Aparecimos en una curiosa tienda con un cartel enorme de letras moradas que decía "Mr. Blanchard, Pociones y antigüedades"
—¿Qué es esto?— pregunté Algo confundida.
—Como siempre menciono, esta ciudad está llena de maravillas mágica, y esta tienda es una de ellas. Mr. Blanchard es experto en cosas mágicas, si hay una manera alternativa de llegar al otro lado él te lo dirá.
—¿Como que manera alternativa? Home dijo que alguien en Afterlife la ayudó a cruzar.
—Si... pero no creo que sea confiable— dijo como si él supiera algo que yo no —Vamos, entra— me incitó antes de abrirme la puerta y empujarme hacia adentro, encontrándome así con una bella tienda con paredes y piso de madera pulida. La tienda estaba llena de estantes con raros artefactos y muchas botellas de vidrio en ellos.
—Que emoción— exclamó Rhydian, parecía emocionado y más sorprendido que yo con la tienda —Desde el momento en que este lugar apareció he querido hablar con Mr. Blanchard, pero él tampoco me ve, y tratar de comunicarme con alguien así es... difícil.
—¿Alguien así?— me entró la curiosidad —¿Qué quieres decir?
—Espero que la persona con la cual hablas no se refiera a mi— una elegante y gruesa voz sonó a mis espaldas haciéndome voltear de inmediato. Me sorprendió un poco, pero no me asustó.
Se trataba de un hombre de piel algo morena vestido con un traje elegante gris y sombrero de copa, sus ojos eran extraños, parecían cafés pero estaba segura de que emanaban un brillo morado, y su simple presencia me había causado un ligero escalofrío en mi estómago —Y si es así, más le vale que este alagándome— dijo de manera carismática. Su voz me recordaba a un actor de doblaje venezolano.
—Usted debe ser Mr. Blanchard— respondí cruzando los brazos antes de ver de reojo a Rhydian, quien parecía tratar de mostrar su respeto al hombro poniendo sus brazos hacia atrás e irguiéndose, supongo que olvidó que no podía verlo.
—Así es. ¿Qué es lo que deseas, jovencita?— me preguntó quitándose el sombrero.
—Mi madre murió hace poco, y quiero volver a verla— conteste haciendo reír al elegante hombre.
—Eso es difícil, dulzura— dijo antes de darme la espalda y dirigirse a su mostrador, obligándome a seguirlo —Primero debes averiguar en donde está su alma, lo cual yo puedo hacer, pero te costará caro, luego debes darme una prenda suya para poder hacer contacto— el hombre seguía hablando pero no puse atención, pues el procedimiento que estaba explicando yo ya lo había intentado con un supuesto brujo de Iztapalapa en mi vieja casa, era una farsa.
—Mr. Blanchard no sé mete con la muerte por los humanos— mencionó Rhydian —No te dará algo real porque no te toma en serio, debes decirle que.
—He estado en Afterlife— mencioné rápidamente —Pero mi madre no estaba ahí, señor. Me dijeron qué tal vez podía encontrarse en otro sitio, un lugar llamado "el otro lado", y yo quiero llegar hasta ahí— termine de hablar dejando pasmado al hombre elegante, que parecía analizarme de pies a cabeza con sus raros ojos.
—Hay alguien contigo ¿cierto? Un ser maldito— mencionó aún mirándome, esperando mi respuesta.
—Si— respondí sin problema.
—Entiendo, y supongo que él te aconsejó que vinieras conmigo— dijo entrelazando sus manos, como si estuviera más interesado en el asunto —Pues... terriblemente, lo qué hay más allá de la muerte no es mi fuerte. Solo conozco dos maneras de llegar, y supongo que quieres escuchar la que no implica suicidarte para conseguirlo.
—Ya lo intentó— mencionó Rhydian.
—En el eterno bosque de Afterlife, junto al árbol más grande y frondoso, se encuentra una fuente de piedra, debes tomar un poco del agua de la Fuente y derramarla en el piso, así se abrirá el portal, pero... esto solo funciona si el guardián de la Fuente acepta darte el agua, si la tomas sin su permiso la magia no servirá— explicó.
—¿Eso es todo? ¿No hay otra manera?— pregunté, pues me parecía algo muy simple, más porque nadie le negaría a una niña la oportunidad de ver a su madre, o eso pensé yo.
—Solo esa conozco yo— me respondió.
—Ok... creo que intentaré eso— dije segura dispuesta a irme.
—No, espera— me detuvo Rhydian —Quiero que le preguntes algo por mi ¿Puedes?
—Bien— accedí de inmediato volviendo al mostrador y dejando que Rhydian me hablara —Mr. Blanchard, mi... amigo quiere saber si hay una manera, tal vez un artefacto mágico que haga que los demás lo vean— repetí lo que Rhydian desea —Ah... dice que una bruja lo engañó hace años, el deseaba libertad y la anciana lo convirtió en el ser más libre del mundo... puede hacer lo que quiera ya que nadie puede verlo.
—Debe ser una maldición muy fuerte si yo no logro ni siquiera sentirlo— mencionó Mr. Blanchard buscando a Rhydian en la habitación —No puedo hacer nada por él, pero si quiere que los demás lo vean podría optar por un "truco" simple, podría poseer a alguien y usar su cuerpo.
—No, eso no sale bien— mencionó Rhydian con algo de pesar.
—Creo que ya intentó eso— le dije.
—Si tiene una maldición que lo hace invisible será difícil encontrar un artefacto que lo vuelva visible, pues creo que lograrlo sería equivalente a romper su maldición. Lo cual en realidad no es imposible— dijo, pero parecía hablar consigo mismo, como si analizara la situación con algo de diversión —Si de verdad te interesa podría investigar un poco y revisar mis artefactos— el señor sacó un celular nuevo de la nada moviendo sus manos como si hiciera un simple truco de fiesta y me lo entregó —Te llamaré cuando encuentre algo. Pero ahora debo pedirles que salgan de mi tienda, tengo "clientes especiales"— dijo lo último susurrándolo con una sonrisa.
Yo guardé el celular, me aleje del mostrador, y salimos rápido del lugar mientras veíamos como otros chicos, de mi misma edad entraban a toda prisa a la rienda.
—Eso fue decepcionante— comentó Rhydian flotando a mi alrededor, como si estuviera acostado en el aire mirando al cielo —Creí que resolvería nuestros problemas abriendo un portal con su magia o algo parecido.