ANGELINA
Cuando entré a la habitación busqué en mi guardarropa algún vestido que me haga ver guapa pero que tampoco sea demasiado elegante ni nada, sino casual. Lo encontré, un vestido pegado al cuerpo; con mangas largas y sin hombros, me llegaba hasta mitad de pierna y lo que más me gustaba era sus lindos lunares blancos que resaltaban su color negro brillante, me gustaba mucho ese vestido, recordaba habermelo puesto un día que había salido con Perla. Me metí en la ducha cuando estuve segura de haberlo preparado todo y me bañé lo mejor que pude, no podía evitar imaginar en que pensaría Bruno cuando me vea de nuevo en su casa incluso me preguntaba que abría pensado las otras tantas veces que fuí. Me limpié bien el cuerpo de toda la suciedad que había acumulado en el día de hoy por lo de estar en el sótano polvoriento, o lo de llenarme la ropa de pelos y espuma cuando bañé a Loki, en fin, todo eso. Salí de la ducha mientras me secaba el cabello con la toalla.
Luego de secarme bien y vestirme, me decidía en si hacerme o no la plancha en el cabello, decidí que mejor no, porque no había tiempo, además, no era que mi cabello importara tanto en realidad, terminé poniéndome un lindo colgante que me gustaba mucho y era muy importante para mí, me lo había regalado mi padre a los 16 años, se habría a la mitad y se podía guardar una pequeña foto en su interior, aunque no tenía ninguna; aún no había decidido que ponerle. Tomé mi móvil y salí de mi habitación para irme a la de David. Toqué la puerta dos veces con suavidad, me abrió la puerta un limpio y bien vestido David, Llevaba un pullover de lana azul claro que hacía resaltar sus ojos, unos vaqueros también azul lo que más oscuro, sus tenis negros y el cabello rubio estaba brillante aunque con un toque de despeinado.
— Vamos Dav, es hora de irnos— le dije mientras caminaba a la escalera.
— Estoy detrás de tí Angie— lo escucho decir— Pero no me has explicado nada de esa cena ¿A qué viene?
— Bueno, no es nada especial, los padres de Bruno han vuelto de su viaje y me han invitado a cenar y como estás aquí y eres mi amigo y todo eso, pues también te han invitado a tí— le expliqué mientras bajaba las escaleras. Ya en el porche, tomé de el brazo a mi amigo y nos fuimos a la casa de enfrente, cuando por fin estuve allí la sensación de malestar me invadió, no podía evitar pensar en el día de la fiesta, fiesta que nisiquiera disfruté.
— Todo estará bien Angelina— me dijo David apretando mi agarre, lo miré y me dedicó una sonrisa amable, eso me impulsó a sonreírle de vuelta y volverme a la puerta para tocar el timbre, en un momento escuché pasos y nos recibió al momento la mamá de Bruno, la llamaba informalmente Alexandra porque así ella misma me lo había pedido, igual que al señor Marco Alberto. Nos dió una sonrisa amplia a ambos haciéndola ver mas juvenil y alegre de lo que ya era. Llevaba su cobrizo cabello y de rizos naturales, suelto y hasta los hombros, me recordaba mucho al de Bruno, aunque el de él era un poco más lacio. Traía un vestido verde esmeralda muy bonito, aunque también era informal. Intenté devolver la sonrisa de igual manera.
— Entren por favor, no se queden en la puerta— dijo muy alegre nuestra anfitriona.
Entré al vestíbulo de la casa y al instante mis fosas nasales se inundaron del delicioso olor de la comida que dentro de poco probaría, se me hacía la boca agua. No lo admito en voz alta pero como mucho, además La comida de Alexandra era realmente buena, estaba segura que no me cansaría de comerla nunca.
— Gracias por invitarnos Alexandra, no tenías que haberte molestado— le agradecí mirando al suelo. Alexandra se acercó y me levantó la barbilla hasta mirarla directamente a los ojos.
— No te avergüences de nada Angelina, siempre sei benvenuto in questa casa— miró atrás de mí— Tú y tus amigos— oh, casi me había olvidado de David.
— Siento no presentarlo antes, este es mi mejor amigo, David— dije mientras lo volvía a coger del brazo a él.
— Molto gusto David, yo soy Alexandra Bianchi, aunque mejor me dices simplemente Alexandra, lo de señora Bianchi me hace sentir demasiado vieja— reí por lo bajo, aveces ella resultaba ser muy dramática.
— Il gusto è tutto mio Alexandra— le respondió David en un perfecto Italiano que noté que agradó mucho a Alexandra, mucha gente por acá no suele entender su forma tan peculiar de mezclar el italiano en la conversación. En ese momento bajaba Marco despreocupadamente por las escaleras, en cuanto me vió sonrío y corrió a donde estaba.
— Yeli, que bueno que sí viniste— me dió un cálido abrazo al que correspondí enseguida, Marco había crecido bastante desde la última vez que lo pude ver, que no había sido hace mucho.
— Hijo basta, deja que Angelina y su amigo se sienten a descansar un rato— cuando Marco se apartó se dió cuenta de que alguien estaba parado atrás de mí, me había olvidado de que él tampoco conocía a David. Alexandra aprovechó para volver a irse a la cocina.
— ¿Y Quién eres tú, el novio de Angelina?— le preguntó finjiendo una voz seria mientras fruncía el ceño. No pude evitar reírme, más que causarme respeto me causaba mucha gracia su tono de voz. Marco me mira serio, ups, creo que no le ha gustado que me riera en este momento.
— No es mi novio, David es mi mejor amigo desde que era muy pequeña— cuando le aclaré todo, suspiró aliviado y volvió a sonreír. Nos fuimos todos a sentar en los sofás, eran muy cómodos.
— Me alegra que el no sea tu novio, me gustaría mucho que estuvieras con mi hermano— dijo Marco sentándose en un pequeño sillón cerca de David. Cuando le escuché decir eso la sonrisa se me borró del rostro por un momento, espero y no lo halla notado.
— Yo no estaría tan seguro de eso— susurré para mí mientras miraba como mis manos se entrelazaban en mi regazo. Miré a Marco y a David para ver si habían escuchado algo de lo que dije pero me alegré cuando ví que estaban hablando muy animados, de seguro se hacen amigos en poco tiempo, los dos son buenos chicos.