«Esto merece una marca en el calendario»
Papá tuvo un mejor amigo en su adolescencia, dejaron de hablar por muchísimo tiempo hasta hace tres meses. Tuve curiosidad porque papá estaba reuniéndose seguido con alguien, entonces tuve que preguntar. Él aclaró que era un amigo, me contó la historia de ellos dos y todas sus aventuras. «Creo que Bernardo tiene un hijo de tu edad, es ese muchacho con el que vas a tus competencias académicas y esas cosas» dijo papá cuando me contó la historia.
De todos los muchachos de mi edad en el mundo tenía que ser Franco. El padre de Franco es el mejor amigo de mi padre. Que irónico.
Llegamos a casa del Sr. Villareal. No fue para nada una sorpresa que Franco abriera la puerta después de tocar.
—¡Vaya, vaya! Los hermanos Montenegro —exclamó él.
—Hola Frank —dijo mi hermano, luego hicieron un saludo extraño que solo los del equipo de fútbol conocen y no lo comparten con nadie.
Toby es parte importante del equipo de fútbol, de hecho es el capitán, diría que Franco y él son los mejores. Es curioso que no sean mejores amigos o algo así, se conocen desde hace mucho tiempo y comparten en el equipo.
—Hola Julia —dijo Franco, notando que no lo había saludado. Solamente le di una sonrisa muy fingida.
—Papá dijo que le entregaras esto al Sr. Villareal —comentó Toby mientras le daba una caja pequeña.
—Dile a Humberto que gracias, papá ha estado como loco por estas fotos —mencionó Franco.
¿Es en serio? ¿Humberto? Que falta de respeto. Se dirige a mi padre como si fuera uno de sus amiguitos del colegio.
—¿Nos vamos? —le dije a Toby.
—Un poco apresurada ¿no? —mencionó Franco.
—Tal vez.
—Tranquila Jul, adiós Franco —dijo mi hermano.
—Adiós, hermanos Montenegro —dijo con énfasis en «Montenegro».
¡Ugh! En serio lo detesto.
Caminé hasta casa con Toby, iba tan aburrida que conté los pasos, fueron 316 y tardamos cinco minutos y medio. En este barrio tan pequeño que uno vive cerca de cualquiera del colegio y las probabilidades de encontrarse a alguien conocido por la calle son inmensas
Cuando llegamos a casa, encendí la televisión para esperar a papá. Toby se sentó conmigo en el sofá.
—¡Oh por Dios! Tenemos que ver esto —le dije cuando vi que estaban transmitiendo un maratón de «Érase una vez».
—Ni lo pienses —respondió Toby—, hoy hay nuevo episodio de Fronteras Peligrosas.
Lo miré pensando «¿Es en serio?». Él sabe cuanto amo Érase una vez.
—¿Qué? —me dijo.
—¿Estás hablando en serio? —cuestioné.
—Fronteras Peligrosas es más interesante que Érase una vez —dijo.
—¡Claro que no! —grité.
—Estás equivocada, además, no me grites —mencionó mi hermano.
Me quité mis lentes. Froté el puente de mi nariz y me puse mis lentes.
—¿Cuál es el canal de Fronteras Peligrosas? —pregunté. Me quité mis lentes.
—¡Es broma! Obviamente vamos a ver Érase una vez —exclamó.
—¡Agh! ¡Te odio! —grité.
—Ay, sabes que no es cierto. —Pasó su mano por mi cabeza y me despeinó.
—¡Tobías!
—Te amo, me amas. Te amo, me amas —repitió. Este es uno de esos momentos en el que a mi hermano le entra el amor y luego actúa como si no hubiera pasado.
Me obligó a abrazarlo y en ese instante papá abrió la puerta.
Toby me soltó rápidamente.
—No puede ser —dijo papá soltando su portafolios—, mis hijos se están dando cariño.
No respondimos nada.
—Esto se merece una marca en el calendario o algo así, ¿qué fecha es hoy? —comentó papá.
—¡Papá! —exclamé.
—¿Esto fue idea tuya? ¿Tu comenzaste? —me dijo.
—La verdad es que fue uno de los momentos de Tobías —mencioné.
—Oh Dios mío —dijo Toby. Se levantó del sofá y se fue a su habitación.
Ya se estaba haciendo tarde, así que me metí a la cama, pero antes de dormir revisé mi teléfono. Solo había un mensaje de texto de Tori que decía «Hoy vi a tu hermano salir de la práctica de fut, ¡uf! Me derretí».
Muy bien, no es la primera vez que recibo un mensaje de este tipo, los recibo desde hace un par de años. Desde que Tori descubrió el grado de enamoramiento. No respondí nada.
Recibí otro mensaje, pero de Lucas, decía «Oye, he sido tu amigo toda la vida pero no sé si tu nombre se pronuncia Julia o Yulia, la gente te dice de las dos formas ¿cómo es en realidad?»
Para Navidad quiero amigos normales.
«En realidad se pronuncia Yulia y se escribe Julia, pero las dos formas son de mi agrado» respondí.
Él inmediatamente respondió «Entonces ¿tu apodo es Yul o Jul?»
No puede ser. «Ese definitivamente es Yul, pero se escribe Jul».
Debería tener una insignia de Scout por la cantidad de paciencia que tengo.
Puse mi celular en el mismo lugar que ocupa siempre en mi mesa de noche. Cerré la ventana de mi habitación porque estos días ha hecho mucho frío y dormí bastante abrigada, pero antes de dormir profundamente empecé a pensar. No fue una lluvia de ideas lo que tuve, fue una lluvia de preguntas.
¿Quién soy en realidad?
¿Mis padres están vivos?
De no haber sido abandonada ¿viviría con mamá y papá o solo con uno de ellos?
¿Por qué me abandonaron?
¿Me habré topado con mis padres biológicos alguna vez en la vida sin darme cuenta?
Según mis padres biológicos ¿mi nombre se pronuncia Julia o Yulia?
Ok, esa última fue culpa de Lucas.
Ese tipo de preguntas aparecen siempre el día de mi cumpleaños y de vez en cuando otro día cualquiera del año. Me cansan esas preguntas, me frustra no saber la respuesta, aunque a mí casi todo me frustra.
No todo eran preguntas, sino que tampoco lograba sentirme cómoda, la cobija pesaba kilos y la almohada estaba como una roca.
Logré conciliar el sueño alrededor de las 1:45 am, perfecto para amanecer con unas ojeras de mapache, excepto que los mapaches son algo tiernos si no tienen intención de atacar y yo... Nada parecido al concepto «tierno».