BRUNO
Estaba sentado en las gradas de la piscina donde se entrenaba natación con Teodore y otros amigos del equipo de fútbol americano, a Joel y Lucas el entrenador les había dado entrenamiento extra porque habían dejado su ropa de entrenamiento en casa, de Lucas lo esperaba es demasiado despistado pero de Joel, no lo creo.
Mirábamos el entrenamiento de algunas chicas y uno que otro chico, de momento del vestidor sale alguien que roba toda mi atención, Angelina. Llevaba un traje impermeable y redecilla impermeable. Todos los que estaban entrenando tenían ese tipo de traje pero, joder, a ella le quedaba fenomenal, se ajustaba totalmente a su cuerpo haciendo resaltar sus formas, para mi era todo un espectáculo verla. Mis amigos también la miraban con atención, no entiendo sino tenían algo mejor que hacer, como por ejemplo: mirar otra cosa.
En algún momento Angelina fija su mirada en nosotros, en mí principalmente porque puedo ver sus ojos verdes topar con los míos, luego miró a Teodore y los demás y fijó su vista en la entrenadora.
— Si que le queda bien el traje a Angie— dijo Teodore, señalando a la pelinegra con un movimiento de cabeza.
— Sí, muy bien— murmuro más para mí que para él.
Veo el momento en el que se tira al agua y comienza a nadar, es muy buena nadando, tiene una sincronización casi perfectas en las brazadas y la respiración, toca de primera el extremo contrario y da media vuelta, muchas personas se aglomeran para ver la competencia, las demás chicas van bien pero Angelina tiene mucha más ventaja.
— ¡Si que nada bien esa chica!— exclama Ben, uno de nuestros amigos, cuando la pelinegra gana con toda la ventaja. Sus compañeras la felicitan y ella sale y se va adonde su entrenadora.
— Me voy a casa, ¿Ustedes no?— tomo mi mochila mientras me paro y me dirijo a los demás.
— No, nos quedaremos viendo los entrenamientos, son muy interesantes— contestó Teodore en modo sugerente.
— Bueno, adiós chicos— bajé unas gradas y miré como aquella chica se quitaba su redecilla y dejaba que su cabello negro rodara por su espalda como una cascada. Bajé las demás gradas y me fuí afuera. Caminé por los pasillos vacíos hacia el estacionamiento y cuando estaba a punto de abrir la puerta de mi auto para irme escucho a alguien mencionar mi nombre tras de mí en un tono un poco nervioso. Cuando me dí la vuelta mi sorpresa fue grande al encontrarme a Angelina justo frente a mí, ahí parada. Supongo que habrá venido a retractarse sobre lo de ya no estar enamorada de mí o a decirme que le dé una nueva oportunidad para poder conquistarme o alguna estupidez parecida.
— ¿Qué haces aquí, piccolo latosa?— le pregunto con una ceja alzada, espero y sea por lo que creo— ¿Has perdido el camino a tu auto o qué?— sigo burlándome de ella un poco.
— ¿Podrías dejar de llamarme de esa manera?— pregunta seria mientras me miraba, sé que ella no es tan bajita como para decirle pequeña, pero con respecto a mí si lo era, aparte, me gustaba mucho molestarla.
— Nop— niego, remarcando la P de forma cómica y le sigo la mirada hasta que ella la aparta a otro lado.
— Para tu información no me he perdido— abre su mochila y saca una hoja doblada— Vine porque el profesor Scott me pidió que te entregara esto, de otra manera no estaría aquí— Cuando dijo esto me puse serio, no había venido a lo que yo creí y eso me hacía estar extrañamente decepcionado. Eso me hace pensar en qué le hubiera dicho si lo que yo pensaba hubiera sido cierto. Tomo mi examen y cuando miro mi evaluación sonrío para mí, al menos saqué un A— Felicidades— Me felicita con una sonrisa sincera.
— Gracias— le respondo tratando de que parezcan sinceras también, se disponía a irse pero había algo que me decía que la detuviera y le dijera lo que pienso de todo esto así que agarro su pequeño antebrazo—¿Aún sientes algo por mí al menos?, porque ¿sabes?, una parte de mí, siempre me recuerda que tú estás en alguna parte de este lugar y que siempre estará en tí ese corazón que he roto, que siempre serás esa persona que tal vez ya no vuelva a ser feliz por mi culpa, ¿Ya te olvidaste de mí?— escuchandome a mi mismo pude notarme con un tono raro en la voz pero esa era la menor de mis preocupaciones en este momento. Ella seguía de espaldas a mí, no sabía si se sortaría de mi agarre y se iría o si se dispondría a responderme, después de unos segundos de silencio la escucho decirme en tono neutral.
— No sabía que pensabas de esa manera Bruno, pero no creas que por esto voy a cogerte lastima ni pensar en pasar por alto la manera tan deplorable en la que me sentí porque se que no éramos nada— se giró y pude ver al fin todo el dolor que se ocultaba en sus ojos verdes— Pero eso no quiere decir que no me sintiera realmente triste y decepcionada, que no me doliera el corazón y que no sintiera que el mundo se caía sobre mí, simplemente porque te quería más de lo que debería ¿Pero sabes qué? no te preocupes, porque yo ya estaba triste antes de que todo esto sucediera, tengo cosas más importantes por las que estarlo, esto solo fue una desgracia más que añadir a la lista de desgracias que es mi vida.
La solté de el antebrazo y la vi irse en dirección a su auto, miré la tierra bajo mis pies por un segundo y subí a mi auto resoplando. Por lo menos ahora sabía que lo que ella fingía que no le había afectado, si lo había hecho. Escuché a Perla chillar algo sobre que no se besen tanto, cuando miré a el carro de Angelina por el espejo retrovisor derecho, la vi junto con un chico rubio, los dos subieron a su auto y se fueron juntos a no se donde. Talvez irán a una cita romántica. Le dí un puñetazo al volante ¡Joder, porqué me molesta tanto eso!
Conduzco a casa, por las calles más despejadas posibles porque prácticamente todas estaban llenas de personas que iban a alguna cita. Cuando llegué a casa guardé el auto y ví a Marco sentado en el porche con mala cara, ¿Me pregunto qué carajos le pasará ahora? yo tampoco estoy de humor para tonterías.