Rivales, no enamorados

Capítulo 4

Modo Zombie
 


—¿Qué dijiste? —pregunté. Esa fue mi frase del día, el modo zombie se activó desde el momento en el que desperté.

—¡Presta atención! —exclamó Tori mientras se arreglaba el cabello en el espejo del baño.

Me mojé la cara para reaccionar, pero no dio resultado. —Lo siento, anoche no dormí bien.

—¿Crees que no sé cuando no dormiste bien? —dijo Tori—. Te conozco hace más de la mitad de mi vida.

Sonó la campana, eso me hizo dar un salto, parecía que tenía un súper oído porque todo me asustaba.

Llegamos al aula de matemáticas, el único espacio que quedaba para sentarme era junto a Lucas, me preparé psicológicamente para escucharlo hablar durante toda la clase.

—Dí «Soy una fresita» —pidió mientras me presionaba fuertemente el rostro hasta que se me formara una boca de pescado.

—Lucas, por favor —dije, o traté de decir. Camila explotó en carcajadas cuando me oyó hablar.

—¿Ves? Me acabas de ayudar a hacer reír a mi chica —afirmó Lucas. Camila rodó los ojos.

Él sacó un lápiz de su cartuchera de Las chicas súper poderosas.

—¿Por qué usas una cartuchera de Las chicas súper poderosas? —le pregunté.

—Luciana destruyó mi cartuchera jugando a la escuelita, así que mamá la obligó a darme la suya —me contó—. Ya sabes como son los hermanos menores, tienes a Toby.

—¡Hey! —exclamó mi hermano. Una de las cosas que más le molestan en este mundo es que le recuerden que él es menor, por algunas horas.

El profesor de mate me hizo recordar a mi conversación por teléfono con Tori.

No es feodijo Tori casi susurrando.

¿Qué?

Olvídalo.

¡Oh shit! Te gusta el profe de mate.

Bastantes estudiantes están enamoradas de este profesor, esto desde inicio del año lectivo.

Le llegó la hora a la profe de mate para jubilarse, así que lo enviaron a él, un joven de 23 años recién graduado de la universidad, pero con bastante capacidad para explicar el teorema de Pitágoras.

Trata de ser amigable con todos los y las estudiantes, parece que no se da cuenta de los cuchicheos en los pasillos cuando pasa junto a las de primer año, que son las peores.

Se ve tan joven que se me dificulta llamarlo señor, me dan ganas de decirle su nombre de pila.

—Sr. Valencia, no entendí la última parte del proceso, ¿la podría repetir? —dije.

Claro que la entendí, pero Victoria me estaba fastidiando porque no puso atención y ella no se animaba a pedirle que explicara de nuevo.

—Con mucho gusto, Srta. Montenegro —contestó. Él amablemente explicó y Tori pudo hacer los ejercicios.

Al final de la clase el profe me sorprendió.

—Srta. Montenegro —me llamó. Ya todos habían salido de la clase—, sé perfectamente que usted si entendió mi explicación. Dígale a la Srta. Oreamuno que no tenga miedo de preguntar.

Oh
My
God.

—Está bien profesor, lo siento si nuestro comportamiento le molestó —añadí. Él solo asintió.

Salí de la clase y busqué a Tori, le dije—: Dice el profe que no tengas miedo de preguntar.

Ella se levantó las cejas. —¿Qué?

—Tal vez uso su conocimiento matemático para leernos la mente, pero se dio cuenta de que la que en realidad no entendió fuiste tú.

—Es obvio que no se trataba de tí —dijo Emiliano—, eres la nerd de la clase, entiendes todo a la primera.

—Ay, te amo tanto —le dije.

—Parece que se te dificultó un poco el trabajo de hoy, Montenegro —dijo Franco que se acercaba con su novia, Clarisa Fuentes, la hija del director.

—No tengo que dar explicaciones, pero solo para que sepas, pregunté en lugar de Tori, creo que también aclaré tus dudas al preguntar —mencioné.

Boom. 
Julia 1-0 Franco.

—JA, esa estuvo buena —me dijo su novia. ¡Su propia novia!

—Amor, nos vamos —dijo un Franco berrinchudo.

Si juegas con fuego te quemas, amigo.


***


Fue pura suerte que no me quedara dormida en matemáticas, si no fuera por mi incomodidad para todo, seguro sí lo hubiera hecho, pero tengo miedo de hacerlo en literatura.

El problema no es la clase, me encanta literatura, pero la profesora me hace querer dormir. Aunque no esté en modo zombie.

Para variar, empezó a llover, lo que me produjo más sueño del que ya tenía, algo que no creía posible.

Tenía trabajo por hacer, pero me distraje un poco viendo hacia el corredor. La conserje estaba con sus auriculares mientras, según ella, limpiaba el pasillo.

El piso se veía limpio por donde pasaba el trapeador, pero no lo hacía del todo bien, quedaban líneas sin limpiar que se veían sucias y opacas. Deseé levantarme y hacerlo yo misma, pero recordé que debía analizar un cuento y no estar limpiando el corredor.

Sé que Tori me dijo algo, pero no le estaba prestando atención. —¿Qué? —dije.

—¡Agh! No te volveré a hablar hasta que tomes una siesta o algo —comentó.

—En verdad lo siento, pero ¿sabes lo que sufre el cuerpo humano si no duerme lo suficiente? —le pregunté.

—No, ni quiero saber —dijo—. Ya sé que eres una Wikipedia andante.

—¡Ay! Disculpa —dije sarcásticamente.

Lo peor de todo esto es que no puedo llegar a mi casa y dormir, hoy es día de trabajo en la veterinaria.

Soy simplemente la chica que cobra, ordena y cuida a los animales mientras llegan sus dueños. Siempre he soñado con tener un pequeño refugio de perros, tal vez empezar con tres o cuatro perros callejeros.

Trabajo solamente los martes. Conseguí ese trabajo gracias a mi tío, el padre de Camila. Él es el dueño y doctor de la veterinaria.

Amo con todo mi corazón a los animales, principalmente los perros, así que este es uno de los mejores trabajos que pueden existir. Aunque a papá no le gusta, porque de vez en cuando me convierto en la «casa cuna» de algunos perros que llegan a la veterinaria, pero siempre los adoptan rápido.



#35175 en Novela romántica
#5846 en Chick lit
#22558 en Otros
#3374 en Humor

En el texto hay: confusion, amor-odio, rivalidad

Editado: 25.04.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.