Rey de los muertos

AMIGOS Y DEUDAS

Escucho la voz de la mujer, pero no puedo identificarla. Por un instante veo a Benge sentado en el piso con las piernas cruzadas y una mirada de preocupación. La mujer encuentra una llave en su comida.

En otro recuerdo, Benge toma la mano de la mujer entre las suyas. La imagen cambia y veo a la misma mujer en el suelo, sangrando. Es el sueño que he tenido más de una vez y que no he podido descifrar, y por fin puedo ver quiénes están junto a ella. Uno de ellos pone sus manos detrás de su propio cuello y mira al techo, nervioso. El segundo hombre sujeta la cabeza de la mujer y le suplica asustado.

Son los líderes Morthu y Kai.

Mis pies dirigen mi cuerpo al frente, hacia una de las computadoras, como si alguien más le hubiera dado la orden a mi cuerpo para moverse. Levanto mi mano y mis dedos viajan a través del teclado. Estoy siguiendo el patrón que aparece en mi cabeza a través del recuerdo de alguien más. Alguien que ya sabía que botones oprimir.

—¿Qué haces? —pregunta Lio, mirando en mi dirección.

No lo escucho.

En la pantalla aparece la cara de Benge y frente a él una mujer. Parecen estar discutiendo. No, en realidad parece que Benge está siendo ignorado.

Benge la rodea cuando ella intenta marcharse. Él abre sus brazos, intentando cortarle el paso. No me preocupa que la mujer escape de su encierro, pero sí me preocupa la mirada en sus ojos. Mi cuerpo comienza a temblar y una sensación de frío recorre mi espalda. Reconozco la identidad de la mujer y al impostor que tomó su nombre.

Es casi como si me susurrara en el oído: «aquí estoy».

—¿Quién es ella, Kai?

El líder se levanta de su silla con lentitud, haciendo una mueca frente a mi nerviosismo. Finalmente, ve lo mismo que yo.

—Es Irina…

De golpe comienzo a recordarlo todo. Vi a una mujer en una celda mientras estaba aquí. Era alta, bella, con un carácter difícil. Las paredes que rodeaban sus celdas eran blancas. Veo cojines en el suelo para su comodidad y recuerdo como le reclamaba a Kai por su decisión de dejarme en el frío piso de mi celda.

Recuerdo también cosas que no me pertenecen. Recuerdos que no son míos, pero que, debido a mi naturaleza, puedo estudiar. Veo a un hombre y a una mujer corriendo por el bosque, escapando por un rato de sus responsabilidades como cazadores, como niños que se escapan de su tarea. Veo a dos amantes entregándose en cuerpo y alma. Veo a un hombre proteger a su líder de la cazadora que intentaba apuñalarlo, mientras las lágrimas recorrían su rostro.

La cazadora Irina fue encerrada en su enorme jaula, mientras el cazador Benge agachaba la cabeza y obedecía.

—Kai —pronuncio su nombre como si obstruyera mi garganta—. ¿Qué hiciste?

—¿Qué? —El líder arquea una ceja—. No sé de qué hablas.

—¿A quién mataste?

—¿Quieres que te haga una lista? —responde cínicamente.

—Es ella. —Lio revela mi descubrimiento—. Ella es el extra.

El líder lo escucha y se paraliza.

Las mentiras que nos decimos a la cara son aun peor que las que se dicen a la espalda…

—Hazte a un lado —ordena Irina con una sonrisa de medio lado—. Debo irme antes de que el líder aparezca.

—Escúchame —pide Benge en un susurro—, será peor si te escapas, debes conseguir el perdón del líder primero.

—No me digas que eso es lo que has estado esperando todo este tiempo. —Irina se burla—. ¿De verdad crees que me perdonará?

—Sé que lo odias, pero no puedes irte sin que el líder lo autorice, Irina. Pueden matarte mientras te cazan.

Irina sonríe de una forma en que nunca la había visto sonreír.

—¿Sabes por qué escogí este nombre? —Su pregunta lo toma por sorpresa.

—¿A qué te refieres?

—No lo entenderás, pero te lo diré de todas formas. Solía encapricharme con cualquier cosa o persona que pensara que se parece a mí. Me tomó mucho tiempo entender que era parte de mi naturaleza…

La sonrisa siniestra de Irina lo desconcierta, pero no hay manera de que Benge pueda entender el mensaje. Ahora mismo solo ve a una mujer que no está dispuesto a dejar marchar.

La puerta de seguridad se abre. El rey de los muertos y su líder entran en su campo de visión.

—Kai —Benge se alarma—, yo lo arreglo.

—No, esto lo arreglo yo —declara el rey, adelantándose a Kai.

Las puertas vuelven a cerrarse, Codicia corre, pero el líder es más rápido y le bloquea el paso. A pesar de los sellos que evitan la magia, Codicia puede hacer uso de su poder.

El rey también usa el suyo. Un poder mucho más grande y destructivo que provoca que la piel de Irina comience a desprenderse, y Benge escucha horrorizado sus gritos de dolor

—¡¿Qué diablos estás haciendo?! —grita el cazador corriendo para detenerlo, pero me interpongo en su camino.

—Es Codicia.

Benge aguanta la respiración.



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En el texto hay: rey, romance, accion drama

Editado: 24.06.2024

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