Narrador.
"¡Crack!"
Se escuchó un hueso rompiéndose formando una aterradora sinfonía de gritos llenos de dolor. El torturador reía.
—¡Ya basta, por favor!— rogó Rhydian con desesperación.
—Ouh, lo lamento— se disculpó falsamente el casi lunático hombre —Lo aceptó, se me pasó la mano esta vez. Pero hey, es por los viejos tiempos, Rhydian Abbot— pronunció el nombre como si le divirtiera hacerlo.
—Por favor, por favor, Peth, han pasado casi 300 años y yo...
—300 años sin mi compañía, querido Rhydian, hay que compensar el tiempo perdido, oh, y no trates de escapar, recuerda que no eres el único con magia aquí— el torturador chasqueo los dedos, haciendo que Rhydian cerrara forzadamente los ojos por el terror, y al abrirlos se encontró en una pequeña celda de cristal, encadenado de las muñecas.
—No— dijo antes de comenzar a golpear con fuerza el vidrio hasta que sus puños comenzaron a sangrarle —¡No, no, no! ¡ayuda, por favor! Yo no he hecho nada malo, Sáquenme.
—Disfruta tu eterna estadía, Rhydian Abbot— escuchó esa horrenda voz seguida de una escalofriante risa enferma.
—¡NO, POR FAVOR!— rogó aún golpeando el cristal antes de recargar su cabeza en el mismo.
—Rhydian...
—¿Emy?— nombró con gran melancolía.
—Rhydian, te necesito— era la cortante voz de un niño —Debiste quedarte aquí conmigo.
—Ya basta— rogó tapándose los oídos.
—¿Por qué razón creíste que alguien tan bulgar como tú podría triunfar en un lugar así? No eres más que una maldita cucaracha— era la voz del torturador —Y tal vez con esto no se te olvide— acercó un pequeño cuchillo a su frente.
—No, ¡NOO!— grito tan fuerte que su grito hizo eco en todo el lugar dando fin al escalofriante sueño.
Se encontraba flotando en la habitación de Lily.
—¿Cuál es tu pinche problema?— preguntó Lily. La pobre se había despertado con el tremendo grito que su amigo había soltado.
—Perdón, yo... tuve una pesadilla, no debí "dormirme"— resaltó las comillas —Iré a dar una vuelta.
—Como sea— dijo la cansada chica cubriéndose con sus cobijas.
Rhydian, aún algo perturbado salió de la habitación, mientras que Lily, intentaba recuperar el sueño.
—¡Lily! ¿Estas bien? Escuché un grito— entro Dolores a toda prisa con un jarrón enorme en la mano que planeaba usar como arma.
Lily dejo salir un fuerte suspiro.
Narra Lily.
La mañana transcurrió con normalidad, desayunamos en silencio tratando de parecer una familia normal, supongo yo.
—¿Que estás haciendo?— preguntó Dolores curiosa al verme metida en mi celular.
—Leo un hilo de Twitter sobre muñecos Vudu, al parecer funcionan bien— dije antes de sacar una simple muñeca de trapo a la cual bauticé mini Lola.
—Oye—exclamó Dolores con entusiasmo señalando a la muñeca —Se parece a mi, que lindo... espera, ¿dijiste Vudu?
—Si— respondí sonriéndole malvadamente antes de sacar a mi tierna creación de estambre, un muñequito con forma de cerdo que puse cerca de la mini Lola.
—¿Qué haces?— me preguntó Dolores Algo nerviosa.
—Oh, nada. Creo que a mini Lola le vendría bien un taco de carnitas— mencione mientras veía como Dolores comenzaba a agitarse —¿Qué pasa, Dolores? ¿Comienzas a sentir "hambre"?— dije antes de poner al cerdito en la cara de la mini Lola.
Aunque en realidad estaba fanfarroneando, me sorprendí al escuchar el estómago de Dolores rugir con fuerza. La pobre mujer sostuvo su estómago y lo miró con terror.
—¡NOO! ¡prometí que ya no comería carne!— grito asustada antes de salir corriendo de la cocina sacándome una leve risa.
—¿No se te hace tarde para la escuela?— preguntó mi padre, parecía también aguantar sus ganas de reír.
—Ah, es verdad, creo que ya me voy— dije tomando mis cosas y saliendo de mi casa, sin despedirme.
—Sabía que si eras bruja— apareció Rhydian a lado mío cuando salí de mi casa.
—No soy bruja, solo fue una graciosa, muy graciosa, coincidencia— dijo riendo de nuevo.
Rhydian me acompañó todo el camino a la escuela, me gustaba ver la cara de terror de las personas al verme "hablando sola" en la calle.
—Oye, casi lo olvido. ¿Por que gritaste anoche?— quise saber.
—Ouh, bueno... ya sabes... tuve una pesadilla— se limitó a decir, podía ver como se esforzaba por no contarme más, de hecho creí que explotaría en cualquier momento, pues solia soltar mucha información con una sola pregunta.
—¿Y de que trataba?
—En realidad no quiero hablar de eso ¿Ok?
—¿Y ese milagro? Vamos, no me burlaré.
—Oh, mira— dijo antes de chasquear los dedos y aparecernos en otro lugar —Ay, que triste, llegamos a tu escuela y ya es tarde. Mejor entra, estudia, lanza aviones de papel, lo que sea— dijo empujándome hasta la entrada de la escuela.
—Espérate, cuéntame— me entró el interés por cómo Rhydian trataba de evitar el tema.
—No, no quiero.
—Rhydian— lo regañé.
—Wow, hay murciélagos en el baño de mujeres— dijo antes de chasquear los dedos hacia la escuela.
El grito de todas esas chicas desviaron mi atención a la escuela, y cuando me voltee Rhydian ya no estaba.
—Maldición— dije algo decepcionada.
El día en la escuela pasó con gran rapidez, y eso me alegraba, pues me había pasado la mayoría de las clases pensando en viajar a Afterlife antes de la cena que mi padre y Dolores planeaban tener al día siguiente. Mi imaginación comenzaba a volar, pensando en las miles de posibilidades.
Imaginen, ¿Que harían usted si tuvieran a un posible fantasma de su lado?
Yo tenía la esperanza de que el fantasma de mi madre me ayudara a alejar a Dolores de mi padre, y que mi padre se muriera de arrepentimiento al volver a verla, aprendiendo así su lección. El cual es, escucha a tu hija...
Ok, admito que mi pensamiento en ese momento no era claro, y casi nada razonable, pero no podía evitarlo, era lo que estaban en mi cabeza. En fin.
Viajé a casa yo sola tomando un taxi con el dinero que le había robado a Dolores de su raro saco rojo que colgaba cerca de la puerta.
Llegue temprano a casa y corrí hasta mi habitación para abrir el armario.