Me había pasado todo el día pensando en que hacer con respecto a la cena, pues en realidad no quería desatar un mal innecesario en el mundo, pero ¿Que tal si valía la pena hacerlo? comencé a pensar qué tal vez, si algo malo pasaba era porque así debía ser, tal vez ellos merecían lo que les pasara cuando yo gritara el nombre.
Mis pensamientos eran extraños, y la mayoría surgían porque Dolores estaba volviéndome loca ese día, estaba tan nerviosa por "complacer" a su madre en la cena, perfeccionando los arreglos inútiles de la mesa, revisando cada cinco minutos su extraña comida pretenciosa, y rogándome que usara el vestido rosado.
—¡Bien! Me lo pondré, solo deja de gritar— le arrebate el vestido con gancho de la mano.
—Ay, gracias, gracias— dijo antes de abrazarme.
—No, ya basta— le ordene haciendo que se alejara de mi.
Subí a mi cuarto a cambiarme de mala gana, esperando que Rhydian apareciera en algún momento para ayudarme a arruinar la cena de alguna manera.
Se me habían ocurrido alguna ideas; Aparecer cucarachas en la cocina, convertir el cabello de la madre de Dolores en espagueti, convertir cualquier bocado en canela, etc...
Ninguno de mis planes importaba, pues mi amigo invisible nunca llegó, así que decidí rendirme. Me puse el extraño vestido, me peiné con una media cola, pinté mis labios con un ligero rojo, y luego baje para recibir a nuestros "invitados".
—Vaya, que... interesante pequeña— comentó una señora algo regordeta que vestía de manera elegante, y en realidad, agradable para mi.
—Mamá, ella es Lily, la hija de Marco— le dijo Dolores.
La señora mostró falsa sorpresa y fue a ofrecerme su mano —Es un placer conocerte, linda,
—Como diga— respondí sonriendo con hipocresía.
—Perdonen la tardanza, no sabía dónde estacionar— entro mi abuelo a la casa, cerrando la puerta detrás suyo, parecía feliz de vernos.
—Ah, papá— intervino mi padre para presentarlos —Ellos son los padres de Dolores.
—Ah, pues es un placer, su hija es adorable y muy extraña— mi abuelo amaba hablar con honestidad desde que la abuela lo había abandonado, siempre creí que eso le daba más personalidad —Pero no lo tome a mal, así me agrada— aclaro mi abuelo.
—No sé preocupe, llámeme Cesar— pidió el padre de Dolores saludando al abuelo.
—Humberto— respondió el abuelo.
—Irma, un gusto señor, mi hija presume que su hijo es encantador— dijo la madre de Dolores.
"Ding" se escuchó desde la cocina, logrando que los nervios de Dolores se hicieran más visibles al público, pues la mujer loca salto del susto al escuchar y luego comenzó a reírse nerviosamente.
—Ah, la cena está lista, debemos... ir a la mesa— señaló el enorme salón antes de meterse rápidamente a la cocina.
Los padres de Dolores se sentaron juntos, mientras que mi abuelo se sentaba junto a mi padre, dejando el asiento de anfitrión libre para Dolores, quien se apresuró a poner los deliciosos platillos sobre la mesa, de los cuales, el único que llamó mi atención fue la lasaña y la tinga.
"Ay, está mesa es tan extraña"
Nos dedicamos a comer por un rato, cuando acabaron, los adultos decidieron conversar, dando inicio a la catástrofe.
—Todo estuvo delicioso, mi amor— comentó su padre —Me alegra que por fin aprendiera a cocinar, antes le prohibíamos entrar a la cocina por miedo a que la quemara— comentó sacando risas seguramente falsas a todos, menos a Dolores, ella reía sinceramente según yo.
—Bueno... ya digan ¿Se van a casar?— preguntó de inmediato la madre de Dolores.
—¡Mamá!— la regañó Dolores.
—Porque eso me parece algo maravilloso, creí que nunca volverías a relacionarte con un hombre desde lo de Rubén, y ahora piensas casarte con un padre, con un empresaria, con "alguien"— dijo la madre llena de orgullo, o eso me parecía a mi.
—¿De verdad vas a casarte?— quiso saber mi abuelo, parecía preocupado, y la verdad, reprimido por la mirada de mi padre, que parecía tratar de callarlo —No me mires así, es que yo... bueno, no pienso juzgar ¿No crees que es muy pronto?
—¿De que habla?— preguntó la madre de Dolores.
—No es... importante— dijo mi padre bajando la cabeza un momento para luego sonreír hipócritamente.
—¿No es importante?— me quejé al verlo.
—Lily...
—Claro, supongo que hablas muy enserio ya que no te costó trabajo superarlo, ya estás jugueteando con tu "amiguita" como si nada.
—Lily, por favor.
—¿Su hija no les dijo lo que sucede aquí? ¿No les dijo que le faltó el respeto a los muertos con mi padre en esta misma sala?
—¿A que se refiere?— preguntó el padre de Dolores —¿Que sucede? ¿Llamaste a mi hija "amiguita"?
—Ay, ya valió— escuché a Dolores seguro dando por arruinada su cena.
—Mi madre, Emilia Ortega, lleva 5 meses en el más allá...
—Liliana, por favor— pidió mi padre, parecía avergonzado, pero en ese momento no me importó.
Esa ira irracional que había tenido desde que había vuelto de Afterlife se había apoderado de mi, estaba muy enojada y la verdad no sabía bien porqué.
—¿Por qué intentas callarme?— le grite —¿Por qué actúas como si la que estuviera mal fuera yo? ¡Tu eres el que le falto el respeto a mamá! ¡Tu eres el que me trata como basura sin decirme porqué!— todo el mundo guardo silencio, de repente las miradas se encontraban en mi, esperando mi siguiente oración —¿Por qué papá? Dime porqué haces esto y trataré de entender.
—Yo...
—Su hija tienen muy mal carácter— logré escuchar a la madre de Dolores susurrarle a su esposo.
—Creo que deberíamos irnos ya— le contestó su esposo igual susurrando, pero creo que no eran buenos, pues mi padre también escuchó, y prefirió guardar las apariencias con los padres de su "futura esposa" que sincerarse un momento con su hija.
—No tengo porqué explicarte nada— dijo de madera fría, aunque su boca le temblaba un poco, como si aguantara las ganas de llorar, o tal vez de gritarme —Vete a tu cuarto y no bajes hasta que puedas comportarte apropiadamente.