Rivales, no enamorados

Capítulo 11

«Bonita pareja de nerds»
 

La entrevista con el director salió excelente, el discurso fue fácil de escribir. Y aquí estamos, frente a todo el colegio a punto de leerlo. Lo que significa que escribimos el mejor discurso y ganamos.

—Buenos días, compañeros —empezó Franco—. Es un honor para nosotros estar aquí, compartiendo nuestro discurso con ustedes.

—Estamos aquí con el propósito de motivarlos a no solo estudiar, sino a destacarse en lo que hacen, como nosotros lo hemos hecho en estos años de estudio —dije.

—Es un sentimiento de satisfacción lo que se tiene al saber que uno está haciendo bien las cosas.

—Es retarse a uno mismo a ser mejor cada día, no tratar de superar a nadie más, no tener rivales.

Sí supieran el odio que sentimos.

—Ayudar a los demás a destacarse también, como lo estamos haciendo en este momento.

—Den siempre lo mejor de ustedes y obtendrán lo mejor. Impresionen a los que alguna vez dijeron «no vas a poder».

—Tal vez no todos tenemos el mismo tipo de inteligencia, después de todo, hay doce tipos diferentes. Pero todos somos capaces y no podemos dejarnos opacar. Gracias por su atención.

—Vivan con un propósito, y que estas palabras que Julia y Franco les están dando no solo las recuerden hoy, sino por el resto de sus vidas —mencionó el director cuando acabamos.

Los aplausos por compromiso de todos los alumnos hicieron eco en el salón de actos.

—Bien hecho, Montenegro —dijo Franco.

—Gracias Franco, igualmente para tí.

—¿Sabes? Hacemos un buen equipo en escribir discursos... y en el baile.

Claro que sí, no puedo olvidar el baile de mi fiesta de cumpleaños, pero no podía decir eso, así que solo sonreí.

Después del discurso, me encontré a Tori en el baño, quien quería maquillarme antes de que saliera a hablar.

Estás muy pálida, no puedes salir a hablar en público así —fue lo que dijo.

—Tori —la llamé.

—Jul, estuviste genial allá arriba, te desenvolviste como si fueras presentadora de televisión o algo así —señaló —. ¿Sabes qué me hace feliz? Que cumpliste tu sueño loco de escribir el discurso de penúltimo año.

—¡Sí Tori! ¡Lo hice! —exclamé. No había pensado bien en eso, escribí el discurso que solo los mejores estudiantes del colegio escriben—. Ahora, vamos a historia.

—¿En serio tenemos que hacerlo? —Tori puso cara de perrito triste, no me dio ni una pizca de lástima.

—Sí Victoria, tenemos que ir.


 


El profesor de historia habló como nunca, repitió la misma historia una y otra vez. Tori me dio un trozo de papel doblado con un mensaje en clave morse. Sí, aprendimos clave morse para los mensajes secretos.

./.../-/---/-.--//.-/-.../..-/.-./.-./../-../.-//.-/--/../--./.-

Respondí en el mismo papel.

¿Por qué escribes «estoy aburrida, amiga» en morse? La clave morse es para cosas SERIAS.

Respondió.

Tal vez porque estoy aburrida. Duh.

Hice el papel una bolita y le sonreí a mi amiga, luego contesté la pregunta que hizo el profesor.

—Fue en 1789, profesor.

—Excelente, señorita Montenegro. Como dijo su compañera, la revolución francesa comenzó en 1789 —comentó mi profesor.

—Y acabó en 1799 —dijo Franco desde el otro lado de la clase.

—Muy bien, señor Villareal. Los demás deberían prestar tanta atención como estos dos jóvenes —sugirió el profesor.

—Créame profesor, les puse mucha atención a ellos en el discurso, pero casi me quedo dormido. Desde el kinder ha sido lo mismo, bonita pareja de nerds, por cierto —dijo Antonio, el que siempre tiene que comentar algo que no viene al tema.

—Créame señor Gonzalez, yo le acabo de poner mucha atención a usted y lo único que logré fue tomar la decisión de enviarlo a la dirección, porque no tengo tiempo para sus comentarios irrelevantes para la clase —mencionó el profesor.

La sonrisa de Antonio se borró al instante y empezó a respirar rápida y profundamente en señal de indignación, recogió sus cosas y salió de la clase.

—No te dejes decaer por lo que diga Antonio, estuviste genial en el discurso —dijo Tori.

—No sabes lo mucho que me afecta lo que él diga —comenté sarcásticamente.


 


Normalmente, las personas esperan el fin de semana para no tener que trabajar, pero yo espero el martes para trabajar en la veterinaria. Tal vez me gusta porque no lo hago todos los días, o porque es el trabajo soñado rodeada de perros toda la tarde.

Mi tío rescató una perrita de la calle, dice que debe tener por lo menos cuatro meses y que necesita alguien que la quiera. Mientras tanto, seré su casa cuna y estoy ansiosa por conocerla.

—¿Lista Jul? —me preguntó mi tío, quien entró con una caja de cartón.

—Lista. —Respiré profundamente y mi tío abrió la caja.

Diría que existe el amor a primera vista si lo que estoy viendo no fuera un perro, simplemente me enamoré.

—Te necesito aquí en el trabajo, pero también necesito que cuides a la perra, ¿puedes hacer las dos cosas a la vez?

—Tío Ernesto, soy mujer, puedo hacer varias cosas a la vez. —Alcé a la cachorra y atendí a una señora en la caja.

Cuando no había gente jugaba con la perrita, ella estaba llena de amor y necesitaba de alguien que también estuviera lleno de amor para ella, esa era yo, así que tomé una fuerte decisión. Adoptarla.

Papá se volverá loco, pero me haré completamente responsable de ella. Su nombre será Atenea, igual que la diosa de la sabiduría. No podía dejar que alguien más se llevara a Atenea, tuve una conexión perro-humano con ella increíble, sus ojos decían «llévame contigo», o eso quería que dijeran.

Mientras jugaba con Atenea, entró un cliente, pero no lo podía ver por la torre de sacos de comida para perro que había cerca de la entrada. Lo logré ver, y no sabía que estaba haciendo Franco en una veterinaria.



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En el texto hay: confusion, amor-odio, rivalidad

Editado: 25.04.2021

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