Todo estaba borroso a mi alrededor apenas y podía reconocer que o quien me cargaba, había una luz que me cegaba casi por completo y un fuerte dolor de cabeza que no me deja pensar con claridad.
– ¿Qué está pasando? – pregunte.
– Al fin despiertas, pensé que no recobrarías la conciencia hasta dentro de unas horas – respondió una voz gruesa que no reconocía, esta era de un hombre, el cual me cargaba en brazos.
–¿Quién eres tú? – mi pregunta quedo en el vacío.
Mientras más pasaban los minutos pude darme cuenta poco a poco de mi entorno y el ruido a nuestro alrededor empezó a hacerse más claro.
–¿Acaso nos están disparando? - me pregunté a mí misma.
Mirando a mi alrededor vi un gran sendero en medio de varios pinos muy grandes tanto que parecían que tocaban las nubes, pero varias ramas eran lo suficientemente bajas como para darlos varios rasguños, detrás de todo este sendero había varias montañas de diferentes tamaños.
Cuando logré reaccionar me di cuenta que quién me cargaba era un hombre robusto, de cabellos largos castaños, los cuales estaban amarrados hacia atrás, y con unos ojos color café que llevaban un poco de angustia.
–¿Estás bien? ¿Te duele la cabeza? – preguntó.
–So... Sólo un poco – respondí tocándome la cabeza.
Mirando alrededor me di cuenta que estábamos siendo perseguidos por un grupo que llevaban armas sin cuidado de dispararnos, varias de estas pasaron muy cerca de nosotros.
– ¿Qué está pasando? –pregunté conmocionada por lo que sucedía.
– Digamos que el rescate silencioso fue muy ruidoso –sonrío a pesar de la situación.
Si en ese momento no hubiéramos sido perseguido por unos matones me hubiera embobado con su sonrisa, en cambio empecé a ser miles de preguntas en mi cabeza: ¿Quién es el?, ¿Rescatarme de?, ¿Dónde me lleva?, ¿Por qué nos persiguen? Frente a nosotros se encontraba una pequeña cabaña a la cual ingresamos, y al fin pude ponerme de pie sola, el hombre frente a mi empezó a ser extraños movimientos con sus manos, ¿Qué está haciendo? Cuando menos lo esperaba unas llamas azuladas muy hermosas, pero también muy fuertes arrasaron contra algunos de los hombres que nos perseguían.
No podía creer lo que veía ¿Cómo demonios hicieron eso? retrocedí asustada y con muchas más dudas por responder.
– ¿Cómo hiciste eso? – Pregunte impactada.
– Tranquila Yareli no te hare daño, así como tú tengo algunos dones– Respondió tratando de tranquilizarme.
–Como sabes mi nombre?
Ese es el menor de mis problemas ahora.
– ¿Cómo yo? Yo no tengo dones – Me pellizque más de una vez para ver si estaba soñando.
– Se que estas confundida y te explicare con todo lujo de detalles, pero ahora tenemos que concentrarnos en perderlos –respondió mirando a través de la ventana.
Empezó a observar la cabaña y detuvo su mirada en algunas tablas flojas, se levantó y busco alguna otra salida en la parte trasera, cuando la encontró la dejo abierta además dejo un pequeño broche de plata y empezó a levantar aquellas tablas.
– Vamos a tener que entrar aquí ya deje algo para despistarlos, ven te ayudo – me extendió su mano.
Dude un momento en agarrar su mano, no sé si puedo confiar en él, pero ahora mis opciones son limitadas, quedarme y morir en manos de unos matones o escapar con un hombre que tiene dones sacados de un libro de cuentos de hadas.
–Confía en mi Yareli, juro que no te hare daño – me miro directo a los ojos y agarre de una vez su mano.
Al colocar nuevamente las tablas en su lugar, quedarnos debajo de la cabaña, empezó a buscar una salida. De pronto las pisadas por encima de nosotros empezaron hacer mucho ruido además que astillas y polvo empezó a caer encima de nosotros.
A punto de gritar él me tapó la boca con su mano y me susurro al oído
– No hagas ruido, o nos encontrarán– Lo miré y afirmé.
Varios hombres armados entraron a la sala y empezaron a inspeccionar todo, vestían trajes desgastados y sucios a excepción de uno, estaba claro que era el general ya que cargaba un traje mucho más protegido y limpio que los demás. Este caminaba por alrededor de la cabaña hasta que tropezó con una de las tablas justo encima de nosotros, debido a eso comenzó a golpearlas, cuando escucho un sonido diferente de una de ellas la agarro para levantarla.
¡Nos descubrirán! quise gritar.
–¡Señor! – grito uno de los hombres, llamando la atención de quien estaba a punto de descubrirnos así dándole un poco de calma a mi acelerado corazón.
– No se encuentran en la casa, encontramos esto en la puerta trasera – le entrego el broche de plata– creemos que salió de aquí con la dama del amo y se escondió en el bosque que está a unos metros de aquí.
–¿Dama del amo? – sentí unas punzadas en mi cabeza y recordé varias imágenes.
Pude ver a un hombre muy aterrador que me encerraba tras unas grandes rejas de metal, en otra aparecía de nuevo, pero esta vez sus ojos eran diferentes, demostraban toda la crueldad y avaricia que un hombre podría tener, sus manos mostraban filosas garras, mientras que yo estaba encima de un podio de piedra.
Todo lo vi muy borroso por más que intenté recordar más, las fuerzas no me daban. ¿Pero qué rayos es todo esto? se sintió todo muy real para ser un sueño.
–Es un maldito él y su hermano, primero destruyen parte de los aposentos del amo y luego se roba a su dama, ¡Lo quiero muerto! ¿Escucharos inútiles? – escupió el general con un grito aterrador.
Apenas se escuchó su grito todos los hombres salieron rápidamente de la cabaña siguiendo las ordenes de su general. ¿Hermano? Pensé y rápidamente lo miré.
Cuando por fin las pisadas se dejaron de oír salimos por un pequeño agujero y escapamos hacia los árboles que se encontraban al otro extremo.
–¿Qué demonios fue todo eso? –pregunté exaltada.
– Te explica... – sin dejarlo terminar la oración una voz interrumpió entre medio de los arbustos.