desconocidos a esta casa! Y menos si no tienen una orden, hay un maldito toque de queda, ¿Qué diablos estaban pensando?

—Claire lo sentimos, de verdad —Nicky, como siempre, se adelante a todos nosotros.

—Está bien —Ella baja el tono de su voz y respira profundo. —Ahora, regresen a casa, hay toque de queda que respetar.

2

Estoy de vuelta en la casa, tirado sobre mi cama, a oscuras, escuchando música deprimente mientras miro el techo. Todo esto es una mierda. La policía parece estar detrás de nosotros ahora, como si fuéramos los malditos culpables de lo que sucede.

Y mierda, sé que en parte tenemos la culpa, que nosotros hicimos ese estúpido ritual, pero que quieran hacernos responsables por asesinar a alguien, no sabíamos que algo así podía suceder.

Solo éramos niños ingenuos.

Recuerdo las palabras de Finn la noche del ritual, la énfasis que le puso a su discurso, en verdad necesitaba volver a ver a Nate, pedirle perdón por aquella misteriosa discusión, y, carajo, no solo no pudo hacerlo, sino que ahora siente que todo esto es solamente su culpa.

Quiero hablar con él, decirle que todos tenemos una parte de la culpa, pero sé que será inútil.

Abro el cajón de mi mesa de noche y tomo la pulsera que Nate me dio la noche del accidente, creo que él ha estado advirtiéndonos, cuidándonos de alguna forma, quizás sea bueno tenerlo cerca.

Me pongo la pulsera en mi muñeca izquierda y vuelvo a recostarme, necesito dormir un poco. Inhalo y exhalo lentamente, comienzo a contar al mismo tiempo que un rayo de luz ingresa a la habitación.




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