ANGELINA
En la mañana después de cepillarme los dientes, decido que es mucho mejor quedarme en la comodidad de mi habitación mientras me encuentro en mi cama y continúo la lectura de “La chica del tren”, me gustaba mucho la forma en la que la protagonista era capaz de ver aquellas cosas extrañas que nadie más veía, pero que nadie creía porque ella siempre estaba borracha o se comportaba como una desequilibrada mental. En un momento Loki entra a mi habitación y me comienza a mirar fijo; sé lo que quiere hacer, pero no lo va a lograr. Continúo leyendo mi libro como si nada hubiera pasado. Luego de leer unas líneas lo vuelvo a mirar de reojo, continúa en la misma posición que antes.
— Loki, ni lo sueñes, si quieres puedes acostarte en la tuya, anda— le dije, pero como si no me hubiera escuchado, continúo en el mismo lugar, mirándome, ya me empezaba a dar un poco de miedo— Loki.. — fingí voz seria, pero nada, di un suspiro largo y luego rodé los ojos— Está bien anda, ven aquí— en ese momento Loki dió un ladrido y saltó a mi cama, se acurrucó junto a mí y ahí se quedó. Me felicito mentalmente por haberlo bañado ayer, sino de ningún otro modo podría estar en mi cama, estoy segura que si mi madre estubiera aquí ahora, me hubiera dado unos buenos golpes a mí y otros a él, aunque yo siempre sabía que lo hacía de broma.
Vuelvo a retomar la lectura justo donde la había dejado en tanto se formaba una sonrisa casi imperceptible en mis labios. Puse una mano sobre el lomo peludo de Loki y lo acaricié suavemente durante todo el rato que pasé leyendo mi libro. Diez minutos después, cuando ya iba por la parte en la que sospechaban que el asesino era el doctor Kamal Abdic, escucho a alguien caminar apresurado por el pasillo, supongo y era David. Me decidía en si quedarme a averiguar si el doctor era o no el asesino o salir para ver que era lo que tenía a David tan apurado, decidí marcar la página en la que me había quedado y salir de la habitación a pasos lentos, Loki se había dormido gracias a mis caricias así que mejor dejarlo donde estaba. Me dirigí a la habitación de mi amigo y en el momento en el que iba a tocar la puerta, David se me adelanta y la abre desde adentro, me sorprende encontrarlo vestido formalmente, como si fuera a salir a algún sitio importante.
— Buen día, ¿Vas a algún sitio?— le pregunto aún parada en la puerta, él se aparta del marco y me hace una movimiento de cabeza, asumo rápidamente que es una señal para que lo siga. Cuando entro cierro la puerta tras de mí y me siento en un taburete de la habitación sin fijarme mucho en nada. En tanto miré bien, me dí cuenta que sobre la cama, que por cierto ya estaba bien tendida al contrario de la mía, se encontraban sus dos maletas de viaje, bien equipadas, con eso me refiero a que todo lo que había traído David ya se encontraba dentro de ellas. Saqué cuentas mentalmente: David y Gorge llegaron acá el martes en la tarde, y se supone que David se quedaría toda una semana y según mis cálculos desde el martes no han pasado ni seis días completos.
— ¿Qué ha pasado? ¿Porqué te estás hiendo si aún no ha pasado una semana?— le pregunto frunciendo los labios.
— Verás, se me ha presentado una situación muy importante para mi futuro en Alemania y papá quiere que esté allí cuanto antes— me dice encogiendose de hombros— Debo estar allá para el lunes, así que sino me voy ahora, no podré estar a tiempo.
— ¿Y qué es eso tan importante que tienes que hacer en Alemania, como para dejar desamparada en el mundo a tu mejor amiga?— me cruzo de brazos como una niña caprichosa, admito que aveces puedo ser inmadura.
— Vamos Angie, deja de ser dramática y ayúdame a cerrar la maleta anda, te prometo que te lo contaré— la maleta que intentaba cerrar, por alguna razón se veía repleta de ropa y por eso no cerraba.
— ¿Porqué carajos está tan lleno esto? ¿No arreglaste bien tu maleta para venir acá?— me senté sobre la maleta y hice peso, mientras él intentaba cerrarla, cuando al fin lo logró, cerró los ojos por un momento y suspiro con resignación.
— Compré unas sudaderas en el centro comercial, y ahora me pasa factura, pero eso no viene al caso— me siento en la cama y el se sienta justo junto a mí— Mi padre me ha dicho que me a llegado una notificación de la universidad a la que he enviado solicitud para entrar, debo estar presente en una entrevista el lunes, sino es probable que se la den a otro así que.. — me mira sonriente, puedo notar la sinceridad en los ojos que se esconden m trás de aquellas gafas negras de pasta. Le devuelvo la sonrisa.
— Uuuu, ¿quién lo diría?, David Holdaway, con un cupo en la universidad que ha elegido, no me lo creo— bromeo un poco, pero luego me acerco a él y lo abrazo por la cintura— Te lo mereces Dav, eres genial, espero que te vaya bien.
— Gracias por el apoyo Angie, significa mucho para mí— me devuelve el abrazo por un momento, luego nos separamos y nos aseguramos bien de que todas las cosas de David estubieran donde deberían. Al minuto todo estaba listo, él cogió la maleta más grande y yo cogí la otra porque insistí en llevarla, aunque él no se halla cansado de repetir que podía con ambas. Llegamos al salón y nos paramos allí sin decir nada, David me había dicho que había pedido un taxi hace media hora, así que talvez y esté a punto de llegar. Escuchamos de momento como un auto se estaciona afuera, corro la cortina y veo un taxi esperando.
— Es tu taxi— me dirijo a David mientras abro la puerta sin mirarlo, salgo al porche y me detengo allí mientras veo como mi amigo baja las maletas y con la ayuda del taxista la ponen en el maletero del auto. Observo todo esto mientras siento que la tristeza y la soledad se van cerniendo sobre mí, me vuelvo a sentir sola, sola y olvidada.
David se gira hacia mí, y me regala una sonrisa tan amplia y encantadora que me hizo devolversela de la misma forma.
— Angie, no te tardes mucho, te espero allá a finales de año— indicó abriendo la puerta del taxi. Bajé las escaleras corriendo y lo abracé por la espalda— ¿Te he dicho que eres una tonta?