Mi nombre es Liliana Ortega y la historia llena de aventuras y misterios que quiero relatar comenzó con una tragedia. La muerte de mi madre.
Mi vida cambió por completo cuando esto pasó, pues ella era mi todo, mi mejor amiga, mi socia de travesuras, me entendía mejor que nadie y aceptó mi radical cambio de apariencia de niña buena a un cuervo oscuro.
Pero... cuando ella se fue, comencé a sentir que nadie quería verme, ni siquiera mi papá, por primera vez me sentí como el bicho raro de la familia y no me agradaba.
Pasaron 5 meses y mi padre comenzó a actuar como si ya lo hubiera superado por completo; Ya se iba de fiestas, convivía con más personas, y trataba de evitar el tema de "La esposa muerta" a toda costa, impidiéndome hablar a mí de ello, y en realidad, parecía querer reprocharme por seguir triste, como si fuera algo fácil de olvidar.
Luego, en un ataque de locura temporal supuse, Papá decidió mudarse de nuestra casa en la CDMX a otra ciudad que estaba a solo 4 horas de ahí. Un lugar en el que todos sabíamos que solo habitaban ricachones y chicos fresas.
No importaba cuantas veces me quejara con mi papá...
—Su espíritu está aquí, puedo sentirlo. Debemos quedarnos aquí —pedí mientras bloqueaba la puerta.
Él estaba apurado, pero no iba al trabajo, lo sabía, aunque iba muy bien vestido y perfumado.
—Lily, por favor. Llegaré tarde, hablaremos luego —dijo con apuro.
—Siempre dices eso —me queje.
Él sacó un suspiro y me miró como si me tuviera lastima —Ya compre la casa, no está a discusión. Lo lamento.
Nos mudamos de todas maneras a esa extraña y vieja mansión que se encontraba a las afueras de Villa luz, mi nueva casa.
El lugar era elegante, con un color blanco extraño que me hacía sentir infeliz de alguna forma. Había 4 habitaciones en la casa, la cocina era enorme, pero en la sala solo cabía un sillón y una televisión, mientras que el comedor más bien parecía un salón de fiesta con miles de cuadros pequeños de personas que yo no conocía. Papá no quiso quitarlas, pues creía que debíamos dejar la casa Justo como estaba a excepción de las habitaciones.
— ¿Qué opinas, Lily?— preguntó mi padre al verme observando todo el lugar con mi vieja cámara.
—No lo sé, creo que me agrada— dijo como si nada sacándole fotos a la pared llena de cuadros.
—Toc-Toc, ¿Tuvieron buen viaje?— escuché la aguda pero soportable voz de Dolores, la... "amiguita" de mi papá. Al parecer había entrado como si nada mientras llegaban nuestras cosas de la mudanza.
—Lola, no tenías que venir— la saludo mi padre dándole un abrazo y un beso de piquito que me hizo rodar los ojos y asquearme un poco.
—Claro que sí, de hecho— Dolores comenzó a chasquear sus dedos hasta que uno de los trabajadores nos dejó dos cajas envueltas en papel amarillo en el suelo —Les traje regalos de bienvenida— dijo de manera emocionada. Comenzaba a molestarme su presencia, pero no sabía porqué.
—Ay, Lola, no tenías que...
—Shu, shu, shu, shu —lo calló chitándolo de manera extraña mientras le entregaba el obsequio. Mi papá lo recibió con una sonrisa en su rostro —Toma, Lily, lo compré pensando en ti. Espero que te guste— dijo de manera amistosa entregándome la pesada caja.
Tal vez era su manera desesperada de querer ser mi amiga lo que me desagradaba tanto.
—Lily —me regaño mi padre.
—Gracias, Dolores—dije como si nada antes de abrir la caja y encontrar una hermosa muñeca hecha a mano. Era una gatita con falda azul, botas marrones y un estampado de ovejas como camisa —Wow, es... hermosa.
—Sí, no sé porque cuando la vi me acorde de ti, aunque ella no tiene tu... adorable vestido negro, ni tu aura de... muerte —se esforzó por hacerme un cumplido mientras miraba mi cara seria casi neutral.
Aunque el regalo era hermoso, no podía dejar de pensar que me lo había dado porque creía que yo era una pequeña niña tonta.
"Tengo 15 años ¿Por qué me regala una muñeca? ¿Qué quiere decirme con esto?" Pensé en ese momento.
—A Lily le encanta —habló mi papá por mí — ¿Por qué no la pones en tu cuarto? —pidió y tuve que obedecer, dejándolos solos.
Mientras subía las escaleras hasta mi cuarto noté una extraña sombra moverse rápido por el pasillo
— ¿Hola?— pregunte pensando que se trataba de un trabajador, pero nadie me respondió. En cambio, volví a ver a la rara sombra moverse entre las viejas vitrinas que adornaban el pasillo.
Me apresuré a subir para lograr ver con claridad y me sorprendí al ver una flotante cosa negra, muy parecida a una tela, volar con rapidez y meterse a uno de los cuartos de las esquinas. Sin pensarlo la seguí hasta él y lo vi atravesar un viejo armario de madera.
—Genial —dije con algo de emoción antes de abrir el viejo y vacío armario. En el fondo había una nota escrita con letras rojas que decía; "Espero que seas fanática de la magia. Vamos, sé que quieres intentarlo, entra"
Sintiéndome una niña pequeña, entre al armario y traté de tocar el fondo, pero al hacerlo, mi mano la atravesó, sacándome una sonrisa llena de emoción.
Me metí completamente en aquel extraño "portal" que me llevó a un lúgubre bosque con árboles frondosos que casi no dejaban que la luz del día entrara. Intente mirar todo con atención para grabar lo sucedido en mi mente y luego me dispuse a vagar por el lugar, buscando algo entretenido que mirar o hacer.
Ese extraño bosque parecía volverse más oscuro cada vez que me adentraba en él.
— ¿Estas perdida? —escuché una elegante y agradable voz varonil a mi espalda, así que volteé y me encontré con un extraño que vestía como cazador medieval o algo así, tenía sangre en las botas y un arco en la espalda. Su cara era muy atractiva, pero en realidad no me fije en eso, me intimidaron sus ojos, pues creí que eran cafés pero parecían brillar con un extraño color verde diabólico en ellos —Ah, no, solo llegas... antes —corrigió el cazador sonriéndome casi malvadamente.