Rhaj 2105

Capitulo III; Una tarde abrazadora (Parte II)

Al caer, su mirada se paraliza, el tiempo corre más lento, su corazón late más rápido, su mirada se fija al final de aquel infierno y aun con la lente nocturna, mirar era casi imposible. Una curiosa luz escapaba de grietas en el suelo, que llenaban de una extraña imagen negra la mirada de Owen, ni la mirada natural, ni aquella lente nocturna eran capaces de visualizar en su totalidad la abismal escena que se presentaba. Un instinto sucumbió sobre el alma de Owen, pudo sentir correr por su ser una fuerte y veloz ráfaga de energía, de repente podía ver, pero no veía con sus ojos, veía con algo más, un extraño poder, una extraña fuerza que aun ciego le permitía ver. Cerró sus ojos, abrió su mente, y ver ya no era el problema…

Todo estaba quieto, nada se movía, total y completa calma. De repente… -UAaaah!- Las bestias Vociferaban en coro, rápidamente saltaban, los más fuertes y erguidos, al aire, los más débiles y pequeños corrían en 4 patas, casi tan escurridizos como arañas, pero en la mente de Owen todo era lento, muy, muy lento, su percepción del mundo era tan precisa como la de una mosca, en el tiempo que les tomo saltar y correr, Owen ya había diseñado la perfecta estrategia. Cada vez que peleaba era así. 5 semanas atrás 8 carroñeros vagabundeaban a media etapa oscura sobre el desierto, quien sabe cómo llegaron allí, tal vez el hambre, tal vez algo más; día 5 o 6, los días más oscuros, corrían y olían fétidamente, Owen se había puesto su casco; golpeo y arrasó, los mato en solo un instante, Jeremías no podía ni sentir como se movía. El traje le daba fuerza, pero su mente le daba el poder, sin el traje Owen es débil, desnutrido y tremuloso, pero con él, y con aquel poder, podía hacer de todo. Jeremías lo sabía, sabía de dónde provenía su poder, jamás quiso decírselo, según él, era para protegerle, pero, “¿protegerme de que?”, siempre se preguntaba eso, Jeremías quedaba callado.

-¡Ayudaaaaa!- Una de las alimañas había clavado sus dientes en la pierna de uno de los niños, la niña, la menor, corría lentamente sin poder ver algo, calló en el suelo, el sonido atrajo a más de ellos, con sus manos pudo sentir el suelo, de repente corría como si mirase todo a su alrededor y se escondió tras una roca. Las bestias, rodeaban en su totalidad a Owen, y a los dos niños, que luchaban por alejarse de todo esto, el menor, entre ambos, no tenía salvación, la mordida lo había infectado, rápidamente murió, como si los dientes de aquel monstruo le hubiesen llenado de algún mortal veneno. El ejército se alejaba, el niño mayor no sabía que pasaba, tampoco podía ver algo, Owen lo tomó del brazo, se quitó el casco, lo puso en la cabeza de aquel, y le dijo–Quédate aquí, no te muevas- con una voz seria y grave.

-Uno…Dos…Tres…- Contaba Owen en su mente, mientras lentamente corrían las bestias hacia él, cada vez más lento, su corazón se paralizo ante su oído, un segundo después…*Traaaahs* Tres en el suelo… -Cuatro… Cinco…- *¡Clahs!* Dos más sangraban a chorros, Owen había clavado un cuchillo en el pecho entre dos, una pútrida brocheta y en un solo instante -10…20…- La mirada del chico se volteaba en todas direcciones, mientras veía caer desmembrados a 8 de los que saltaron en el suelo esparciendo brazos y piernas por la arena, 2 más en el suelo se desangraban, volteo a la izquierda, 5 cabezas caían de la nada, viró a la derecha, una brocheta de 5 de ellos, un enorme cuchillo los atravesaba del pecho a la espalda, el último lo tenía clavado en el cuello, brotaban chorros de sangre, medio segundo después -100…- *Twish Twish Twihs* el sonido de las cuchillas de ambos brazos a una velocidad impresionante, rompían la barrera del sonido, el chico solo veía, como decenas de ellos se desplomaban como dominós en orden, de este a oeste, de izquierda a derecha, de babor a estribor, uno sobre otro, como una ola de sangre y carne pútrida y muerta.

Se hizo el silencio y solo unos pocos segundos después… retrocedían furiosamente amontonándose unos entre otros, buscando escondite, Owen sonrío, pero en un instante esa sonrisa decayó… *Tush…* Un fuerte golpe *Tush…* ¿Qué era? *Tush* Algo avanzaba, los golpes se… *¡Tush!* ¡El suelo temblaba, no era un terremoto! ¡Owen!… -¡Detrás de ti!- El chico grito, Owen se volvió *¡PLAHS!* -¡UUUUUAAAAAAARG!- Un enorme gruñir, grave, con un eco que se escuchaba hasta lo más profundo del abismo, Jeremías escuchaba desde arriba, en el borde, recostado sobre la arena, perplejo, ya sabía de qué se trataba, convulsionaba… La niña, detrás de aquella roca también había escuchado, cerró los ojos, se posó escudriñada sobre sí misma, abrazando el vacío, apretando su cuerpo y soltando una sola lágrima, jadeaba atemorizada. El cuerpo del chico muerto, ya sin ojos, seco, temblaba por el movimiento de aquello, aquello que a Owen le temía, quedó paralizado, quieto, frío.



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En el texto hay: ciencia ficion, guerra interestelar, aventura

Editado: 28.12.2018

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