Había rumores acerca de la muerte de Edward Walker, muchos creían que era porqué tenía demasiado enemigos y por fin uno decidió ponerle fin a la asquerosa existencia del Rey Rojo. Pero esa no era la verdad, él había muerto por decisión propia había tomado la nueve milímetros y la había puesto debajo de su barbilla y había disparado. Dejó como testamento una carta con solo tres palabras; Vienen por mí. Sus hijos se repetían, quien podría haberle causado tanto miedo a su padre que hizo que tomara el camino fácil, pero, no podían pensarlo mucho. El reino que había creado su padre y abuelo caería si no había un sucesor, pero nadie quería tomar él lugar. Pasaba el tiempo y el reino pedía un líder, como en cualquier otro reinado el mayor tenía que seguir con el puesto, pero como decía nadie quería tomarlo
El sonido de una arma recargándose detrás de su nuca la hizo soltar una maldición. La pelinegra había decidido salir a entrenar con su mellizo, pero no tomó en cuenta que su hermano era mucho mejor con las armas
— Estás distraída —el mellizo bajó el arma cuando la pelinegra se volteó— Si esto hubiera sido en una misión. Morirías al instante
— Conozco la forma de morir —el tono de molestía fue notorio, llamando la atención del pelinegro que le ponía el seguro al arma de color negra con detellos rojos— Conozco muchas
— ¿Qué sucede?
Él la conocía desde que tenían memoria. Él perfectamente podría decir lo que estaba pensando y atinaria completamente, porque así era su relación desde que nacieron, desde que ella lo conoce
— Desde que Edward murió, todos dicen que fue algo planeado —el pelinegro la miró mientras la pelinegra mantenía su mirada en el suelo— Sabemos que no lo fue, pero ese mensaje que dejó. Hice algo que cambiado todo y tal vez la consecuencia de eso, fue que él muriera
— Emma, todos tenemos nuestros demonios —la pelinegra lo miró brevemente él lucía un poco afectado por los golpes de la femenina— Algunos mueren con el tiempo, otros buscan venganza. Nuestro padre tenía muchos de ellos
Ella asintió mientras cerraba sus ojos, aquellos que eran igual a los de su padre y no solo en eso era igual a él. Cuando cumples diecisiete a los miembros del grupo walker les citaban una misión, algunos nunca regresan al ser novatos, pero cuando eres hijo del famoso Edward Walker. Tienes que hacer lo que tienes que hacer, sin importar las consecuencias de aquello. Emma lo sabía, algún día las consecuencias de aquella misión irían por ella
Desde el patio, se podía notar el cielo gris de la tarde, pero el sonido de las camionetas llegando eran más notorios que el cielo. En total fueron cuatro las que llegaron, la pelinegra miró atenta a las personas bajar de las camionetas. Apretó ligeramente el arma que tenía en su mano derecha
— tranquila, escuche que los líderes pidieron una junta de herederos para hablar sobre nuestro hermano mayor
— ¿Quieren que Thomas sea el nuevo líder? —el pelinegro asintió— Eso significa que es el heredero que nuestro padre eligió —Emma lo miró seria mientras su hermano la miró fijamente— Todos querían la aprobación de él y él que menos la quería lo obtuvo
Suspiró para caminar hacia la zona de tiró, seguida por la mirada del pelinegro. Odiaba admitirlo, pero odiaba la idea de ver a Thomas como el nuevo líder de lo que su abuelo construyó, pero ella no podía decir absolutamente nada, porque para todos ella solo era una hija más de Edward y Amelia, pero eso no era la realidad. No era su realidad, ella era hija prohibida, hija de un engaño. Su madre era la heredera del grupo Petrov mientras que ella simplemente la abandonó. Abandonada con tan solo seis años, deja como un animal en manos de una mujer que los dejó con el diablo después de unos años.
Atino a sus tres dianas, apuntó hacia un cuervo que pasaba por encima de ella, matando al animal en el proceso. Tenía buena puntería, la mejor
— ¿Quién te hizo enojar?
El sonido de la voz sonaba detrás de ella, aquello no la hizo voltear. Conocía aquella voz de risos dorados, aquella que tenía una mirada de color celeste como el cielo y una dulce sonrisa que podría atraer a cualquier animal
— ¿Me vas a ignorar? —el sonido de la arma recargándose fue su respuesta— No te enseñaron que ignorar a alguien con mayor puesto de poder que tú es de mala educación —la pelinegra rodeó los ojos para acomodarse otra vez enfrente de una de las dianas— Viaje desde lejos, mínimo deberías saludar
— Hola
Fue lo único que pronunció para después disparar directo a la diana. Sonrió tenuemente al escuchar un carraspeo detrás de ella, volvió a disparar a las otras dos dianas mientras se movía. Era como si bailara al compás de cada disparo, eso pensó el rubio al verla. Al terminar se giró sobre sus talones para mirar al rubio
— ¿Cómo estuvo la junta?
— Bien, algunos dialogan sobre la salud mental de tus hermanos —la pelinegra lo miró incrédula, sabía lo que se rumoreaba en las calles. Que los hijos menores de Edward Walker se volvieron asesinos tras el fallecimiento de su padre— Claro, proteste ante eso
— Obviamente lo harías —la pelinegra se acercó un poco más a él— Dime, mi querido prometido. ¿Con quién de mis hermanos querías ganar puntos?
— Con ninguno —decía sin apartar su mirada de los ojos de la pelinegra que soltó una risa seca— Sin tu padre vivo, podemos anular nuestro compromiso. Es lo que querías desde el inicio
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Editado: 11.06.2024