Riley se había quedado meditando toda la tarde sobre su relación con Rachel, lo que le había dicho Ethan se había quedado en ella y le había dado mucho en que pensar. Casi al anochecer, la pelirroja se dispuso a ir hacía la cocina, comenzó a prepararse un sándwich y luego sintió los pasos de su hermana bajar las escaleras.
Dándole la espalda Riley comenzó a prepararle un sándwich a su hermana. — ¿Quieres cenar?
—Si. —contesto Rachel en voz baja, Riley le entrego el sándwich y se apoyó en la barra con sus brazos frente a ella.
Ambas se quedaron en silencio hasta que sus padres llegaron, lo primero que hizo la madre de las mellizas fue dirigirse hacía Rachel, le dio un beso en la mejilla y luego vio en su cuello unas marcas rojas. — ¡Dios mío Rachel! ¿Pero qué te paso mi cielo? —exclamo aterrada mientras descubría el cuello de su hija.
El padre de las mellizas en silencio solo se acercó a Rachel que permanecía callada tratando a toda costa evitar la mirada de sus padres. — ¡Cada día estas peor Riley! —exclamo con enojo él señor Mathers observando a Riley de inmediato tratando así de culparla de lo sucedido. — ¿De seguro fue tu hermana? ¿No es así?
Riley solo puso los ojos en blanco para luego sonreír defraudada. Rachel de inmediato se molestó e intervino por su hermana. —Te equivocas papá, Riley no me hizo nada, al contrario ella me defendió.
— ¿A sí? —expreso incrédulo el señor Mathers.
— ¡Si papá! ¡Te lo juro que Riley es extremadamente fuerte! Cuando salíamos de la universidad unas tres chicas nos siguieron, querían reclamarme algo acerca de Devon y Riley me defendió de las tres, esas chicas quedaron de lo peor yo y Riley solo tenemos un par de rasguños, nada de importancia, le debo que no me hayan arruinado mi hermoso rostro. —dijo Rachel sujetando la mano de su hermana, quien solo permanecía observando a su padre.
—Me da gusto que tu hermana te haya defendido.
Con una sonrisa en el rostro él señor Mathers se retiró de la estancia a su habitación, la madre de las mellizas les dio un beso a ambas e igualmente subió junto con el señor Mathers, con las manos aún sujetas Riley observo a Rachel y sonrió.
—Gracias. —dijo mirando a su hermana fijamente a los ojos.
—Gracias a ti por estar siempre y por salvarme la vida y porque a pesar de todo siempre estas al pendiente de mí, Riley…yo…yo te quiero mucho, a pesar de la distancia que hay entre nosotras, a pesar de que ambas hemos cambiado tanto yo te quiero y lamento tanto si te defraude.
Riley abrazo a su melliza con todas sus fuerzas y comenzó a acariciar sus cabellos castaños. —Te amo mucho hermanita, siempre te he querido y siempre te querré y te juro que soy hasta capaz de matar por que tú estés bien, perdón por mi orgullo. Creo que las dos la hemos cagado bastante ya y yo creo que ya es momento de darnos otra oportunidad, somos hermanas y yo en verdad te quiero demasiado Rachel.
Rachel correspondió al abrazo de su hermana y con lágrimas en el rostro le susurró al oído. —perdóname, perdóname por todo Riley, te quiero mucho, mucho.
—Siempre voy a protegerte Rachel, siempre.
Ambas hermanas subieron hacía la habitación de Riley y las dos conversaron durante un largo rato mientras pasaba la madrugada hasta que casi al amanecer se quedaron dormidas, luego de haber estado como hace mucho no lo hacían, como hermanas, como mellizas.
Durante la mañana Rachel hizo hasta lo imposible por apagar el despertador de Riley, pero fue inútil.
—Tu despertador es un asco, se traba. —dijo Rachel mientras se sentaba en la orilla de la cama y se tallaba los ojos.
—Por eso lo conservo, porque nunca logro apagarlo, me ayuda a levantarme.
Rachel puso los ojos en blanco y le dio la mano a su hermana, la observo a los ojos y bajo después su vista hacía sus manos. — ¿Todo está bien entre nosotras verdad? Digo, anoche hablamos muchos, nos dijimos mucho ¿no te arrepientes? ¿Verdad?
Riley sonrió. — ¡Por supuesto que no tonta! ¡Te quiero muchísimo! Y todo estará bien entre nosotras a partir de ahora.
Con una sonrisa en el rostro Rachel abrazo a su hermana para después retirarse a su recamara para prepararse para la universidad, al pasar el rato y ya estando listas ambas hermanas decidieron irse juntas. Al llegar y pasar por el estacionamiento Riley observo a lo lejos a Devon que no le quitaba la vista de encima, a paso lento se acercó fijando su vista únicamente en Rachel.
—Puedo hablar contigo. —dijo el bajando la cabeza un tanto avergonzado por lo acontecido el día anterior.
—No quiero hablar contigo Devon. —respondió Rachel mientras sujetaba la mano de su hermana.
—No voy a quitarte mucho tiempo, lo prometo, cinco minutos nada más. —insistió Devon mientras la miraba fijamente.
Rachel se mordió el labio inferior un tanto indecisa. —Si quieres hablar con él, pues habla con él. —dijo Riley mientras apretaba su mano sin llegar al punto de lastimarla.
—Creo que si hablare con él. —en cuanto Rachel menciono el querer hablar con Devon Riley no pudo evitar sentirse un tanto decepcionada. —quiero que todo siga bien entre nosotras, no voy a decepcionarte pero necesito hablar con Devon. —dijo como si leyera los pensamientos de su melliza.
Riley se alejó de su hermana y se encamino a prisa para ir hacía su casillero, sin poder sacarse a Rachel de la cabeza diciéndose una y otra vez “que no lo perdone, que no lo perdone” De pronto Riley pego un grito bastante exaltada luego de que Ethan le diera tremendo susto al golpea la puerta de su casillero.
— ¡Hola Riley! —grito Ethan mientras asomaba un poco sus bonitos ojos azules por un lado de la rectangular puerta del casillero de Riley.
—No hagas eso Ethan. —dijo ella para luego cerrar su casillero y darle un par de golpecillos en el hombro a su amigo.
— ¿La cague verdad? Supongo que no debes de sentirte muy bien después de lo de ayer. ¿Cómo estás? —pregunto Ethan fijando toda su atención en la pelirroja.
Editado: 01.07.2021