Mi diversión solo duro 5 días.
La pobre Dolores pasó esos 5 largos días escondida en su casa, con temor a salir de ella y que la horrenda criatura, mejor conocida como guajolote, siguiera ahí afuera y le causara un ataque cardiaco al salir.
Pero mi papá logró convencerla de que la criatura no volvería a aparecer y que podía venir a nuestra casa.
—Lily, quita esa cara tan seria. Vamos, ven a ver el programa conmigo, te aseguro que te divertirás —Dolores quería que viéramos juntas un viejo programa que le encantaba, pero, aunque mi enojo había disminuido gracias a que la vi morirse del susto, seguía sintiendo algo de ira.
—No, gracias —dije mientras me dedicaba a escribir en mi cuaderno negro.
—Por favor —insistió poniendo esa simpática, pero irritante sonrisa suya.
—No es tan mal programa, los números musicales me agradan —apareció Rhydian con palomitas en mano.
Trate de ignorar su presencia, pues Dolores estaba al lado y podría decirme loca, o eso fue lo primero que pensé.
—No me gustan los musicales —le respondí seriamente mirándolo a los ojos, poniendo algo incomoda a Dolores.
—Entonces si lo has visto— me respondió.
—Ay, no comiences a torturar a la mujer loca —me regaño Rhydian.
—No es lo que quiero —le dije para luego voltear a ver a Dolores —Lo lamento, Dolores. Los espíritus comienzan a hablarme.
—Ay, Lily, eres... muy extraña —se le salió, como si pudiera retenerlo más —Esta bien. Veré el programa yo sola —Y así se alejó y fue al sillón.
—Ha pasado mucho tiempo. Pero la última vez que alguien logró verme lo mantenía en secreto —me dijo Rhydian.
—Así no es divertido —conteste sonriéndole casi malvadamente — ¿Por qué te rehúsas a ayudarme? Creí que... harías que ella se fuera —susurré lo último.
—La mujer loca casi se muere del susto. No quería que pasara de nuevo ¿Qué tal si se moría de verdad? —mencionó con algo de preocupación, como si ya le hubiera pasado.
— ¿Tienes muertes en tu conciencia? —pregunté de forma casi atrevida, poniéndolo notoriamente nervioso.
—Ah... quiero mostrarte algo —dijo antes de chasquear los dedos y hacerme aparecer en mi habitación de repente.
—Tienes que dejar de hacer eso —dije sentándome en mi cama, pues sus raros trucos de desaparición me causaban dolor de cabeza.
—Mira por tu ventana —me pidió. Le hice caso solo por aburrimiento y me encontré con un vidrio morado extraño que hacía que las cosas del exterior se vieran de otro modo.
— ¿Qué hiciste?
—Hay muchas criaturas extrañas rondando por esta ciudad y no quieren ser vistas, pero con este vidrio tu puedes ver todo lo que está oculto —dijo hablando como un mago sabio o algo parecido. Le encantaba hacer voces.
— ¿Alguna de esas criaturas puede asustar a Dolores o a mi papá?
—No... Los Voldecx solo comen magia y rara vez atacan humanos, aunque las "Marionetas" comen humanos. Pero no recomiendo que te les acerques —sugirió.
—Si no puedo usar a las "criaturas mágicas" para asustar a mi papá y convencerlo de volver a nuestra antigua casa ¿Para qué me las muestras?
—Bueno... creí que tendrías curiosidad de ver las maravillas mágicas y terroríficas que esconde esta ciudad. En un mundo como este es fácil apreciar las maravillas —comentó como si estuviera recitando algo de forma elegante y apasionada.
—Espera ¿Dices que está ciudad esconde muchas cosas mágicas?
—Sí, así es.
—Y tú sabes todo sobre ellas —afirmé viendo cómo Rhydian asentía, seguro sin entender aún a donde quería llegar — ¿Y qué sabes sobre... Afterlife? — logré recordar el poco original nombre.
—No sé si hablamos del mismo lugar —dijo entrecerrando los ojos por la confusión —El que yo conozco es... una clase de... Ay como lo llaman ustedes —se detuvo a pensar un momento —Limbo —dijo con emoción —Es una clase de limbo, no es vida pero tampoco muerte. Las almas de los maldecidos y las almas devoradas por Monstruos feroces se quedan en el bosque de Afterlife hasta encontrar una manera de acabar con su sufrimiento para liberarse y descansar en paz. También se encuentran en el eterno bosque las almas de aquellos que temían morir.
Es un lugar extraño, macabro y algo confuso, pero cuando encuentres la paz, lo verás como un simple bosque.
—Sí, ya he estado ahí —mencioné cuando finalmente terminó.
— ¿Qué?— preguntó algo interesado y posiblemente preocupado, pues sus ojos se volvieron más atentos —¿Como que... ¿cómo llegaste?
—Por ese armario —lo señalé —Pero eso no importa. Cuando fui ahí, alguien me dijo que mi mamá podría estar del otro lado y que si alguien me ayudaba podría pasar y ver a mi mamá.
Mientras yo decía eso, Rhydian se dedicó a analizar el armario con sus manos.
—"El otro lado", ese no es sitio para una niña, y no creo que tú madre esté ahí... bueno, es posible, pero yo no creo...
—Quiero entrar —interrumpí sin tomarle mucha importancia a la casi advertencia de Rhydian, pues solo una palabra había llamado mi atención "Es posible".
— ¿Qué?
—Quiero entrar al otro lado —aclaré.
—Yo no sé cómo llegar ahí —dijo Rhydian pero sentí que no era sincero —Espera... ¿Este armario lleva a Afterlife? —cambio el tema, seguramente a propósito, de nuevo.
—Si... aunque en realidad creí que alucinaba, por eso te —deje de hablar al notar que Rhydian ya no estaba ahí — ¿Rhydian?
—En el armario —escuché su voz.
—No puede ser —solté con algo de aburrimiento mientras me acercaba al armario y quitaba todos mis suéteres negros y grises para llegar al fondo — ¿Qué haces?
—Quería ver si funcionaba, vamos, entra —dijo sacando su mano que venía del otro lado del armario, invitándome a entrar.
Quería hacerle caso, pero en el momento en que traté de entrar al armario, mi padre abrió la puerta de mi cuarto.
— ¿Qué haces, Lily?— preguntó al verme medió metida en el armario.