Rivales, no enamorados

Capítulo 14

«Todo sea por la reina Patricia»


Mis padres adoptivos nunca se demostraron amor el uno al otro, siempre se llamaban por sus nombres, Humberto y Rebeca. Todo el tiempo creí que estaban juntos aunque no querían, y cuando mamá se fue con Marcos y se divorció de papá entendí que mis suposiciones eran ciertas.

Su divorcio no me hizo sentir mal como hubiera pasado con otras personas, tal vez porque no son mis padres biológicos o porque mamá nunca me cayó del todo bien. El punto es que prácticamente todo el cariño de papá se ha depositado en mí por ser su «mujercita», dice él.

Ahora papá tiene novia, y no quiero sonar celosa, pero estoy celosa. Ni siquiera la conozco, por ahora.

Papá nos quiere llevar esta noche a Toby y a mí a conocerla en una cena formal. Anoche no dormí nada de solo pensarlo. «Patricia es algo diferente a nosotros en su forma de ser» dijo papá.

No podría imaginar a papá demostrándole cariño a otra mujer, y no es que desde ya la esté odiando, pero según los cuentos las madrastras son malas. Un pensamiento inmaduro a los 17 años, sin embargo es inevitable.

Fui por mi toalla para bañarme, después de buscar uno de los mejores atuendos que tengo para ir a conocer a la tal «Patricia».

—Atenea, tienes suerte de ser un perro y no tener que conocer a la novia de tu padre —le dije a mi perra que me miraba con su cabeza inclinada hacia la izquierda. Por cierto, su adopción volvió loco a mi padre como pensaba, pero tuve una plática profunda con él y ya se le pasó.

Estaba tan nerviosa y con la mente tan perdida que abrí la puerta del baño aunque escuchaba el agua corriendo. Lo que lógicamente significaba que había alguien bañándose.

Toby —quien aún tenía resaca por la fiesta de Tori ayer— estaba bajo la ducha cantando a un volumen muy bajo, pero no lo suficiente para que yo no lo escuchara.

Cuánto daría por gritarles nuestro amor, decirles que al cerrar la puerta nos amamos sin cont... ¡Julia!

—Lo siento hermano, en serio lo siento. —Cerré la puerta y aguanté las carcajadas por respeto a Toby, pero no podía creer que estaba cantando en la ducha, principalmente el tipo de canción que escucharía una señora de unos 45 años que está enamorada en secreto.

Lo peor de todo fue que cerré la puerta y aún se le podía escuchar cantando. —Que despertamos abrazados, con ganas de seguir amándonos.

Y es que en realidad no aceptan nuestro amor, seguí cantando en mi cabeza.


 


Para empezar con los celos, puedo decir que papá nunca nos había traído a un lugar tan elegante como este. Un restaurante italiano llamado Italia. ¡Vaya creatividad!

Llegamos antes que Patricia, así que fuimos a sentarnos para esperar. Papá me dejó elegir la mesa, así que elegí una alejada de la entrada y cerca de la cocina, leí que se recibe una mejor atención, además me sentía cómoda porque tenía una buena iluminación. Me senté junto a Toby y frente a papá, en caso de que Patricia no sea muy agradable no tendré que sentarme ni al frente ni a su lado. Todo calculado.

Mientras esperaba, estuve acomodando el mantel simétricamente, al igual que el salero y los menús. Los menús no me tenían cómoda, ya que eran hojas forradas con un plástico duro y estaban mal recortados, no había forma de que se vieran ordenados.

No tengo idea de como es Patricia físicamente, eso me hizo estar nerviosa cada vez que una mujer se acercaba a nuestra mesa. Hasta que por fin llegó, con sus rizos castaños y su vestido verde jade.

Hizo el intento de saludar a papá con un beso en la boca, pero él no lo permitió obligándola a dárselo en la mejilla. Tal vez mi padre tampoco está acostumbrado a hacer estas cosas delante de nosotros.

—Ellos son mis hijos, Julia y Tobías —dijo mi papá.

—¡Al fin puedo conocerlos! —exclamó Patricia—. Que gusto. Su padre no deja de hablar de ustedes.

Sentí un poco de hipocresía en su comentario, pero no quería juzgarla antes de tiempo.

Su voz era algo chillona para su edad, se notaba de cerca que esta entre sus 35 o 40 años, pero quería aparentar que no pasaba de sus treinta. Probablemente guarda una crema antiarrugas en su bolso que usa al menos dos veces al día. Su vestido estaba unos cinco dedos arriba de la rodilla, sus tacones eran bastante altos. Su cabello teñido reflejaba que oculta sus canas por miedo a la vejez. Sus uñas acrílicas fueron hechas esta mañana, por lo bien que se ven.

Claro que todo esto lo observe mientras sonreí falsamente y dije—: Es un gusto para mí también.

Toby se limitó a sonreír.

—Amor —le dijo ella a mi padre—, ¿podemos cambiar de mesa? Me desagrada la cocina y no me gusta la iluminación de este lugar.

Claro que cambiamos de lugar, todo sea por la reina Patricia. ¿La iluminación? ¿Es por sus arrugas?

Leí el menú y sabía que era cada cosa en la lista, pero nunca había comido nada de eso, así que dejé que Toby pidiera primero y elegí lo mismo que él.

Mi padre pidió un plato de espagueti, su comida preferida. Patricia pidió una ensalada sin aderezo, y un filete sin grasa. Cero comida italiana.

Cuando trajeron mi plato, separé cada comida antes de comenzar a comer. Algo obsesivo, pero necesario.

—¿Por qué separas la comida en tu plato? —cuestionó Patricia.

Mi padre respondió por mí. —Julia es un poco obsesiva con el orden y esas cosas, no puede comenzar a comer hasta que la comida esté separada.

—¡Qué extraño!

—No es extraño, Patricia, es su forma de ser —dijo mi padre. Patricia sonrió tratando de no verse hipócrita y cambió de tema. Probablemente no le agradó tanto que mi padre no estuviera de acuerdo con ella por defenderme.

—Tobías, tu padre dice que eres un excelente jugador de fútbol. ¿Es eso cierto? —dijo Patricia.

—Pues no soy tan bueno, pero si he ganado algunos campeonatos —respondió mi hermano tratando de ser modesto.



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En el texto hay: confusion, amor-odio, rivalidad

Editado: 25.04.2021

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